Hoy es la efeméride de la Batalla de Trafalgar. Hoy algunos informativos en España lo recordarán. Sin ninguna duda lo recordarán en Inglaterra donde en Londres, su capital, tienen una famosa plaza con el nombre de la Batalla para recordar la fecha. Algunos artículos de opinión e incluso libros sobre la fecha. Pero ninguno de ellos contará toda la verdad. En ningún colegio o universidad les contarán los hechos completos para que no puedan llegar a conclusiones claras. Ocultarán la verdad, porque insultar a España sale barato. Nadie hará comunicados de protesta ni pegarán carteles con el «Nada que celebrar». Y es que España hace tiempo que está secuestrada y sus secuestradores siguen manejando los tiempos y financiando a los antiespañoles. Pero hoy al menos, intentaremos arrojar un poco de luz, porque nuestros héroes caídos merecen nuestro reconocimiento y los niños del mañana deben saber quiénes son y de dónde vienen.

Nos vamos a Montilla, en Córdoba, un 13 de noviembre de 1749 cuando nace Diego de Alvear en una acomodada familia. Su abuelo era famoso por las Bodegas de Montilla de nombre Alvear, que aún hoy existen. A los 20 años se alista a la Marina Española llegando al rango de Mayor General. Estudió en América y allí permaneció 18 años. Tuvo 9 hijos. 8 con su mujer y uno con una indígena guaraní (de este hijo hablaremos al final. No lo olvidéis).

Así el 7 de agosto de 1804, una expedición española compuesta por cuatro fragatas, La Medea, La Fama, La Clara y Nuestra Señora de las Mercedes, parten cargadas de pasajeros y riquezas hacia España desde Montevideo (actual Uruguay).
La expedición es mandada por el brigadier José de Bustamante y Guerra. El segundo comandante de era Diego de Ugarte, pero al caer enfermo, es Diego de Alvear el que le sustituye. Pasan a La Medea entonces, por ser la nave capitana, él y su hijo Carlos María. Su mujer y sus otros 7 hijos permanecen embarcados en la Nuestra Señora de las Mercedes y de este modo parten hacia España.

El 5 de octubre la flota está llegando a las costas del Algarve portugués, en el sur de la Península Ibérica,no lejos de Huelva, cuando 4 buques de guerra ingleses aparecen a su encuentro. Los españoles permiten que los ingleses se acerquen pues no tienen actitud hostil y además España llevaba en paz con Inglaterra desde 1802 tras la firma del Tratado de Amiens.

Sin embargo una vez a tiro, los ingleses abrieron fuego hundiendo en el acto la Nuestra Señora de las Mercedes. La mujer de Diego de Alvear y sus 7 hijos a bordo murieron junto a un total de 269 españoles y con más de 80 heridos. Él y su hijo Carlos María lo vieron todo desde La Medea.

Los ingleses apresaron las otras 3 fragatas y se dirigieron hacia Gibraltar, que desde 1713 era posesión inglesa. Allí descargaron los tesoros de una acción propia de piratas y a continuación partieron hacia Inglaterra con los prisioneros.

Pero lo peor está por llegar. En diciembre del mismo año España declara la guerra a Inglaterra por aquella agresión. El gobierno español estaba controlado por masones, con Godoy al frente como verdadero mandatario de la corte del también masón Carlos IV. Recordemos que Godoy era el sucesor del primer masón español, el Conde de Aranda.
La Batalla de Trafalgar puso punto final a aquella guerra en la que España combatió con mando francés en una vergüenza estratégica sin precedentes de los franceses. No es de extrañar,pues en 1808 la Francia de Napoleón, surgida de la Revolución Francesa, obra masónica cuya autoría no admite discusión, invade España con engaño a un pueblo aturdido y traicionado por Godoy, enlace de los masones en España. Debilitar a España para poder invadirla a placer. Ese era el plan.

Pero retrocedamos hasta 1807 en Cádiz, donde la masonería a través de Francisco de Miranda, funda la Logia Lautaro para instruir a un grupo de jóvenes masones y lanzarlos contra los territorios españoles en América y así finiquitar el Imperio Español.
Carlos María de Alvear, que había visto como asesinaban a su madre y sus hermanos en aquel ataque naval de 1804, se ha unido a la masonería inglesa, en un ataque de «síndrome de Estocolmo» sin precedentes. La mayor de las traiciones a su propia familia aliándose con los asesinos. Pero hay mas; ¿Qué sucedió con aquel hermanastro suyo, hijo de Diego de Alvear y la indígena guaraní Rosa Guarú?

Diego de Alvear lo había entregado al gobernador de Yapeyú (actual Argentina), Juan de San Martín. Aquel hijo no reconocido de Diego de Alvear era José de San Martín, que adoptó el apellido de su tutor.

Así pues Carlos de Alvear y su hermanastro José de San Martín, junto a Simón Bolívar, Zapiola y otros, acabaron formando parte de la Logia Lautaro de Cádiz, como masones destacados. Desde aquí marcharon a América como «libertadores», aprovechando la debilidad española en plena invasión francesa, para iniciar guerras contra los territorios españoles de América. La masonería ya tenía a España a sus pies y el Imperio Español se desmoronaba. Con el la fe católica, objetivo principal de la sinagoga, que era quien dirigía realmente los hilos de la masonería.

Por supuesto no es casual la situación geográfica de Cádiz. La cercanía a Gibraltar. La elección de la ciudad como plaza de los liberales bajo protección inglesa durante la Guerra de Independencia. No es casual tampoco la Constitución de 1812, mientras los territorios españoles en América caían uno tras otro. No son casuales las posteriores guerras carlistas, ni los asesinatos de presidentes del Gobierno desde Cánovas,Canalejas, Dato, Prim o Carrero Blanco. Siempre la zarpa de la masonería detrás. Su olor fétido es inconfundible.
Tampoco es casual la polémica surgida en mayo de 2007, cuando la empresa estadounidense Oddysey Marine Explorer anunció que había encontrado un barco hundido con un tesoro. Era el Nuestra Señora de las Mercedes español. Esta empresa, cuyo presidente es un magnate judío que también es productor de cine, cotiza en la bolsa de Nueva York desde 2003 con el símbolo OMEX del NASDAQ.

El tesoro fue robado (los tesoros de un barco militar hundido pertenecen al país originario según las leyes internacionales) y llevado a….¡GIBRALTAR!. Al mismo sitio a donde llevaron los tesoros de los otros 3 barcos. Desde allí fletaron un avión para llevar el tesoro hasta EEUU.

Es de justicia reconocer que España reclamó y consiguió ganar el pleito no sin enormes dificultades. Aunque parte de aquello finalmente se perdió. Nadie recordó a los 269 muertos aquel día 5 de octubre de 1804. Mujeres y niños incluidos. Siempre los mismos piratas, los mismos lugares, la misma codicia, las mismas siglas y la misma sangre. Todos ellos con algo en común; el odio a España.

Hoy es el aniversario de la Batalla de Trafalgar sí. Pero todo cobra sentido cuando se sabe la verdad completa. Cuando se entiende todo el trasfondo de la historia, y sobre todo cuando establecemos los paralelismos evidentes con la actualidad.

Recordemos hoy a nuestros caídos. Recordemos a nuestros héroes. Y jamás olvidemos tampoco a nuestros enemigos. Ellos han pasado a la historia ya con toda su vergüenza, porque aunque la escondan, siempre habrá españoles que la contarán para que la verdad no caiga jamás en el olvido. Sus grupos de poder secretos. Sus Logias Masónicas, sus ideas y su odio a España y a la religión católica, están vivas y actuando hoy. «Por sus frutos les conoceréis».

¡Honor y Gloria a los Caídos!
¡Arriba España siempre!
¡Dios con nosotros!