Cuando escuchamos la palabra «asesinado», siempre nos viene a la cabeza la imagen de alguien a quien otro u otros le han arrebatado la vida. En términos más técnicos basados en el Derecho Penal, sería aquel al que le han arrebatado la vida con ensañamiento, por precio, promesa, alevosía o recompensa.
Pero si ahondamos un poco más y nos ponemos más filosóficos y trascendentales sin dejar de lado lo técnico, es fácil llegar a la conclusión de que hay muchas de formas de ser asesinado y algunas de estas formas perduran incluso tras la propia muerte física. El que asesina, infringe sobre la víctima el mayor de los males, porque le arrebata la vida, pero existen formas peores de atentar contra el honor de alguien incluso tras su muerte. Este es el caso que nos ocupa.

A Miguel Ángel Blanco lo asesinaron de una forma vil y extremadamente cruel. Haciendo gala de una cobardía digna de las almas más enfermas y podridas. Lo mataron por ser español y por representar el españolismo en una tierra, Vascongadas, donde eso te llevaba a la tumba o al exilio. No por ser del PP como se ha dicho, sino por la asociación que se hacía del PP con una serie de compromisos con España y su unidad.

Se ha escrito mucho sobre cómo España entera reaccionó contra su secuestro y chantaje (ETA pedía el acercamiento de todos los presos terroristas a las cárceles vascas antes de 48 horas). En aquel 1997 ese chantaje era inaceptable y no se tomó ni en cuenta. Era evidente que ETA simplemente puso una excusa para poder asesinarlo tras el varapalo sufrido por la banda terrorista con la liberación, días antes, del funcionario de prisiones secuestrado, Ortega Lara.
La indignación se apoderó de millones de españoles, hartos ya de asesinatos y secuestros. Hartos de permisividad con los terroristas. Hartos de su chantaje y chulería. España despertó.

Lo hizo hasta el punto de asustar muy mucho al entorno Batasuno, a los «moderados recogedores de nueces del PNV», a los comunistas y a todos los que llevaban años justificando y consintiendo a ETA. Incluso el PSOE y el propio PP fueron señalados.
Aquel despertar asustó a muchos. A todos los que por acción o por omisión tenían responsabilidad en 30 años de terrorismo etarra. Y claro, como todo lo que suponga un despertar nacional, era preciso llevarlo hacia vía muerta para que fuese perdiendo velocidad y muriendo con el tiempo.

Hoy 20 años después de aquellos días de julio de 1997, muchos son los que se hacen la foto y muchos más los retratados. Hoy todos hablan del «Espíritu de Ermua» y tratan de apropiárselo y dar una versión de lo que supuso lo más cercana posible a sus intereses políticos.

El PP resaltando la figura de su joven militante asesinado. Nada dicen de que posteriormente han acercado a cientos de presos etarras a las cárceles vascas como pedía aquella ETA que le secuestró. Tampoco de la vergonzosa aplicación de la resolución de Estrasburgo (Que no era de obligado cumplimiento como se ha reconocido posteriormente…) para derogar la doctrina Parot que ha permitido liberar a los más sanguinarios terroristas sin haber cumplido ni un año de prisión por cada muerto. Tampoco dicen nada de que aquella Batasuna, como brazo político de ETA, se llame hoy Bildu y esté sentada en las instituciones sin que muevan un sólo dedo. La libertad de Bolinaga para que tomase chiquitos… ¡Mil ejemplos!
¿Y el PSOE? Lo mismo elevado al cuadrado. Ese ZP liberando etarras, Eguiguren pactando con ETA a escondidas mientras seguían matando. El chivatazo del Faisán desde el mismísimo Ministerio del Interior, la liberación de De Juana Chaos tras su representación teatral en forma de huelga de hambre, metiendo tripa…

Las declaraciones de ZP llamado al terrorista secuestrador de Otegi «hombre de paz», los pactos de gobierno con los Batasunos en numerosos ayuntamientos, la petición de acercamiento de presos etarras a las cárceles vascas por parte de dirigentes socialistas (lo mismo que pidió ETA al secuestrar a Miguel Angel Blanco). La relación de amistad íntima entre Otegi y el presidente de PSOE Vasco Eguiguren. La más estrecha relación de amistad de la dirigente del PSOE Gema Zabaleta con la abogada de ETA, Jone Goirizelaia. ¡Dos mil ejemplos!

Del PNV, ERC y los comunistas, qué decir respecto a su complicidad y amistad con el entorno político de ETA. Todos estos son abiertamente defensores del acercamiento de etarras a las cárceles vascas. Podemos se ha manifestado innumerables veces en este sentido. De nuevo defienden aquel chantaje de ETA con Miguel Ángel Blanco.

En el 20 aniversario de aquello, se ha removido la conciencia de millones de españoles y pese a la inicial negativa de los bolivarianos podemitas de rendirle un homenaje en Madrid, con excusas que les han dejado en evidencia incluso entre los más despistados, finalmente han reculado diciendo que estarían en el homenaje. Y ahí es donde hemos visto la foto de la vergüenza. Está Manuela Carmena, Alcaldesa de Madrid con Podemos por el apoyo del PSOE, que en su época de juez liberó a varios terroristas de ETA y los GRAPO, con decenas de muertos y heridos a sus espaldas, NO arrepentidos, reconocido esto por ellos mismos al día siguiente de ser liberados, que volvieron a atentar una vez libres.

Está también Esteban Ibarra, de ese organización familiar subvencionada hasta el extremo, dedicada a perseguir la «intolerancia», que sirve para hacer de altavoz de la ultraizquierda proetarra contra todo lo que huela a patriota, y que jamás condena las agresiones ultraizquierdistas como ejemplo de intolerancia. Este vividor ya fue relacionado con el grupo terrorista comunista FRAP al igual que el padre de Pablo Iglesias. Bien, pues este está también en la foto con sus manos blancas. ¿MANOS BLANCAS? ¡MANO DURA! Eso es lo que reclamamos millones de españoles y eso es exactamente lo que se reclamó en 1997 y la clase política ha desoído traicionando al pueblo al que se deben.

Tras estos homenajes se reunirán en secreto todos los partidos y pactarán acercar más presos etarras, pactarán cesiones en materia penitenciaria, y seguirán por acción o por omisión permitiendo ultrajes a España y humillaciones a las víctimas del terrorismo. Estos «homenajes» sólo buscan lavar su imagen ante la opinión pública.

Un detalle final; Cuando se habla de acercar presos de ETA, se refieren a los que siguen dentro de la disciplina de la banda, orgullosos de sus crímenes, porque quienes no son así, están fuera de ETA y nadie pide por ellos.
¿Para esto murió Miguel Angel Blanco? ¿Para que hayáis cumplido los deseos de ETA? ¿Esto es homenajear o insultar su memoria?
Que cada cual saque sus propias conclusiones.

Me quedo con esos millones de españoles que sienten que no se ha hecho justicia. Que cada vez se sienten menos representados, y que de corazón están con España y con las víctimas del terrorismo. ¡Ellos sí son el pueblo!

 

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