Con el actual proceso separatista en marcha en Cataluña (y pronto en otras regiones) desde algunos sectores de la Derecha se acusa a los separatistas de “querer romper España”. La realidad es que España se rompió hace muchos años, y no fueron los separatistas precisamente.

España empezó a romperse a principios de los años 60, cuando desde Estados Unidos y los grupos de poder mundial que orbitan a su alrededor, decidieron empezar a preparar la España post-Franco. Para eso, contaron con toda una innumerable plaga de colaboradores desde dentro de España, aquellas “élites españolas al servicio del extranjero” que Carrero Blanco había identificado como uno de los cuatro enemigos de España (los otros eran la masonería, el comunismo y el capitalismo radical)

España se rompió un poco más el 20 de diciembre de 1973, con el asesinato del propio Carrero, tras su entrevista con el sionista Henry Kissinger, y se rompió del todo en el proceso llamado Transición, un proceso diseñado por la CIA americana, con la colaboración de las élites francesas, alemanas y, por desgracia, también de las españolas. Del Rey Juan Carlos para abajo. Con una diferencia: las élites extranjeras trabajaban en beneficio de sus países. Las españolas no.

Este proceso terminó en el certificado de ruptura definitiva de España: la Constitución de 1978. En ella se daba inicio a la destrucción de la soberanía nacional de España, por debajo y por arriba. Por debajo, transfiriendo todo tipo de competencias a las autonomías, permitiendo la existencia de partidos separatistas y dándole a esos partidos herramientas fundamentales como la educación, la cultura, medios de comunicación y una sobre-representación exagerada a la hora de poder formar gobiernos a nivel nacional. Aún peor, a nivel nacional la educación y la cultura se entregaron a la izquierda, que empezó (y continúa hoy) un proceso de des-nacionalización sin precedentes, ridiculizando y burlándose en todas partes (películas, series de televisión…) de cualquier sentimiento nacional o patriótico.

Por arriba, y aun peor, se entregó la soberanía a instituciones extranjeras globalistas. A través de los artículos 93 y 96 de la Constitución, montones de soberanía fueron entregados a la UE, al BCE, a la OTAN, a la ONU…incluidas soberanías tan básicas como la monetaria o la militar. Desde entonces, hemos asistido a la destrucción económica, industrial, militar, cultural y familiar de España. Nuestra Nación está rota por todas partes, endeudada hasta el cuello, hundida demográficamente, por lo que hemos de importar inmigrantes en masa. Una oleada tercermundista que se nos llevará por delante, en especial la oleada islamista.

El actual proceso separatista es un episodio más de nuestra ruptura. Y, de nuevo, las mismas fuerzas anglo-sionistas que diseñaron la Transición vuelven a aparecer. No parecen casuales los encuentros de Artur Mas con el embajador USA en España y su visita a Israel días antes de marcar el 9-N como fecha de la pasada consulta separatista. Hasta la prensa de derechas reconoce, de mala gana, la posible influencia de ambos países en dicho proceso (la misma prensa que les apoya, curiosamente). La misma influencia anglo-sionista que diseñó la Transición, los mismos grupos de poder internacional que diseñaron la muerte de Carrero, el 23-F o el 11-M. Los mismos que nos han tutelado y hundido durante 40 años, porque España no puede ser fuerte. Porque “cuando España es fuerte, es peligrosa” (Kissinger). Esos grupos de poder son los que rompieron España y hoy la siguen rompiendo, junto a las mismas élites políticas, mediáticas y financieras españolas de antes

https://youtu.be/M3v1o0v55Sk