Una mala persona, cuando se muere, no deja por ello de haber sido una persona mala.
En esta España acobardada y acomplejada, basta que cualquier “personaje” de la izquierda “la palme” para que comience una suerte de “gynkana” por ver quien suelta el elogio mas ditirámbico, quien arroja mas “flores” , y quien escribe la nota necrológica mas hagiográfica.
La muerte del concejal Zerolo – creo que ese es el cargo que tenía – ha supuesto toda una diarrea de alabanzas, especialmente por parte – ¡que cosas tenéis los “arriolinos”- de la “derechina pepera”, que siempre fue objeto de los dardos mas envenenados del difunto.
El difunto fue adalid de la izquierda radical, consejero del “cuenta nubes” – decía que “sentía orgasmos cuando le veía”, ¡vaya gusto! – defensor del suicida “papeles para todos”, en cuestiones de inmigración; acérrimo promotor del aborto “libre y gratuito” y, cómo no recordarlo, muñidor de la anti natural ley del mariconnomio.
Vamos, todo un propagandista de la “ingeniería social” anti- natura. A fuer de látigo de la Iglesia católica, contra cuyos miembros, vomito insultos, amenazas y mentiras.
Todo este historial le “mereció” que ayer “Telecuras 13” abriera sus informativos con su muerte y dedicase buena parte de los mismos a verter todo tipo de ditirambos elogiosos. Olvidando todo, y mucho, que de negativo tuvo su vida.
Respeto ante la muerte, si. Pero para todos los muertos, no solo para los que son de izquierdas. Y respeto no significa “santificar” – laicamente – una vida que fue todo menos ejemplar ni digna de encomio.
Totalmente de acuerdo. Opino que hay que respetar a los muertos, pero creo que tanta «corrección política» ha derivado en estupidez crónica, sobre todo entre los peperos y demás «derecha» liberal. Sus ansias continuas por desmarcarse de cualquier postura nacional y por demostrar lo demócratas que son y el talante que tienen con los que les odian demuestran lo gilipollas que son o , como en el caso de Esperanza Aguirre, la poca vergüenza que tienen.