Visto el fracaso en España de las opciones políticas autodenominadas “patriotas” para conseguir representación en Bruselas en estas elecciones del 25 de mayo de 2014, ha llegado la hora de hacer una breve reflexión de las causas que han impedido desde la base, desde simpatizantes y militantes de opciones varias, la consecución de los objetivos políticos que se pretendían en las elecciones. Se define el patrioterismo como un “amor excesivo a la patria”. Esta definición literal del mismo impide afirmar que en España exista realmente este defecto entre la población de manera detectable, dada la desafección de buena parte de la Nación española actual hacia su patria (que queda plasmada en el aumento vertiginoso del voto hacia el independentismo vasco o catalán). Sin embargo, voy a atreverme a proponer otra definición del patrioterismo más acorde con el fenómeno humano que está en la base del fracaso de diversas opciones patrióticas: Hay una serie de personas clasificables en varios tipos psicológicos que presumen de algo de lo que carecen, y por ello me gustaría clasificarlas como “patrioteras” dando con ello a entender que no se corresponden sus hechos con ese pretendido amor a la patria del que alardean.

¿Cómo se puede pretender la tan cacareada unión de las fueras nacionales con personas que en lugar de sumar restan? A mi juicio, los “patriotas patrioteros” a los que me refiero se clasifican en 7 categorías:

1ª) El patriota liberal (peperito y derivados –VOX, Ciutadans, etc.-). Ser liberal y patriota es una contradicción, porque las bases filosóficas del liberalismo (invento político creado en la archienemiga Inglaterra) conducen a un ecumenismo incompatible con el patriotismo o verdadero nacionalismo (o el ecumenismo relativista del multiculturalismo o el de la pseudo-teología de los “derechos humanos”). El patriotero peperito se sorprenderá continuamente cómo un partido que cree patriota como el PP permite la derogación de la doctrina Parot, el acercamiento de los terroristas o la excarcelación de Bolinaga. Sus lloriqueos plañideros contra el PP no le impedirán votarlo porque “peor es que ganen los rojos” sin querer creer nunca que el PP es uno de los dos principales sostenes de esta farsa a la que llaman “Estado de Derecho democrático y social”. Traducido en su lenguaje y para que lo entienda, el PP es “el policía bueno”, mientras el PSOE es “el policía malo”. Eso sí, desconoce o no quiere saber nada de que el PP ha sido mucho más represivo contra los patriotas que el PSOE, en especial creando los tipos penales de delitos de opinión.

2ª) El patriota mediático (el patriota digital). Piensa que por crear un medio de comunicación en internet con cierto eco en el ambiente patriota (eco que en parte consigue sumando uno o dos ceros a la derecha del contador de visitas que utilice) automáticamente va a crear un movimiento patriótico y todos los que llevan décadas tratando de hacer algo van a ponerse a sus órdenes. Presume de saberlo todo, pero en realidad sabe muy poco de casi todo (salvo de periodismo sensacionalista): Escasos conocimientos de Ciencia Política y ni puñetera idea de Derecho. Eso sí, mucha demagogia y amarillismo. Cambia de amistades y aliados políticos como una veleta. Un día eres para él Dios y a la semana siguiente el Diablo. Sus maniobras políticas con ciertos compañeros de viaje a los que acaba recurriendo, -pese a haberlos criticado duramente en el pasado como “falsos patriotas”-, le hacen sospechoso de pertenecer también a la séptima categoría de esta lista a la que dice detestar.

3ª) El patriota cibernético (ciberpatriota). Es el que acostumbra a enviar decenas de mensajes pidiendo explicaciones o aclaraciones sobre el partido o su programa por no molestarse en leer la actualidad del mismo o el programa. Sugiere magníficas estrategias de acción a los dirigentes de una organización política, cómodamente desde su casa y sin participar en acto alguno ni enviar alguna propuesta por escrito trabajada y fundada. A menudo se queja de la desunión de las llamadas “fuerzas nacionales” y clama por la unidad de los patriotas como sea y con quien sea. Dada su ociosidad y su necesidad de sensaciones que llenen su vacío, es muy fácil de manipular por el de segunda categoría, que le llega a convencer de que diga “Diego” donde decía antes “digo”. De hecho, el pseudo-patriota de segundo nivel no sería nada sin la cohorte de admiradores que provoca en los de la tercera, estableciéndose una relación política comparable a un “harén masculino” que rodea a un obeso eunuco, y que no se traduce lógicamente en la erótica del poder, sino en la impotencia política al ir contra el orden natural de las cosas.

4ª) El patriota purista: El que no tiene valor como él para ponerse una boina roja o una camisa azul no es verdadero patriota, y de él no quiere saber nada. Está anclado en el pasado y su actividad política se reduce a compartir ciertas vivencias con nostálgicos como él. Una prenda o símbolo del pasado vale más que el interés de España en el presente. No asume que vive en una época en la que todo lo que añora pasó a la historia.

5ª) El patriota papista (más papista que el Papa). Antepone al interés de nuestro Estado una idea peculiar de su catolicismo (que por supuesto no tiene nada que ver con el catolicismo tradicional, pues es una mezcla de algunos aspectos del tradicionalismo y democracia cristiana post Vaticano II) pretendiendo algunos de ellos incluso la subordinación del interés nacional de España al Estado Vaticano.

6ª) El patriota hortelano (ni come ni deja comer): Es el que te tiene media hora al teléfono para decirte en el último minuto que no votará a nadie en las elecciones porque no merece la pena, o el que te envía un escrito de quince folios en el que argumenta por qué hay que abstenerse, o pidiendo explicaciones de por qué tiene que votar a tu partido.

7ª) El falso patriota (el incitatus o provocator): Este es tan antiguo como el Imperio Romano, donde abundaba para vigilar los delitos de “lesa majestad” contra el Emperador. “El último de la promoción pasó a la Brigada de Información”, decía una canción de División 250. Algunos incluso creen que estando dentro de los servicios de inteligencia dirigidos por la casta hacen un gran servicio a España, como dice la propaganda para el enganche. Esta es una de las principales causas del retraso de 40 años del patriotismo español respecto al auge de los movimientos nacionalistas del resto de Europa (con excepción de Portugal). El Incitatus trata de introducirse en todos los partidos del área, pero abunda en unos más que en otros, sobre todo en aquellos en los que alguno de sus dirigentes tenga cuentas pendientes con la Justicia. Uno de sus principales instrumentos de actuación es la web, y por eso puede ser también el de la segunda o tercera categoría, de entre los que destacan los trolls, algunos de los cuales son patrocinados por patrioteros de la segunda. Lo mejor que se puede hacer respecto de estos es sencillamente pasar de ellos, salvo si se es dirigente, en cuyo caso se debe proceder con contundencia expulsando al traidor de la organización previo aislamiento para que no contamine al resto.

DN siempre ha tenido claro que NINGUNA de las citadas categorías puede pretender ser militante de DN por mucho tiempo. Podrán seguir engañando a parte del llamado “patriotismo español” con falsas banderas de enganche, pero a nosotros no nos engañarán, sobre todo después de experiencias del pasado, algunas todavía muy recientes.

Rodrigo Manrique.

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