Como dijo León Felipe, «he visto que la cuna del hombre la mecen con cuentos». Sí, porque ahora las leyes LGTBI no mecen cunas de hombres ―intolerable machismo―, sino que lo que sus arrullos arcoirisados acunan son criaturas, que el día de mañana elegirán si tienen pene o vulva, o vete a saber qué órgano psicodélico… Y no me digan que estas paparruchas no son cuentos.
Cunas con cintas arco iris, a las cuales mandarán a brujas corujas que profetizarán con sus vudús y sus tarots en qué categoría de la pluridiversexualidad los incluyen.
¿Que cantarán a estas criaturas los guardadores/guardadoras? ¿Quizás aquella de «¿Eres tú mi princesito azul que yo soñé?», al ritmo de una conga, baile LGTBI por excelencia.
He visto también que el cerebro de los españoles los lavan con cuentos, con historias mágicas vomitadas por mediáticos cuentistas, donde unos reyezuelos de la nada, predicadores puño en alto de aleluyas laicos, tararean sus internacionales para dormirnos, vendiéndonos crecepelos, prometiéndonos cambios ―incluso de sexo, oiga― que nos llevarán ―mediante un gobierno «progresista»―, a una Arcadia feliz que ningún gobierno ha entrevisto siquiera, y ya llevamos siglos de democracia. Cuentos y más cuentos; mentiras y más mentiras.
Ya desde la más tierna cuna nos han venido con el cuento de que los republicanos eran los principitos rojos, enfrentados a lobos azules que querían devorar nuestras libertades. Sí, sí… República masónica encarnada en la libertad y la democracia, cuando su objetivo era desarrollar una revolución que condujera a España a la dictadura del proletariado, Jauja de las libertades, paraíso staliniano donde, como diría Azaña, «España, por fin, ha dejado de ser España».
Nos quieren gobernar con cuentos. Por ejemplo, el partido podemita ―el más cuentista de la galaxia― quiere sacar una ley con el fin de erradicar la pobreza infantil, adjudicando a cada niño en situación de riesgo 1200 € anuales. Loable empresa teñida de una colosal hipocresía, pues las hordas luciferinas, a la vez que persiguen limpiar las calles de esas multitudes de niños con barrigas biafreñas que según ellos tenemos en España, se olvidan de dos pequeños detalles: en primer lugar, que cuando el Ayuntamiento de Madrid intentó poner en marcha comedores veraniegos para niños que en teoría pasaban hambre, se llevaron la sorpresa de que solamente eran unos cuantos, y entre ellos no abundaban los españoles, que digamos. O sea, que la medida va orientada sobre todo para niños de inmigrantes, y no es porque no tengan medios, sino porque, inmersos en la economía sumergida, éstos no salen a flote, con lo cual, en esto como en tantas otras cosas, roban esos recursos a los españolitos necesitados autóctonos.
La segunda gran mentira, el segundo gran cuento es una demostración vergonzante de la hipocresía que se gasta esta chusma, untada con millones de dólares por gobiernos despóticos, poseedores algunos de un patrimonio de cientos de miles de euros, de los cuales no dedican ni uno solo a dar de comer a ninguno de sus pobrecitos biafreños españoles, ni uno solo para poner comedores que palíen el hambre esas multitudes de harapientos, a lo que sí se dedica la Iglesia, esa institución rescatadora de «la gente» con la que quieren acabar ellos, los que iban a rescatar a las famélicas legiones con su puño
en alto… pero, eso sí, bien cerrado para no dar nada que no sean mamporros a sus enemigos.
Y la tercera hipocresía es la más grave, porque nos vienen con el cuento de la pobreza infantil que hay que rescatar mientras proclaman el derecho al aborto libre y sin plazos. ¿Quién rescatará los pobres niños torturados y asesinados en el vientre de sus madres? Como decía aquél: pobre niño, nadie te rescatará cuando te hayan matado.
Cuentos y más cuentos, princesitos y principitas que quieren poner en las escuelas, con el cuento de que los pobres son marginados y sometidos a acoso, y deben tener sus derechos el día de mañana. Según afirma el hada pepera de los LGTB ―la Cifuentes―, España es el país que más reconoce los derechos del colectivo LGTBI. Sí, es puro cuento que a través del adoctrinamiento LGTBI en las escuelas a los pobres infantes busquen reivindicar sus derechos, pues ya tienen en abundancia, constituyendo con frecuencia una forma escandalosa discriminación positiva. Puras mentiras, pues lo que realmente buscan es hacer proselitismo, propaganda, sumar a sus filas a los adolescentes confundidos por tan ominosa publicidad. ¿Objetivo real?: pues reducir la población mundial, según los dictados del NOM.
Y luego se llenan la boca hablando de democracia, nos cuentan cuentos sobre que vienen a devolver al pueblo sus derechos y libertades arrebatados por la derecha, cuando todos sabemos que el puño en alto y la internacional están reñidas con la democracia, que el modelo comunista que figura en su horizonte es el gran violador de los derechos y libertades humanas, apoteosis de chekas, gulags, hambrunas, persecuciones y campos de exterminio. Puro cuento, maquiavélica hipocresía.
Cuentan que sí se puede… se puede hundir a un país aumentando hasta el paroxismo el déficit público, machacando a impuestos a las clases medias y bajas con el fin de mantener a ninis e ilegales, a famélicas legiones que sólo existen en su imaginación.
Dicen que no son corruptos, que son los salvadores de la patria, que sus cargos dimitirían cuando fueran sometidos a una imputación… Puro cuento, vergonzosas mentiras, que estos imputados relatan en forma de cuentos.
Quieren gobernar España, pero esto es otro cuento, puesto que lo que quieren es destruirla. Nunca nos gobernarán, pero, si un día alcanzaran el poder, sólo podrían ejercerlo en un país llamado «PluriVallekas».
Y el himno de España lo ahogan con cuentos en forma de silbidos; y las banderas de España en sus mítines las ahogan con banderas gays; y a las iglesias querrían mecerlas cantándolas esas nanas que hablan sobre que «Arderéis como en el 36», mientras se llenan la boca con la palabra democracia. Pretenden legalizar la blasfemia, pero al mismo tiempo elaborar una ley-mordaza tiránicamente represora sobre cualquier comentario contrario a la ideología de género. Y luego protestan por la ley gubernamental que pretende garantizar la seguridad ciudadana, acusándola precisamente de ser una «ley Mordaza».
Porque no vivimos en una democracia, señores, sino en un cuento, en una España virtual donde nada es lo que parece, donde por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas, y por los hemiciclos los podemitas contadores de cuentos.
Me han querido dormir con los cuentos, pero yo me los sé todos. Y así, puedo decir aquella magnífica frase: «Es divertido escuchar la mentiras, cuando se sabe ya toda la verdad».
Me complace saludarle, señor Benítez Grande-Caballero.
En esto que ya no es España, sino los despojos de España, o los escombros, o las cenizas, es difícil encontrar gentes que no sean rojos o que por lo menos no acepten sin pestañear los «postulados» rojos, difícil encontrar gente con el cerebro sin lavar y con las que sea posible mantener una conversación, difícil encontrar gente que sea consciente de lo que está sucediendo a su alrededor.
Podremos reconocerlo o no, pero la verdad es que nos han robado España y la están matando, nos han despojado de nuestra identidad y nuestro futuro, nos han aniquilado ya como nación y están acelerando el proceso, que ya no tiene vuelta atrás, de aniquilación de nuestra civilización y de nuestra raza. Esto hoy es obvio para cualquiera que no se niegue a mirar. Y usted lo sabe. La afirmación de que no hay vuelta atrás no es un ejercicio de pesimismo, sino de realismo, algo que puede demostrarse. Mientras aquí estamos encantados con este genocidio inconcebible de nuestros bebés que llaman eufemísticamente «aborto libre»; mientras aquí estamos encantados con una tasa de reproducción que nos conduce vertiginosamente a nuestra desaparición; mientras aquí estamos encantados con el odio a la Vida; mientras aquí estamos encantados consumiendo el opio del pueblo: fútbol, bares, espectáculos varios, «diversión», alcohol, drogas, pornografía, juegos informáticos, móviles, «periódicos», «televisión», redes sociales, tecnología, feminismo, feminización, homosexualización, todo arrollador, sin oposición…; mientras los chinos sólo piensan en trabajar, nosotros sólo pensamos en la manera de no trabajar; mientras los moros sólo piensan en tener camadas de moritos una tras otra criadas por sus futuras víctimas y todos ellos viviendo a lo grande a nuestra costa, aquí sólo pensamos en huir de toda responsabilidad. Mientras todo esto sucede, moros y negros se organizan y se preparan para tomar posesión de nuestro país y, llegado el momento -que no está lejos-, de nuestras cabezas. Pues mientras nosotros disminuimos exponencialmente ellos aumentan exponencialmente por dos vías, por la invasión que no cesa ni cesará y por su cremiento reproductivo exponencial y oportunamente financiado. Supongamos que por un milagro del cielo el rebaño llegara a tener consciencia de que está siendo suicidado (por los Amos, naturalmente; todas éstas son refinadas técnicas de los Amos). En ese momento, ya en minoría, sin fuerza física ni moral ni espiritual, ya derrotados por la lobotomización, la bestialización y el hedonismo putrefactor, a merced plena del enemigo, ¿quién va a parar la invasión, quién va a repatriar o eliminar a los invasores que ya están dentro devorándonos, quién va a reconstruir la sociedad a partir de sus ruinas?
¿Quién va a acabar con este régimen? ¿Quién va a dejar de apoyar este régimen, va a dejar de estar encantado con él? La gente ha sido programada para creer, incluso con más fuerza que la creencia en un Dios, que éste es el mejor régimen posible. En ningún sitio se encuentra a nadie que exprese la menor duda. Atreverse a expresar la más mínima duda sobre el régimen es exponerse al desprecio, a ser tachado poco menos que de enemigo de la Humanidad y, por supuesto, a ser absolutamente ignorado, nadie te va a escuchar. ¿Quién hay, qué líder, qué organización, y dónde está, con voluntad, determinación y poder para detener y revertir esta locura que se ha apoderado de la sociedad española? ¿Dónde están, quiénes son los lideres occidentales que rescaten a Occidente de su carrera hacia el suicidio y lo devuelvan a la ley, al orden, a la cordura, a la razón? Hoy no nos quedan un Franco ni un Hitler, no nos quedan unos militares que defiendan a la Patria, no hay ejército, no hay justicia ni jueces, no hay ley, no han instituciones, no hay nada.
Por supuesto, podemos engañarnos cuantas veces queramos, elaborar todas las teorías del mundo, buscar culpables hasta en los confines (es una manera poética de hablar) del Universo, pero el culpable está entre nosotros, vivimos con él, y se llama democracia. Han bastado 40 años de democracia (no escribiré nunca el nombre de este engendro con mayúscula) para demoler la inmensa obra de un español excepcional de construcción a partir de cenizas de una nación y un estado. Hace 40 años que aquella España, que ya no lo es, es arrastrada, a la deriva, sin gobierno, sin destino. La «democracia moderna» no es un sistema político, es un invento criminal diseñado para destruir personas, naciones, sociedades, países, y llevarlos a la aniquilación y la esclavitud. No es ya sólo que la cuna del hombre la mezcan con cuentos, es que la existencia humana está cimentada enteramente sobre mentiras. En ese infinito océano de mentiras en el que la Humanidad a duras penas logra mantenerse a flote, la mentira de la democracia es una de las más perversas. Es difícil de entender y, sobre todo, de admitir que la democracia es un caballo de troya infernal, brutal, letal, una auténtica arma de destrucción masiva, una fábrica de genocidios. Sus creadores, los judíos dueños del mundo, los Amos, no descansan en su afán de extenderla por todo el planeta, porque saben que los peleles que ellos ponen en los «gobiernos» de los paises que ellos democratizan (zombifican para siempre) van a estar a su servicio incondicionalmente y que, si así no fuere, van a poder ser barridos con toda facilidad. Mientras tanto los que acuden a votar a esos peleles, los votantes, que han sido lobotomizados ya desde los primeros momentos, están convencidos de que votan algo, que su voto sirve para algo. Para verlo en grande no hay más que contemplar el magno espectáculo circense de las elecciones norteamericanas, un país, los EUA, enteramente propiedad de los judios propietarios de Wall Stret, de la Reserva Federal, de toda la industria cinematográfica, del imperio discográfico, del imperio farmacéutico, del imperio bancario, del imperio de los «medios de comunicación», de las fábricas de armas, de los gigantes de Internet, de los espectáculos, de la industria pornográfica, de la industria de la droga, del ejército, de la organización más criminal de la Historia llamada cía… Los votantes (a los que hacen creer que las diferentes bandas que se disputan y se reparten el pastel son «partidos políticos» que defienden y desean imponer a la sociedad su benéfica «ideología» y a los cuales fanatizan en tal grado que consiguen que unos se sientan y «sean» , «de izquierdas», otros «de derechas», otros de 3 metros más allá de la derecha de la izquierda, otros «del centro», otros se sienten más cómodos en el semicentro de más acá del centro, otros se adherirán a la «socialdemocracia» o a la «cristianodemocracia», otros dirán que ellos son «demócratas», oros que son «comunistas», otros que «liberales», otros que «antiliberales», otros «republicanos», otros serán verdes claros» o «verdes oscuros», otros se sentirán en un punto intermedio un poco más allá y un poco más acá de la antibeligerancia superprogramática…; pero ninguno, NINGUNO, será militante del único partido que existe: el partido de la Razón; y sólo con hacerles roer estas palabrejas y simples expresiones sin sentido consiguen que se maten entre ellos), los votantes, digo, infinitamente analfabetos, infinitamente lobotomizados, infinitamente estúpidos, no podrán caer nunca en la cuenta de que cada vez que acuden a «votar» están cavando más y más profunda su propia tumba, la suya y la de la minoría no-votante. ¿Cómo se consigue que la gente deje de ir a votar? Eso es un imposible. Es impensable. Pero sería la única manera de detener la procesión hacia el infierno, hacia el matadero al que nos conducen.
La democracia no es un sistema político. Es un instrumento de asalto y usurpación del poder, concebido y puesto en marcha por bandas de delincuentes, por y para los ladrones y los criminales. Contiene ya en sus raíces toda la podredumbre, toda la corrupción, toda la injusticia, toda la falsedad, toda la maldad del mundo, es un engendro contra Natura, contra la Razón, contra la Vida, contra las leyes sagradas de la Divinidad. Es un instrumento al servicio del crimen, de la esclavitud, del hambre y de la muerte. Es un instrumento al servicio de Satanás, creado por y al servicio de los Amos («raza de víboras»), que ha destruido en una generación lo que costó construir décadas y centenas de miles de vidas, las de los inocentes que fueron masacrados y las de los españoles que dieron su vida por España, por extirpar el cáncer comunista, la otra gran creación de los Amos. Occidente es hoy un inmenso laboratorio de experimentación a merced total y en exclusiva de las dos más terroríficas maquinarias, complementarias, de exterminio que jamás en la Historia de la Humanidad hayan sido concebidas y puestas en marcha; la una recibió el nombre de democracia, la otra recibió el nombre de comunismo. Democracia y comunismo, el matrimonio perfecto, el arma de destrucción definitiva que han estado buscando los Amos durante siglos. Con apariencia de sistemas antagónicos: la una, benigna; el otro, maligno. Dos «sistemas» a los que han dotado -a ambos, no lo olvidemos- de una asombrosa capacidad camaleónica de adaptación, de camuflaje según las circunstancias y el ambiente, lo cual consiguen con una interminable diversidad de nombres, rostros y ropajes, disfraces. El éxito que obtienen es total y está bien a la vista: nos engañan permanentemente, nos manipulan, nos subyugan, nos pastorean como lo que somos: un rebaño de cabras, hacen que nos pasemos la vida divididos en banderías, discutiendo, peleándonos y matándonos. Ellos no practican esta estupidez, esta pobreza mental (¿alguien ha visto a los judíos alguna vez guerreando entre ellos?), nos miran y nos tratan como animales, se ríen y se diivierten mucho con nosotros.
Franco sabía qué es el comunismo, y lo combatía. No tenía claro lo de la democracia, pero intuitivamente la rechazaba. No lograron acabar con Franco, que no era un pelele; pero sí acabaron con Carrero Blanco, el cual, con máxima probabilidad, tampoco iba a aceptar el papel de pelele, así que había que eliminarlo, operación de muy bajo coste. También consiguieron acabar con Hitler, porque el austríaco era un líder auténtico que amaba a su patria y a su pueblo y al que no podían someter; y esta operación exigió una inversión inconmensurable y el sacrificio de muchos millones de vidas, sólo con el objetivo de defender, preservar y acrecentar sus intereses económicos y de dominio del planeta. Querían el terreno llano y abonado para apoderarse de España, así que se inventaron una «transición» a su paraiso democrático a cargo de unos cuantos peleles altos traidores, los cuales, cómo no, comenzaron la tarea encomendada legalizando al «partido» comunista, una de cuyas franquicias era el «partido» socialista. De esta manera infectaron a nuestra patria con sus dos terroríficos e incurables cánceres; no uno sino los dos, que pusieron de inmediato a trabajar conjunta y fraternalmente, para que no tuviéramos posibilidad de sobrevivencia: el comunismo cede el paso a la democracia y la democracia lo cede al comunismo y también pueden convivir -como conviven y correinan sobre los restos de España-, según convenga. Los amos juegan sobre un tablero donde sólo juegan ellos, y en el que sólo han peones que van colocando donde les conviene; y por eso, lógicamente, siempre ganan. Y de esta manera comenzó el sitio, el acoso y derribo de España, celebraron el fin de la «dictadura» e inauguraron la dinastía de los Eunucos. En 1982 coronaron a Eunuco I, después vinieron Eunuco II y Eunuco III, y ahora andamos disfrutando de Eunuco IV.
El único sistema político justo, natural y viable es una dictadura que podríamos llamar Dictadura que Gobierna -DqG- (y si gobierna es porque verdaderamente estará en manos de los mejores, en manos de la aristocracia del intelecto y de la moral, y no en manos de la peor delincuencia, que es lo que estamos sufriendo aquí y ahora con la democracia). Hablo de dictadura, no de tiranía. Si un sistema político realmente gobierna a un país, eso significa necesariamente que se ha creado un código de leyes justas, necesarias y suficientes para encauzar eficientemente la vida PUBLICA de esa sociedad. Un tal sistema debe ser necesariamente una dictadura, porque debe ser coercitivo para obligar a todos los individuos a cumplir estrictamente la ley. Siempre habrán muchos individuos que no quieren cumplir las leyes y otros muchos que no quieren leyes porque lo único que les importa son sus intereses personales, y las leyes les estorban o les impiden alcanzar sus objetivos facinerosos; unos y otros tacharán a tal sistema político de «dictadura» y tratarán de derribarlo sin descanso y con todos los medios a su alcance; entre todos estos medios, como es sabido, el más eficaz, el más destructivo, es la propaganda, lavar el cerebro al mayor número para convertirlos en tontos útiles, en arietes a su servicio. Todo lo que no sea una dictadura es antinatural y falso, sus «dirigentes» sólo buscan el poder por el poder, su enriquecimiento cuanto más rápido mejor, mantenerse ahí el mayor tiempo posible para realizar grandes negocios particulares y el saqueo del dinero público; para procurarse la consecución de sus fines han creado cuatro herramientas: nepotismo sin freno, el comercio de la compra-venta de votos, un inmenso pesebre donde pastan inmensas manadas de bestias sin alma cuya misión es mantenerlos en el poder a la fuerza si llegara a ser necesario y la corrupción y neutralización de las fuerzas armadas, que ponen a su exclusivo servicio. Así, pues, debe quedar muy claro: un sistema legítimo, un sistema que funciona debe ser necesariamente una dictadura, lo que significa que es un sistema justo que hace cumplir estrictamente las leyes (a rajatabla, sin contemplaciones), un sistema donde los individuos son verdaderamente ciudadanos con derechos y deberes inalienables, un sistema donde todo tipo de delincuentes, ladrones y criminales no sean los reyes de la sociedad y de la cárcel ni reciban honores ni dinero sino su castigo legal en la cárcel, donde no comerán si no trabajan. El método que utilizan -hay que reconocer que insuperable- los falsos sistemas para apoderarse de una sociedad y explotarla a placer es el halago de los individuos creando en ellos la ilusión de que estos sistemas no son dictaduras, que no tienen que cumplir leyes, que bajo ellos son individuos «libres» que «pueden hacer lo que quieran». Y es verdad, pueden hacer lo que quieran siempre que no molesten a los que mandan y que obedezcan escrupulosamente los decretos arbitrarios que éstos engendren con el único objetivo de salvaguardar sus intereses. Un parlamento es una reunión de vagos y maleantes, de ignorantes e inútiles, de individuos que no sirven para nada y que lo único que desean es vivir del cuento parasitando a la sociedad de igual manera que la sanguijuela desangra a su víctima. Para ello se hacen llamar «políticos», y consiguen que los tontos útiles llamados «votantes» les entreguen toda su propiedad y toda su vida, cosas que a partir de ese momento dejan de pertenecerles. Pero que nadie se preocupe: ellos entregan todo a tales facinerosos porque ellos son «demócratas», igual que los adictos a una secta entregan todos sus bienes a sus pastores jefes de la secta porque ellos son «fieles», «creyentes», y sus pastores los van a «salvar». Parece ser que el que mejor expresó la realidad de este circo fue Napoleón al decir: «Si quiero que un problema se resuelva, lo resuelvo yo personalmente; si quiero que un problema no se resuelva jamás (y que a partir de éste creen otros muchos que ahora no existen -añado yo-), encargo la solución a una comisión (parlamento)». Dos grandes líderes modernos, dos grandes políticos, dos grandes estadistas, dos genios, Franco y Hitler, comprendieron que el único sistema político posible, bueno, conforme con las leyes naturales es la Dictadura que Gobierna, y eso fue lo que ambos crearon de la nada y pusieron en marcha. Las enfermas ratas mundialistas, que adoran no a uno sino a tres dioses: el Dinero, La Mentira y Satanás (o sea, el Mal) sabían que la existencia en Europa de estas dictaduras estorbaba seriamente sus planes de aniquilación y esclavización del continente, querían y quieren llevarnos cuanto antes a «1984», proyecto cada día más avanzado; y actuaron en consecuencia como ya hemos visto. Este es su gran sueño, y demuestra que los judíos no son racistas; ellos pueden ser antihumanidad, pero nosotros no podemos ser antisemitas. Los moros, la raza mahometana (una raza está definida más que por sus caracteres biológicos por sus caracteres psicológicos, éticos y morales -«raza de víboras»-) tienen como dios principal al pito (falo, e imaginan que ellos tienen el más grande), son como unicornios con un pito en su cerebro de saurio de la era primaria; su sueño único es degollar a todos los individuos que no sean de su raza, a los que llaman «infieles»; y esto demuestra que los moros -término genérico- no son en absoluto racistas. Por su parte los lgbti… tienen como dios único el culo, son activistas -y sólo sueñan con- de la destrucción de la familia, de la identidad sexual, de la religión y de la sociedad, a la que odian porque todavía no han podido convertirla en un inmenso océano sodomita cuyo hedor traspase las fronteras del Universo (licencia poética); y esto demuestra que esta raza de degenerados sin posible recuperación no son racistas; y así sucesivamente.
No entiendo bien, no me cuadra que DN incluya en su nombre, y como eje, la palabra «democracia». Quizá crean de buena fe que también ellos deben ser demócratas; o quizá temían que de haber adoptado otro nombre sin esta palabra fueran tachados de antidemocratas; esto delataría temor, ese temor generalizado, de ser acusados por los comunistas de «fachas», «racistas», «fascistas», «nazis», «antisemitas», «machistas», «antihomosexualistas» y resto de estúpidas palabrejas que aprenden y espetan los comunistas para amedrentar a los que no son como ellos, o sea los que no son ladrones, asesinos y genocidas. Que todo el mundo se sienta obligado a ser demócrata lo dice todo acerca del éxito incuestionable de la estrategia y de los ingeniosos engaños de los Amos, a cuya merced, si no despertamos, vamos a estar siempre, no digamos cuando finalmente consigan reducirnos a los animales de granja de «1984». Tampoco veo comentaristas por DN (yo lo traduciré como Dignidad Nacional), lo cual, a mi entender, denota temor. Y si temen venir y hablar en DN, dudo mucho que exista algún patriota -no esos «patriotas» que andan por ahí ladrando a ver si alguien los ve- con mínimo valor para defender a España si hubiere ocasión y necesidad.
La inclusión de la palabra «democracia» en nuestro nombre no se debe a ningún temor o razón estratégica, verá que nos importa un bledo lo que nos llamen, si no a una convicción total y a una creencia en la democracia nacional como sistema de gobierno. Si nos sigue como parece lea nuestros textos y programa y verá que así es. No hay un único modelo de democracia como no lo hay de socialismo o sindicalismo, usted habla de la democracia liberal que no es una democracia, si no una herramienta para descomponer a las sociedades y después dominarlas, usted dice que Franco combatió la democracia , buen argumento si es usted antifranquista pero la realidad es que aquel régimen fue más popular y democrático que el régimen del 78, distintas corrientes ideológicas estaban representadas en el parlamento (Cortes), desde luego no las enemigas de la nación, las elecciones sindicales en en sindicalismo vertical eran constantes y Entre 1947 y 1976, se convocan en España tres referendums, dos elecciones para procuradores en Cortes de representación familiar y ocho elecciones municipales para elegir concejales del mismo tercio. Por mucho que intenten denostarlo y burlarse ahí están esos datos, lo más gracioso es que la burla viene habitualmente de comunistas, defensores del régimen de Stalin o de liberales, que ponen este sistema Orwelliano como «ejemplo de libertades» cuando no es más que una partitocracia dictatorial ( vea la conferencia de Canduela «¿Democracia en España?»). no en vano, ideólogos Falangistas teorizaron el desarrollo de la embrionaria propuesta de democracia directa de la Falange (Familia , municipio, sindicato) y denominaron al régimen como «democracia Orgánica» Nosotros nos atrevemos a afirmar que la España Nacional, pasada la lógica dureza de la posguerra, fue mucho más democrática, libre y popular que el régimen del 78. Estudie nuestra ideología, no simplifique, simplificar de esa manera podría dar alas al absurdo que plantean los liberales muchas veces en el que comparan el Gobierno de ZP, el de Nicolás Maduro y el de Adolf Hitler, pues ambos eran socialistas. Hoy más que nunca, cuando caminamos hacia una Dictadura Mundial, DN afirma su DEMOCRACIA NACIONAL.