Un inmigrante ilegal marroquí acaba de asesinar a machetazos a un sacristán católico y ha dejado herido grave al sacerdote al mismo tiempo que ha asaltado tres iglesias. Por supuesto, al izquierdismo multiculti oficial le ha faltado tiempo para quitarle toda importancia al suceso y, como siempre, acabar proclamando que el auténtico peligro de España es la «ultraderecha».

Pero sí, tenemos un problema. O mejor dicho, tenemos tres que van de la mano: inmigración masiva de reemplazo, islamización y Marruecos. Y este atentado es el síntoma de esos problemas. Y podríamos decir que hay un cuarto problema: la traición interna, el Régimen-78, gobernando en contra de los españoles desde hace 45 años.

El criminal entró ilegalmente en España, vivía ilegalmente de okupa y tenía una orden de expulsión desde junio de 2022 que, como siempre, no se había ejecutado. Y era marroquí. No vamos a entrar en teorías «conspiratorias» de que este atentado (y el extrañísimo incidente con otro marroquí en el hotel Hilton de Barcelona) sean «avisos» de Marruecos ante la inminente cumbre hispano-marroquí a celebrar la semana que viene, pero desde luego la sumisión del Gobierno (y de la oposición) de España hacia la monarquía corrupta marroquí cada vez es más preocupante.

Tenemos un problema que DN lleva denunciando desde 28 años en la más absoluta soledad. Ahora por fin parece que los hechos nos dan la razón y cada vez y de forma más masiva una parte de la población española nos da la razón.

Y al igual que denunciamos el problema, proclamamos cuál es la única solución: militarizar la frontera sur con el Ejército y devolver a toda patera o cayuco que aparezcan por nuestras aguas territoriales, deportar de inmediato a todo inmigrante ilegal, en especial marroquí, a su país de origen y, sobre todo, revertir y reducir al mínimo la inmigración islámico marroquí en España, pues el islamismo y Marruecos son dos de nuestros enemigos potenciales más importantes, aunque no los únicos. Todo lo demás son parches que no servirán para nada.

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