Tras saquear el Banco Popular y regalárselo al Santander, el banco de Ana Botín vende activos inmobiliarios por valor de 30.000 millones de euros por poco más de 5.000 millones a Blackstone, un gigante norteamericano con fuerte participación china que quedará convertido en la primera inmobiliaria privada de España. Vamos bien, en 40 años hemos pasado de ser los segundos propietarios en viviendas en el mundo a quedarnos sin casas y los españolitos aplaudiendo con las orejas al Régimen-78.

¿Y quién es el dueño de Blackstone? Stephen Allen Schwarzman es un inversionista estadounidense, administrador de capital privado y filántropo (todos estos usureros internacionales siempre son «filántropos») Es presidente de Blackstone Group, una empresa de capital privado global que estableció en 1985 con el ex Secretario de Comercio Pete Peterson. Su fortuna personal se calcula en 10.200 millones de dólares. Forbes le sitúa en el número 113 de la lista de millonarios del mundo.

Además, el gobierno anuncia el cierre definitivo de la central nuclear de Garoña, a pesar del informe favorable a su continuidad emitido por el Consejo de Seguridad Nuclear. Más allá de la situación de viabilidad que pudiera tener o de los años que llevaba en funcionamiento, lo cierto es que su cierre es otro golpe más a nuestra soberanía energética, lo que nos obligará a seguir comprando electricidad a Francia (país con más de 50 centrales nucleares) y también otro golpe más a nuestro bolsillo, pues la factura de la luz será más cara ¿cuál es el plan energético alternativo? no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que España, en su momento, estuvo en la vanguardia de la energía nuclear, pero en los últimos 40 años, como en tantas otras cosas, nuestros gobernantes se han dedicado a desmantelar nuestra soberanía energética llevándonos a una brutal dependencia del exterior.

Como ya denunciamos hace unas semanas, a esto hay que añadir el plan de China para quedarse con los principales puertos de España. Parece que haber arrasado a parte de nuestra industria y a casi todo nuestro pequeño comercio no es suficiente para el país asiático. Quieren más.

Y mientras tanto, en España sólo escuchamos discursos triunfalistas sobre el «milagro económico» del gobierno. «Milagro» desmentido por la realidad y que economistas como Roberto Centeno desmontan una y otra vez en sus artículos. Esa es la realidad de la España del año 2017. Sin economía nacional, con la deuda fuera de control y totalmente vendidos al anglosionismo financiero y a China que, como hacen siempre los acreedores en estos casos en los que la deuda es impagable, se cobran en riqueza real. Los chinos quieren nuestra economía productiva y los anglosionistas prefieren cobrarse en territorios, por eso apoyan la independencia de Cataluña, como apoyaron durante siglos la de nuestras provincias de América. No para que fueran realmente «independientes» sino para quedárselas ellos.

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