Las últimas noticias sobre desempleo en Castellón continúan en la misma linea que los últimos años. Se crea poco trabajo, precario y mal pagado. Aún así, casi 60.000 parados (un 25% de la población activa) y eso según los datos maquillados del Ministerio de Empleo. Según la EPA todavía son más. De esos parados , más de 15.600 son inmigrantes. Los extranjeros son el 50% de los nuevos parados y su tasa de cotización apenas llega al 30%.

Esto contrasta con lo que nos cuentan la clase política y económica. Según ellos, los inmigrantes vienen hacer el trabajo que los españoles no quieren hacer, el trabajo que sobra. Y no sólo es falso que quiten trabajo a los nacionales, sino que su aportación es tremendamente positiva. Pero ¿es así realmente?

Durante un tiempo lo pareció. En concreto, durante aquel espejismo llamado burbuja inmobiliaria. La patronal de la construcción necesitaba mano de obra barata para sus negocios y empezó a importar masivamente mano de obra extranjera. Mientras duró la burbuja todo parecía ir bien. Pero al pinchar, Castellón y toda España volvieron a la realidad. Y la realidad es que una provincia con un 25% de paro no puede tener a más de 93.000 extranjeros (nacionalizados aparte), la realidad es que, en un contexto de recesión, por supuesto que los extranjeros están ocupando trabajos que deberían realizar los nacionales. La realidad es que, incluso los trabajadores españoles que trabajan se están viendo obligados a hacerlo en unas condiciones laborales y salariales muy negativas, como consecuencia del exceso de mano de obra barata que hay en Castellón. Sin esta inmigración masiva nunca se habría podido aprobar la última reforma laboral. Escandaloso es el caso de la recolección de cítricos en nuestra provincia, donde las ETTs cada vez tienen mayor cuota de mercado, lo que aprovechan para contratar mano de obra inmigrante en pésimas condiciones, lo que envía al trabajador español al paro.

Se me dirá que es el empresario el que quita el trabajo al español y en parte es cierto. En especial aquellos que lo hacen porque se ven obligados a contratar mano de obra barata para sobrevivir en la crisis. Pero así no puede funcionar la economía española. El inmigrante también es víctima de la situación, pero el principal perjudicado es el trabajador y el pequeño comercio españoles. También la invasión de productos chinos y su competencia desleal nos están perjudicando, pero todos miran hacia otro lado. Se entiende que las élites empresariales y financieras quieran mano de obra inmigrante, pero se entiende menos que sindicatos y partidos de izquierdas se conviertan en sus tontos útiles

Sólo hay una solución. El exceso de inmigración debe volver a sus países de origen. No es de recibo que haya más de 15.600 parados extranjeros en Castellón y que el 40% de los mismos estén cobrando prestaciones, ni tampoco se entiende que de más de 90.000 inmigrantes coticen poco mas de 26.000, no llega ni al 30% ¿a qué se dedica el resto? ¿cómo es posible? Si de verdad vinieran a “trabajar donde los españoles no quieren” sus tasas de actividad y de cotización deberían ser altísimas pero en la realidad ocurre todo lo contrario. Son bajísimas. Especialmente grave es la situación laboral de marroquíes, argelinos o rumanos de etnia gitana. Pero todos tienen derecho a prestaciones de todo tipo, ahora incluidos los inmigrantes ilegales (unos 10.000 en Castellón) tras la última decisión del gobierno español de dar a 900.000 ilegales de toda España el derecho a la asistencia sanitaria gratuita. Se supone que venían a pagarnos las pensiones y al final vamos a pagarles nosotros la sanidad a ellos.

Si continuamos con esta inmigración masiva estamos condenados a vivir en una economía de servicios de baja cualificación, bajos salarios y alta precariedad que nunca nos sacará de la crisis, porque al hundirse el consumo se acaba hundiendo la propia economía, por lo que la inmigración masiva, más que una solución, es un lastre para nuestra economía. Desde DN llevamos años advirtiendo.

Juan Sales (candidato por DN a la alcaldía de Castellón)

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