Desde el gobierno y sus medios de comunicación han aprovechado los últimos datos supuestamente buenos sobre la situación del empleo en España para asegurar que la crisis se ha dejado atrás y que las cosas cada vez van a ir mejor. Es normal que lo hagan. Su actuación en otras materias ha sido tan negativa que la economía es el último clavo ardiendo al que pueden agarrarse.

Pero ni siquiera en economía pueden presumir. Las cifras macro-económicas pueden haber mejorado algo (como ocurre siempre que se adoptan medidas como la última reforma labroal) pero a costa de empeorar la situación de una parte muy importante de la población. Y ni siquiera eso, ya que seguimos con elevados impuestos y déficit, la precariedad laboral y salarial aumentan, la emigración va a más, no se ve ningún cambio de modelo productivo (al contrario, seguimos igual, ahora un multi-millonario chino anuncia otro macro-proyecto urbanístico en Madrid) el número de horas trabajadas no para de bajar y, sobre todo, la deuda externa no para de crecer. España funciona a base de deuda, de pedir prestado al exterior. En cuanto dejen de prestarnos ni siquiera el descenso del precio del petróleo podrá evitarnos tener serios problemas. Y ese dinero hay que devolverlo con intereses que, en este momento, están muy bajos, pero en cuanto suban ya veremos lo que pasa.

Un dinero que hay que devolver como consecuencia de la deuda privada reconvertida en deuda pública, que no para de aumentar debido a la desastrosa gestión del gobierno español y, sobre todo, a los intereses que hay que pagar por la misma. Todo como consecuencia del funcionamiento del Banco Central Europeo, que tiene prohibido justamente hacer lo que han hecho siempre estos bancos: financiar las economías nacionales sin la carga de la deuda. Pero en la UE no es posible. El BCE presta a la banca privada a intereses bajísimos y ésta después presta a los Estados a intereses mucho más altos. El asunto se vuelve mucho más grave cuando los préstamos de esa banca privada a los Estados van dirigidos a pagar la deuda que esos mismos Estados contrajeron cuando rescataron a la banca. Una auténtica estafa.

Los neoliberales insisten una y otra vez en que si esto ocurre los políticos empezarán a “darle a la maquinita de hacer dinero” y a “derrochar en infraestructuras inútiles” provocando hiper-inflación y ruina para todos ¿Puede ocurrir esto? desde luego, sería una posibilidad y es algo que de hecho ya ha pasado en España. El ejemplo de esto han sido las Cajas de Ahorros españolas durante los últimos años. Pero esto ha ocurrido después de que las Cajas quedaran fuera del control del Banco de España y fueran entregadas a los caciques autonómicos, que se dedicaron a implantar una economía especulativa, a ignorar los avisos de los técnicos del Banco de España y a pedir alegremente grandes préstamos a la banca extranjera (alemana sobre todo)

Pero no tiene por qué pasar en otras condiciones. En muchos lugares y ocasiones ha existido el control estatal de la moneda y no ha habido ni inflación ni derroches, sino deuda cero, impuestos bajos y casi pleno empleo. Además, es poco probable el desastre, ya que una mala política monetaria llevaría al político y al partido que la hicieran al fracaso total en las siguientes elecciones, por lo que al menos tendrían que ir con cuidado. Pero el capital financiero y todas estas instituciones a las que nadie vota (Comisión, BCE, FMI…) no tienen que dar cuentas a nadie por sus decisiones. Nos preguntamos si a los neoliberales les parece “excesivo gasto público” que España tenga que gastar casi 40.000 millones de euros al año en pago de la deuda.

Las recomendaciones (órdenes) que hemos recibido son las de siempre: reformas del mercado laboral, bajar salarios en algunas regiones (el hecho de que en España las regiones con los salarios más bajos sean las que tienen el paro más alto parece no importarles), mini-empleos, privatizar servicios públicos, subir algunos impuestos y bajar las pensiones. Reformas basadas en supuestos falsos, como que las causas de la crisis española son el “excesivo gasto público” y la “rigidez del mercado laboral”. Lo peor es que todas estas reformas se hacen para bajar el déficit y la deuda, pero luego resulta que el déficit no baja y la deuda no para de subir. También se hacen estas reformas para “fomentar las exportaciones” pero la verdad es que poco vas a exportar con una moneda fuerte como el euro, con una economía productiva desmantelada y cuando la inmensa mayoría de tus empresas son pymes con poca capacidad exportadora y menos aún cuando carecen de financiación y sufren la competencia desleal china. Esta política sólo beneficia a las grandes empresas, que son las crean menos trabajo y las que pagan menos impuestos.

Pero este es el papel que el Nuevo Orden Mundial decidió para España durante la nefasta Transición: suministrar mano de obra barata para el norte, desmantelar los sectores primario y secundario y ser una economía de servicios con buen clima, buenos precios y diversiones para los turistas extranjeros. En pocas palabras: el burdel de Europa. Por supuesto, no hacen ni una propuesta de las que sí habría que hacer: cambiar el funcionamiento del BCE y de la banca privada, renegociar la deuda (¿cómo lo van a hacer cuando el mismo Montoro dice que hay que pagarla toda?), eliminar autonomías y enchufados, bajar impuestos, repatriar tres millones de inmigrantes, perseguir el  fraude fiscal, cambiar el modelo económico…¡¡de esto nada!!

Y como opción a estudiar: la salida del euro, algo que España debería empezar a plantearse seriamente junto al resto de países europeos con problemas. Es la única manera de hacer frente a la coalición formada por el capitalismo y la prensa anglosajona (más su ariete el FMI), y los organismos directores de la UE, en especial el BCE (dirigido por el ex-Goldman Sachs Mario Draghi)