Otro año más, contemplamos cómo los principales partidos políticos, especialmente los partidos de la derecha, celebran el aniversario de la Constitución de 1978. Este año con más dificultades que nunca, ya que cada vez más españoles se van dando cuenta de que dicho texto es papel mojado y que no sólo es incapaz de evitar nuestro hundimiento nacional, sino que ha sido directamente co-responable de la situación en la que estamos.

Normalmente, los políticos empezaban sus discursos pro-Constitución diciendo que la misma nos había llevado a “la mejor época de nuestra historia” y que “estábamos mejor que nunca”. Pero este año lo han tenido bastante difícil. Con millones de parados, separatismo en pleno auge, un 50% de paro juvenil, con 12 millones de pobres y el barco haciendo aguas por todas partes, es complicado decirle a la gente que “estamos mejor que nunca”.

La Constitución, o se incumple sistemáticamente o es incapaz de hacer frente a los problemas de los ciudadanos. Habla del derecho al trabajo y a la vivienda, habla del derecho a la sanidad y a pensiones públicas pero vemos en el horizonte su gradual privatización, habla de defender sectores básicos de nuestra economía pero desde 1978 hemos visto lo contrario: privatizaciones masivas y el desguace de nuestra economía productiva, no concede en exclusiva al Estado el derecho a emitir moneda, lo que nos ha llevado a los mayores niveles de impuestos y deuda de nuestra historia, ha permitido que las rentas del trabajo sean cada vez menores y las del capital mayores…La Constitución fue una imposición de los poderes globales a España, un texto que prácticamente les fue entregado ya hecho a los que supuestamente la escribieron, con el objetivo básico de robarle a España la soberanía nacional. A través de los artículos 93 y 96 vació al Estado Nacional entregando todo tipo de competencias a instituciones internacional-globalistas.

Pero también vació al Estado por debajo. Creó el nefasto Estado de las Autonomías, incluyendo el demencial artículo 150.2, que no ponía límites al proceso de transferencias del Gobierno Nacional a las autonomías. Entregó el sistema educativo de algunas regiones a los independentistas, mientras que la supuesta alta inspección del Estado era ignorada por los mismos que hoy celebran la Constitución. Permitió la existencia de partidos independentistas e incluso pro-etarras como Herri Batasuna. Habla del derecho a estudiar en español pero luego ha permitido las “normalizaciones lingüísticas” que no es otra cosa que la gradual erradicación del español de la educación pública, llevada a cabo no sólo por separatistas, sino también por el PP y el PSOE.

Habla del “control de nuestras fronteras” que luego son violadas por tierra, mar y aire por millones de inmigrantes ilegales sin que nadie mueva un dedo por evitarlo, habla de la “nacionalidad española” a la que luego se vacía de contenido, ya que es regalada a todo el mundo. La Constitución ha sido incapaz de evitar el traspaso de nuestra soberanía a Bruselas, incapaz de hacer frente a la corrupción, a la desaparición de nuestros derechos sociales y laborales, al aborto en masa, al holocausto demográfico español, a las drogas…

Por no hablar de sus contradicciones: se refería a España como “nación” pero al mismo tiempo calificaba a algunas regiones de “nacionalidades”, disparate jurídico que nadie supo explicar, dice que todos somos iguales pero los indultos y el fraude fiscal son sólo para unos pocos, dice que las autonomías no deben permitir privilegios económicos, pero algunas disfrutan de conciertos económicos, no permite la unión de autonomías pero la región vasca puede anexionarse la navarra, habla de justicia independiente pero todos sabemos quién elige a los jueces…

Además, tras la última reforma constitucional impuesta desde la UE, por la que el pago de la deuda externa es preferente ante cualquier otro gasto público, los motivos para defender la Constitución son aún menores. Hoy, en vez de dar marcha atrás a todo este proceso destructivo, los políticos quieren dar otro paso adelante, llevando a cabo una nueva reforma que de nada servirá. Reforma que transformará a España en una especie de monarquía confederal balcanizada con Felipe VI de rey florero para hacer creer a los ingenuos de siempre que España sigue existiendo de alguna forma, cuando lo único que se conseguirá es seguir el mismo camino en el que hemos estado hasta ahora.