El próximo domingo día 12 de mayo tendrán lugar las elecciones al parlamento de Cataluña en el que concurren dos bloques: los separatistas y los constitucionalistas.

Obviamente, los que somos de esencia nacionalista, social y corporativa nos oponemos tajantemente a la amputación territorial de Cataluña, ya que forma parte de la entidad nacional soberana única que es España.

Todo apunta, según los pronósticos de las encuestas, que el Partido Socialista del insulso Salvador Illa podría formar gobierno con Junts, el partido separatista liderado por Carles Puigdemont.

En la misma tónica, también se produciría un declive por parte de ERC, cuyo actual presidente de la Generalidad es Pere Aragonés. El separatismo es el resultado de la cesión de los constitucionalistas que, siguiendo órdenes supranacionales que buscaban balcanizar nuestra Patria, se adhirieron a crear ese engendro abominable denominado Constitución.

Previamente, ya se había ido preparando el terreno por parte de la tecnocracia liberal que se adhirió de forma interesada y superficial al régimen anterior, nacido el día 1/IV/39, logrando construir una verdadera paz social tras una guerra civil en la que el General Franco derrotó al comunismo y al separatismo acabando con la partitocracia liberal de la Segunda República que durante el año 36 había entrado en un proceso revolucionario que nos llevaba a una dictadura con ayuda proveniente de la extinta URSS.

La lamentable clase política catalana ha destruido la región

En el año 1974, bajo el paraguas del denominado «espíritu de febrero», se legalizaron las asociaciones políticas, que no fue otra cosa que la herramienta que usaron los traidores internos para permitir la entrada a los enemigos de España: el separatismo y el globalismo. Todo con el beneplácito del emérito, Juan Carlos I de España.

Los nacionalistas españoles hacemos nuestras las palabras del teórico del nacional sindicalismo, Ramiro Ledesma Ramos: “La monarquía es un virus extranjerizante antiespañol”

Así que aseveramos que la solución final no pasa por la socialdemocracia ni el constitucionalismo. Tampoco nuestro patriotismo ha de transigir con la inmigración masiva islámica que sufre Cataluña ni, en una falsa oposición a la misma, marchar junto al sionismo del Estado de Israel, como hacen las formaciones derechistas separatistas y de “ultraderecha” como Alianza Catalana y también constitucionalistas como Vox. En el pecado llevan la penitencia.

El problema no se centra, única y exclusivamente, en la islamización de Cataluña (aunque en esta región es especialmente grave), sino que afecta cada vez más a toda la vasta pluralidad regional que abarca todo el mapa de la piel de toro.

Aunque ciertamente, no es la islamización nuestro único problema. Lo son también las bandas mal denominadas “latinas” que proceden de Hispanoamérica.

El término fue acuñado por el liberal Michel Chevalier. Pero el término es erróneo, de hecho España es latina como Lusitania, bebiendo de las fuentes de Roma: el imperio y la Grecia sofista.

La propaganda de los medios de comunicación occidentales es eficaz en la mentira y en la tergiversación travestida de verdad, ya que España se ha convertido en un lodazal multicultural por culpa de la inmigración masiva africana e hispanoamericana.

Nosotros, los nacionalistas españoles, lo llevamos denunciando y afirmando con rotundidad hasta que se ha convertido en un hecho empírico e irrefutable.

La islamización de Cataluña: al borde del punto de no retorno

¡Europa brilla por su ausencia!

Los éxodos migratorios serían, según Malthus, los que debilitarían a Europa, y ahora es cuando estamos sufriendo las consecuencias de esa repoblación bereber, africana e hispanoamericana, primando más el ius soli frente al ius sanguinis.

Las nacionalizaciones masivas de los extranjeros ponen en peligro nuestra identidad y antropología como españoles y europeos, que van siendo sustituido por poblaciones de otros continentes creando un amorfo, apátrida y desarraigado «crisol de culturas» en lugar de proteger, fomentar y conservar la cultura y la etnicidad de los europeos autóctonos.

En las elecciones del domingo 12 de mayo no hay ninguna fuerza nacionalista en el parlamento de Cataluña, como tampoco la hubo en las elecciones vascas el domingo 21 de abril. Solamente hay fuerzas cipayas constitucionalistas y separatistas. Ambas al servicio de la Banca globalista y de Israel.

«Los ricos no tienen amigos, tienen camareros a su servicio» (Ezra Pound)

Nicolás Sánchez Muñoz