Poca gente sabe que nuestro continente debe su nombre a un mito surgido en la antigua Grecia. Cuenta la leyenda que una gentil y hermosa dama llamada Europa, consiguió enamorar al mismísimo dios Zeus, Éste, al verla, quedó totalmente hechizado ante su belleza. Ya absolutamente embelesado, ideó un astuto plan para raptarla, recurriendo a un sagaz sortilegio, transformándose él mismo en espléndido y robusto toro blanco que, aproximándose a ella poco a poco, supo ganarse la confianza de la delicada e ingenua muchacha. La joven dama, atraída ante tan agraciado ejemplar, cabalgó a su espalda, momento éste en el que Zeus huyó junto a ella lejos de allí, despojando a la apacible y cándida Europa de todo cuanto conocía.

En la actualidad, resulta llamativo comprobar cómo, al igual que ocurre en el mito, Europa ha sido secuestrada, pero no por un dios prendado de su belleza, sino más bien por un grupo de vulgares mortales con intereses mucho más profanos, procedentes del mundo de la política y las finanzas, que, a juzgar por los falaces métodos empleados, parecen buscar la devastación de nuestro continente, tanto en el plano material como en el espiritual.

El principio del fin

Pero remontémonos por un momento al origen «terrenal» de este entramado denominado Unión Europea…

En contra de lo que se nos suele referir, los antecedentes habría que buscarlos en el, para muchos todavía desconocido, «Plan Kalergi» de 1923, ideado por el conde Richard Coudenhove Kalergi. Este plan consiste en la importación masiva de inmigrantes no blancos a Europa con el objetivo de producir una sustitución de población en todos los países europeos.

Lo que se nos suele contar oficialmente sobre los primeros conatos de la creación de una Europa unida proceden de 1946, un año después de la victoria de los «aliados» (fecha clave en muchos acontecimientos que van a producirse a partir de ese momento). En ese año, Winston Churchill pronuncia un discurso en la ciudad de Zúrich. En su disertación, solicita el establecimiento de los Estados Unidos de Europa para, según él, conseguir la armonía entre los europeos y poner fin a los conflictos.

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¿Qué pretendía el conde Kalergi?

Subsiguientemente, se fue desarrollando dicha unificación con el llamado Plan Schuman, cristalizándose todo ello en la alianza producida entre Francia y Alemania mediante un tratado económico que pone término a las rivalidades entre ambos debidas a las fricciones comerciales que generaba la exportación de carbón y acero por parte de Alemania y Francia, respectivamente.

Llegamos a 1957, año de la nefasta creación de la CEE (Comunidad Económica Europea) y, posteriormente, al Tratado de Maastricht en el 92, posterior a la caída de muro de Berlín. A partir de aquí la descomposición de Europa ha ido in crescendo, todo ello en paralelo a su derrumbe en picado en todos los ámbitos, tanto económicos como culturales, espirituales o étnicos. El motivo de esto hay que rastrearlo en la propia y engañosa naturaleza del proyecto de la UE, cuyo objetivo genuino es crear un estado federal a costa de vaciar de soberanía a las distintas naciones para entregar después ese poder a una institución supra nacional de carácter privado. Una institución en la que sus miembros no son elegidos democráticamente. Un ente burocrático dominado por liberales globalistas, y progres al servicio de un designio de unificación mundial dirigido por instituciones internacionales del mundo de la banca y las finanzas que están convirtiendo Europa en un estado totalitario al más puro estilo soviético, y con el que, «curiosamente», tiene muchas similitudes. Veamos algunas de ellas.

Como en la URSS

Al igual que ocurría en la Unión soviética, la UE está formada por personas no sometidas a ningún control por parte de los ciudadanos europeos. Ejerce su poder desde una institución central radicada en Bruselas (Comisión europea), desde la cual se nos exige a los diferentes miembros de la unión que dejemos a un lado nuestras desigualdades culturales, religiosas y tradicionales en aras de un proyecto común de carácter más abierto en el que tengan también cabida otras culturas y pueblos totalmente alejados y contrarios al carácter occidental.

De la misma manera que ocurría en la URSS, la UE nos impone sus doctrinas mediante una descomunal propaganda orwelliana difundida a través de sus medios de comunicación. Toda la información que pasa por estos medios está esmeradamente filtrada y ha pasado por previos y estrictos controles de censura. Estos medios se dedican a promover sin descanso una visión totalitaria de la realidad, totalmente contraria a la verdad, en la que la manipulación de los hechos, tanto de nuestra historia pasada, como la de los acontecimientos actuales, es constante, llegando incluso a retorcer también la propia naturaleza biológica de las cosas, para tratar de convencernos de que no existen diferencias de sexo entre hombres y mujeres, así como tampoco según ellos, entre las diferentes razas humanas. Todas las tesis marxistas de La Escuela de Frankfurt se han puesto en marcha a la vez en todos y cada uno de los diferentes países que constituyen este nuevo ordenamiento global, a través de la política y los medios de comunicación que ellos controlan a su antojo (TV, cine, cultura, prensa) y de las instituciones de enseñanza (Escuelas, Universidades etc.).

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¿Funciona la UE como la URSS?

Esta feroz censura es implementada desde todos los mecanismos de influencia de este proyecto totalitario, silenciando a toda oposición que ose cuestionar algún punto de su agenda globalista. Véase lo que ocurre con la disidencia en temas de inmigración o, también, las diferentes divergencias en lo que ellos denominan en su neolengua «género» (diferencias biológicas entre el sexo masculino y femenino).

Al igual que ocurría en la Unión Soviética con los «Gulag» donde enviaban a los disidentes, la Unión Europea tiene los suyos propios: el ostracismo y la marginación.

Muy revelador también de los verdaderos motivos de esta engañosa unión es el hecho de que el predecesor de la Unión Europea adoptase el nombre de CEE (Comunidad Económica Europea) dando relevancia a la palabra “económica” evidenciando así, el carácter netamente materialista del proyecto ,y mostrando indirectamente a los responsables detrás del mismo: los liberales, para los que no existe nada más importante que los motivos económicos, pasando por alto cualquier otra consideración de carácter espiritual, cultural o étnico. Así se entiende su primordial insistencia en eliminar cualquier barrera material (fronteras) o comercial (aranceles), permitiendo de esa manera el libre tránsito de mercancías, capital y, sobre todo, personas, a todo el territorio europeo, dando así inicio a la sustitución de los europeos que ya planteara el masón Kalergi,como verdadero germen del proyecto europeo.

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Los nuevos europeos

Quedaba una única cosa para concluir de dar forma a este experimento des homogeneizador: Una moneda única: el Euro, que, administrado a través del Banco Central Europeo desde la ciudad de Frankfurt, y mimetizando el funcionamiento de la Reserva Federal en EEUU (de la cual depende), “presta” dinero a los estados atándoles así a la esclavitud de la deuda con el sistema impidiéndoles crear moneda propia. Al mismo tiempo que hace a estos estados dependientes, o mejor expresado, rehenes de esa banca. Una estafa muy lucrativa que además les convierte en dueños absolutos de los estados, con un dominio determinante en la política interior y exterior de los mismos.

La emisión de la moneda común administrada por manos privadas, se ha convertido en el eje sobre el que gira todo cuanto se desenvuelve dentro de la UE. Quien paga, manda. Absolutamente todas las políticas que se han efectuado en nuestro continente desde la creación de la UE y el Euro en el terreno económico, geopolítico o social (inmigración, feminismo, género, familia…) vienen determinadas por este pequeño grupo de personas que manejan la gran banca. Ellos deciden quien vive y quién no.

Mi anillo, mi tesoro

Haciendo una analogía con el anillo de Tolkien, que a su vez bebe del anillo de los Nibelungos (la lucha entre lo material y lo espiritual), la UE y el Euro vendrían a ser como la representación del anillo maldito en la famosa novela.  No puedo evitar recordar la famosa frase escrita en la Lengua Negra de Mordor: “Un anillo para gobernarnos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos y atarlos a todos en las tinieblas».

De nosotros depende si optamos por sucumbir ante el mal y desvanecernos en silencio dentro de este anillo endiablado llamado UE, en manos de dementes degenerados. O, por el contrario, preferimos expulsar lejos de nosotros esta nefasta unión y tomamos de nuevo con fuerza las riendas de nuestros destinos para regresar a nuestras reconocibles y seguras naciones.

O.C.

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