“La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos” -Konrad Hermann Joseph Adenauer
Los políticos somos nosotros, y la política solo la hace el pueblo. Fuera de este principio, origen, de la política real, es todo una pseudociencia. El pueblo hace política en sus hogares, en familia, hace política en la calle, en sus diversas relaciones, en muchos otros círculos y situaciones sociales. Es una ética para una convivencia social armoniosa,cuyo objetivo es el bienestar de todos.
La sociedad actual no muestra esa ética, mostramos los comportamientos y respuestas a los estímulos que una pseudoeconomía dirige y controla, eclipsando el espíritu cristiano, fabricando falsas religiones vinculadas a esta moral junto a sus falsos dioses. La “religión” más peligrosa es el “ateísmo”, disfrazada de ausencia de Dios, disfrazada de “no religión”, la que en sus prácticas y efectos tiene como dios al sistema, a su gobierno y su ciencia, dejando al individuo desconectado de su propia naturaleza y obedeciendo las órdenes de ese dios de la mentira y genocida.
Las políticas sociales nunca fueron del todo un verdadero peligro para el sistema, muchas de ellas se mantuvieron y permanecieron años en diferentes nacionalismos. La Banca internacional es una experimentada profesional en crear los conflictos en el lugar necesario para ese momento y hacer desaparecer toda obra social, todas las obras que no la alimenten. La política utilizada como un fin termina creando una organización económica a la que llaman “Estado”, incluyendo las sociales.
Cuando las políticas sociales son utilizadas como un medio, velando por los derechos del pueblo, aun siendo el pueblo inconsciente de sus derechos, cuando no cabe moralmente la usura ni la esclavitud, cuando se muestra una forma de vivir , y no de sobrevivir, en el respeto y admiración a toda forma de vida y al servicio de su protección, el fin es el principio de toda sociedad humana, el Cristianismo, donde los intermediarios de la banca internacional no tienen nada que vender y las diferentes religiones no les queda más que reformarse o desaparecer ante el despertar de consciencia del pueblo en ausencia de sus mediadores.
Éste es el verdadero peligro, cuando ambas columnas empiezan a desmoronarse. Sin Cristianismo no hay verdadera política, es la base para la práctica social ética y moral de todos los humanos que forman el pueblo; La política es solo un medio para dar forma a esa práctica y existencia de esos pueblos, donde los niños son el pasado, el presente y el futuro.
Han secuestrado la política, han secuestrado el Cristianismo, y por ende nuestra libertad
Asunción Argüello
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