El Congreso español acaba de ratificar la aprobación del CETA, el llamado Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Canadá, con los votos a favor del PP, Ciudadanos, PNV, PdeCAT y la abstención del PSOE.

El primer error al referirse a este tratado es llamarle de «libre comercio» pues ya existe, en la práctica, libre mercado entre Canadá y la UE, dos de las zonas más liberalizadas del mundo. Lo que se pretende es eliminar ciertas trabas legales que los Estados nacionales pueden implantar para frenar la aplicación de ese libre mercado cuando consideren que perjudique a los intereses nacionales.

Para eso, el CETA establece que ya no serán las legislaciones de los Estados las que decidirán este tipo de cuestiones, sino que la competencia será traspasada a tribunales internacionales de arbitraje, donde las multinacionales y los Estados discutirán las decisiones a tomar. Esto es un ataque frontal a la soberanía de los Estados, ya que impide que, en el caso de producirse un cambio importante en los partidos políticos presentes en el parlamento, puedan modificar las leyes que regulan nuestro comercio, pues serán esos tribunales internacionales los que tengan la competencia. Ya no serán funcionarios ni legisladores del Estado español los que puedan decidir dichas cuestiones, sino jueces nombrados no se sabe por quién y no controlados por nadie que serán fácilmente sobornables por los lobbies de las multinacionales exportadoras.

En segundo lugar, el CETA permitirá que Canadá pueda exportar a Europa sus productos, incluidos los alimenticios, siendo los estándares de fabricación de alimentos en aquel país mucho más laxos que en la UE. Por lo tanto, el perjuicio será doble: competencia desleal al ser más barata su producción al no tener que cumplir los criterios de higiene y seguridad alimentaria que cumplimos aquí y, por el mismo motivo, más riesgo para nuestra salud.

Lo mismo se podría decir de las multinacionales americanas que, con toda seguridad, aprovecharán este tratado CETA para enviar sus productos hacia la UE a través de Canadá. De hecho, todo indica que este tratado CETA ha sido la «trampa» que se ha creado para saltarse la no aplicación del TTIP, el tratado entre Estados Unidos y la UE rechazado por Donald Trump. Ahora, las multinacionales americanas abrirán sucursales en Canadá y aprovecharán el CETA para enviar sus productos hacia Europa, con los mismos inconvenientes que hemos relatado antes en el caso de Canadá.

Stop-TTIP-web

En DN no nos oponemos al libre comercio, siempre que sea en igualdad de condiciones. En principio, teniendo en cuenta que el nivel de vida, salarios, etc de la UE, de Canadá y de Estados Unidos es relativamente parecido, podría ser aceptable este comercio, pero en ningún caso en las condiciones descritas en el CETA, ya que, al haber menos regulaciones laborales y sanitarias en aquellos países, serán ellos los beneficiarios. Y por supuesto, es inaceptable que sean tribunales internacionales los que decidan sobre la aplicación del CETA en nuestro territorio, por lo que nos debemos oponer a dicho tratado.

Que el PP y Ciudadanos apoyen al CETA no nos sorprende. Que acusen de «anti-europeos» a los que se oponen ya es una broma pesada, cuando son ellos y su querida UE los que están destruyendo Europa. Aún así, no deja de hacernos gracia la actitud de Podemos y del resto de la extrema izquierda que se opone a este tratado ¿está mal el libre comercio con Canadá pero está bien con China?¿qué regulaciones laborales, sanitarias y medioambientales hay en China?¿cuál es el salario medio de China?¿cuál ha sido el impacto sobre nuestra industria y pequeño comercio de la libre entrada de productos chinos en España? Aún así ¿alguien de Podemos y de la extrema izquierda se opone a esta entrada masiva de productos chinos hacia nuestro país? No, claro. Los canadienses por lo general son blanquitos (aunque con la política de inmigración de su desastroso Primer Ministro poco les queda para dejar de serlo) por lo tanto, necesariamente han de ser mala gente de la que no te puedes fiar al comerciar con ellos. En cambio, los chinos no lo son. Por lo tanto, es inmoral, racista y criminal oponerse a que ese régimen tan simpático nos inunde con sus productos devastando nuestra economía. Puede parecer una broma, pero este es el esquema mental con el que funciona la izquierda (anti) española. China ya no oculta su voluntad de hacerse con los principales puertos de España ¿eso no atenta a nuestra “soberanía nacional” señores podemitas? Al contrario que los demás, aquí somos coherentes ¿libre comercio con Canadá? según las condiciones, pero con las del CETA, no. ¿Libre comercio con China? de ninguna manera.

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Pablo Manuel Alcaide