Como sabemos, Polonia ha sido en los últimos años, junto a Hungría, el objetivo principal de los globalistas de la U.E. a batir. Un país sin apenas inmigración no europea, que orgullosamente defiende los valores tradicionales católicos, con políticas anti abortistas y pro natalicias, no podía serle permitido existir. Durante años hemos visto como desde los países de la U.E. más occidentales, así como desde todas las instituciones de esta putrefacta Unión Europea, se atacaba continuamente a Polonia por no permitir que se les invadiese con millones de inmigrantes, por su política pro natalicia nacional y antiabortista, ni tampoco por no querer ceder el control de sus fronteras.

Digamos que Polonía junto a Hungría, eran las dos únicas excepciones en esta mal llamada Unión Europea, pese a su membresía de la OTAN, rusofobia y su apoyo incondicional a EEUU/Israel. Por supuesto, que el gobierno polaco del PIS no era nacionalista como quisiéramos desde Democracia Nacional, ya que orgullosamente defendían un capitalismo voraz y su pertenencia a entidades supranacionales globalistas, pero sin embargo, podíamos decir que existía un sano patriotismo en todo el país, que quedaba reflejado en las políticas patrióticas que llevaba a cabo el gobierno.

Donald Tusk, el candidato del globalismo para Polonia

Hace años que llevo advirtiendo a nuestros hermanos polacos de la «occidentalización» en el peor sentido de la palabra, de Polonia en general y de sus ciudades particularmente. Es cierto que el boom económico que ha sufrido Polonia gracias a estas políticas patrióticas y gracias también a tener moneda propia, lo que les permite poder tener mayores exportaciones, estaba creando una nueva clase media con el mayor poder adquisitivo de la historia polaca. Esta pudiente creciente clase media, aspira, en cierto sentido, a hacer de Polonia una potencia económica, tomando como referencia en muchos casos a EEUU, sin pensar en las consecuencias que un capitalismo voraz tendría sobre la sociedad polaca.

Una nación que con apenas 15.000 inmigrantes no europeos, ve muy lejos la invasión tercermundista que sufrimos en Europa occidental y que, salvo con la llegada de 2 millones de ucranianos en los últimos años, se veía invulnerable frente a la invasión que sufrimos en Europa. La llegada a Polonia de estos 2 millones y probablemente más de ucranianos, con quienes comparten en gran parte genética, historia, familia lingüística y valores cristianos, hizo despertar un sentimiento mayor anti inmigración, aunque debido a la rusofobia existente, ha sido tolerado por la sociedad polaca sin grandes incidentes.

Sin embargo, no son conscientes de lo que les espera si como confirman las elecciones que tuvieron lugar el domingo pasado, se producirá la formación de un gobierno de coalición, formado por liberales y comunistas, abiertamente pro Unión Europea y pro inmigración. Cierto es, que con la tecnología existente hoy en día, los resultados de las elecciones pueden ser fácilmente manipulados y que habría que ver qué es lo que realmente han votado los polacos.

Esperemos que el nacionalismo polaco resista

Dicho esto, lo que parece es que en estas últimas elecciones generales, los partidos de oposición han conseguido votos suficientes para derrocar al partido de derecha gobernante Ley y Justicia (PiS), según han confirmado los resultados. El PiS (el VOX polaco) ganó la votación con un 35,38%, por delante de la centrista Coalición Cívica (el PP polaco) de Donald Tusk, con un 30,7%. Esto pondría fin a ocho años de gobierno del líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, si es que Tusk pueda formar una coalición con el resto de partidos de la oposición.

Aunque se espera que al partido ganador se le ofrezca la oportunidad de formar gobierno, Kaczynski se quedará muy por debajo de los 231 escaños que necesita para formar una mayoría en el parlamento. Tusk, ex presidente del Consejo Europeo, podría reunir 248 escaños en el Sejm polaco de 460 escaños totales, si forma un gobierno con los partidos de centroderecha Tercera Vía (14,40% de los votos)y con Nueva Izquierda (8,61% de los votos).

El PiS ha perdido 41 escaños desde las últimas elecciones e incluso si formara una coalición con el partido nacionalista/conservador Confederación, estaría 19 escaños por debajo del número requerido. La comisión electoral cifró la participación en el 74,38%, la más alta desde la caída del comunismo en 1989. El globalista Tusk ha prometido mejorar las relaciones con la UE y liberalizar las leyes sobre el aborto, qué sorpresa.

La alianza con el liberal-globalismo: el gran error de los polacos

Es posible que Polonia no tenga un nuevo gobierno antes de diciembre, después de que el presidente Andrzej Duda, aliado del PiS, dijera que el partido ganador tendría la primera oportunidad de formar una coalición, porque esa es la tradición polaca. Suponiendo que el candidato del PiS elegido por el presidente no consiga el voto de confianza en el Sejm, Tusk y sus aliados podrían iniciar conversaciones para formar una coalición.

El partido nacionalista/conservador Confederación Libertad e Independencia, liderada por Janusz Korwin-Mikke, Grzegorz Braun y nuestro amigo Robert Winnicki, consiguieron un magnífico resultado con el 7,16% de los votos, lo que supone pasar de 11 a 18 escaños en el parlamento. Sin embargo sus 18 escaños son insuficientes para formar gobierno junto a los 194 escaños del PiS, ya que la mayoría necesaria es 231 de 460 escaños.

Confederación es una unión de diferentes movimientos y partidos políticos, consevadores y nacionalistas, que no tiene una sola voz, ya que dentro del partido existen diferentes ideologías y corrientes, sobretodo en temas económicos y sociales.

Veremos las consecuencias políticas de estas elecciones para Confederación, ya que parece haber cierto malestar entre sus votantes, debido a que durante la campaña electoral han dado mayor peso a los candidatos liberales/conservadores frente a nuestros amigos nacionalistas liderados por Robert Winnicki.

Democracia Nacional tiene una estrecha relación desde el año 2006 con los líderes de los nacionalistas polacos, hoy en día integrados en Confederación y cada año tengo el honor de ser invitado a reuniones en Polonia y en el Parlamento polaco, como responsable de Relaciones Internacionales de Democracia Nacional. Esperemos, por la cuenta que nos trae a todos los europeos, que Polonia despierte y puede frenar la invasión que les espera en los próximos años.

El paralelismo que existe entre la historia de Polonia y España, hace pensar que empieza una época oscura para nuestros hermanos polacos. España también era hasta el año 1977 un país, al igual que Polonia ahora en el año 2023, orgullosamente católico, defensor de sus intereses e historia, con una población autóctona que representaba práctimente el 99% de la población.

Ya sabemos lo que el «progreso» y la pertenencia a organizaciones supranacionales han hecho con España, que como ya anunciaba en el año 1982 el masón Alfonso Guerra, «A España no la va a conocer ni la madre que la parió».

Polonia, último bastión europeo y católico, que Dios os proteja de lo que está por llegar.

Gonzalo Martín

Vicepresidente / Responsable de Relaciones Internacionales de Democracia Nacional

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