Hasta finales de los años 90, era habitual presentarse como candidato en una empresa y hacer la entrevista directamente con el jefe o con un responsable. Hoy han sustituido el cara a cara la entrevista y el apretón de manos por un trozo de papel con foto al que llaman currículum. El departamento de selección se encarga de realizar la selección de los candidatos, se supone, en función de unos criterios profesionales, pero yo personalmente no me lo creo y perdonadme si dudo de estos «profesionales» de la guillotina al observar que la atención al público, la productividad, la profesionalidad y la calidad de los servicios en todo el país van cada vez a peor.
Un día cualquiera vas al centro comercial a realizar tus compras y nadie te da los buenos días, puede que no estén obligados, pero tampoco saben indicarte dónde está la sección de electrónica ni por dónde se va al WC y tampoco cuentan con actitud, sin embargo estas personas pasaron el filtro del seleccionador. Los departamentos de selección exigen demasiados requisitos a los candidatos españoles incluso para desempeñar cargos que sólo requieren de esfuerzo o habilidad para al final, terminar contratando extranjeros por debajo del convenio o para beneficiarse de algún descuento estatal.
Puede que la curiosidad te haya llevado a acudir a uno de esos centros en los que buscaste trabajo y después de haber sido excluido, hayas comprobado en primera persona que el candidato que ha ocupado tu lugar, ni muestra interés, ni posee cualidades que tú no tengas esto es normal, vivimos en el país del cuñadismo, no basta con tener cualidades para tener suerte en la vida, hay que tener cuñado, salir bien en una foto, estar afiliado a algún sindicato y darle mucha pena al personal que te contrata contándole que vienes de muy lejos y tienes cuatro hijos allá en el Perú. Si además el estado subvenciona por contratarles, mejor que mejor.
Volviendo al perfil del seleccionador, sin entrar en sus capacidades, tú, que pasas de los cuarenta y llevas cotizando veinte años, estás ahora frente a un niño recién salido de la universidad que te mira por encima del hombro porque tú vienes de la E.G.B y él pertenece a la «generación mejor formada». Se cree superior por ser bilingüe, un niño con «camisa cool» que no sabe lo que es ensuciarse las manos, doblar la espalda y sudar es quien tiene la llave del futuro de tus hijos. Si tienes suerte y esta persona es conservadora, con criterio y empatía, tendrás una oportunidad, al fin y al cabo el puesto no requiere un máster, en el peor de los casos, este sujeto será podemita, te pasará el escáner visual y olfativo esencial para detectar si eres de los suyos y rematará la faena diciendo que lo siente, pero no cumples con el perfil.
De esta forma llevamos diez años, una generación perdida, gente que no ha podido terminar de pagar sus casas y el banco se ha quedado con las llaves, cinco millones de parados, la mayoría sin ningún tipo de ayuda ni económica ni de reinserción y los departamentos de selección de las empresas españolas, en manos de neonatos en fase hormonal mandando al paro a miles de españoles para contratar a miles de extranjeros. De esta forma es imposible que un español pueda independizarse, formar familia y tener hijos.
¿Estamos ante un caso de discriminación inversa o es simplemente el modelo de Melilla, en el que el PSOE ofrecía trabajo a cambio de votos? ¿o la trama de Podemos Puerto Real, que ofrecía trabajo, papeles y residencia a extranjeros a cambio de comisiones? Las instituciones, las ONG y los CITE de los sindicatos hacen posible que un extranjero tenga trabajo en España incluso antes de hacer las maletas en su país.
Los españoles no estamos en buenas manos y las izquierdas desde su posición de defensoras de los obreros son las primeras en darnos la patada y marginarnos.
Jesús Padilla.
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