Algunos lectores recordarán el caso del multimillonario y traficante sexual de menores Jeffrey Epstein. Una fortuna de oscuros orígenes, relaciones con lo más alto de las élites americanas, colaboración con militares y servicios de inteligencia de Israel. También un gusto por las chicas muy jóvenes y casi niñas, para sí mismo y también para otros con dinero y poder. Las primeras acusaciones de delitos sexuales en 2005 por las que fue condenado, pero de manera extremadamente benévola. Llevaba con su compañera Ghislaine Maxwell (hace poco detenida y todavía viva, no sabemos por cuánto) una red de prostitución de menores, parece que grabando los encuentros con personas de alto nivel.
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Representantes de la voluntad popular a los que se puede chantajear con grabaciones de delitos sexuales… ¿Quién pone a semejantes elementos de «representantes de la voluntad popular»? Los españoles no los ponemos, sería un delito. Los pondrá El Impune, es el que los propone, los nombra, etc…
La impunidad, de El Impune y de los 200.000 aforados que hay en España, es un atentado contra la Justicia que regula las relaciones sociales e interpersonas, un atentado contra la Civilización. Es Terrorismo.