Los liberales anticatólicos, conocidos simplemente como liberales, son la cara de la moneda opuesta a la izquierda, de la que ya hablamos hace un tiempo en este artículo. Si no eres liberal tienes que ser de izquierdas y viceversa. Para más escarnio, ambos bandos se insultan calificándose los unos a los otros de «fascistas». Sin ir más lejos Maroto recientemente comentó que veía en el Frente Nacional en Francia lo mismo que Podemos. Si ve eso este chico quiere decir que el único ojo que usa es el de detrás.
El liberalismo no es más que un sistema que reduce al hombre a un individuo aislado cuyo vínculo con los demás se basa en algún tipo de interés, en especial el económico. Ese vínculo interesado sería lo que conformaría la nación, en la que el Estado abandona a su suerte al individuo. ¿Os suena la «marca España»? Pues eso es lo que es España hoy, una marca o una franquicia del Nuevo Orden Mundial.
Estos anarquistas de derechas han convertido el mundo en un gigantesco centro comercial donde cada país es una franquicia con una banderita. No hay más que ver el festival de Eurovi-Sión: lo único que se diferencia un país de otro es el logotipo (o bandera). En vez de aprovechar para dar a conocer su cultura y tradición, esos tres minutos al año los utilizan para cantar en inglés y para promover la cultura decadente de Sistema. Y si no mirad al payaso separatista de este año representando a España.
Donde el izquierdista ve, en un inmigrante ajeno a su religión e idiosincrasia, una oportunidad para generar el caos, el liberal ve una oportunidad de cargarse todas las conquistas sociales de los trabajadores nacionales. Ambos quieren fronteras abiertas en todos los países, eso sí, siempre y cuando no les afecte en sus barrios. Si no que se lo pregunten a los vecinos de la calle Japón de Barcelona, en la que ganaron los ultraizquierdistas y en la que llevan tres meses de caceroladas para evitar la apertura de la mezquita.
Los máximos exponentes contemporáneos: Fedeguico, su amigo gordinflón protestante, Esperanza Aguirre, el pervertido de Sánchez-Dragó, algunos elementos del Opus Dei, Intereconomía, editores de periódicos antaño de derechas como el patético Marhuenda o el viejo verde de Ansón. Y en especial vamos a mencionar a un tipo enchufado y ridículo que se llama Nacho Villa. Un pobre diablo que conspiró para echar a Fedeguico y quedarse con su programa, y que lo hundió en audiencia porque además de liberal, éste, es un inútil. Este meapilas, que se las da de católico, dijo delante de Manuel Canduela «viva la democracia». Así está el patio en España.
CONTINUARÁ…
A.C.
Viva la democracia DE PARTIDOS, le faltó decir al tonto ése