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¿Por qué tanta ira contra quienes critican las vacunas?
Hace un par de años el Dr. Jack Wolfson, cardiólogo de Arizona (EEUU), médico integrativo que sostiene que la mala alimentación y las toxinas son la causa de los problemas de corazón, alertó de los peligros de las vacunas durante una entrevista que le hicieron en televisión con motivo de un supuesto brote de sarampión en Disneylandia y a partir de ese momento comenzó a recibir todo tipo de presiones, amenazas e insultos por parte del complejo médico-industrial. De hecho treinta y ocho «colegas» suyos le denunciaron por ello ante la Junta Médica de Arizona pidiendo su inhabilitación, algo que finalmente se vio obligada a rechazar porque sus opiniones están protegidas por el derecho a la libertad de expresión. Pues bien, Wolfson escribió entonces en su blog un texto titulado ¿Por qué tanta ira? dirigido principalmente a los padres que le criticaban por oponerse a las vacunas que creemos merece la pena reproducir. Es éste:
“Quiero abordar tanta rabia errónea para ver si podemos dirigirla hacia donde corresponde:
–Enójese con las compañías de alimentos. Los cereales azucarados, donuts, galletas y bizcochos provocan millones de muertes cada año cuando en su peor momento la varicela mató anualmente solo a un centenar. Si esas personas no hubieran comido cereales y donuts podrían estar vivas. Llame pues a Nabisco y Kellogg’s para quejarse. Proteste por sus productos. Envíeles odio electrónico.
–Enójese con los restaurantes de comida rápida. Las hamburguesas de carne torturada, las patatas con plaguicidas fritas, las hormonas y los batidos son un problema y no la hepatitis B que no es sino un virus contraído por quienes consumen drogas y/o yacen con prostitutas.
–Enójese con las empresas que fabrican detergentes y suavizantes para lavadoras. Usted y sus hijos están vistiendo y respirando conocidos carcinógenos. Productos que matan a más personas que las paperas, provocada por un virus que no lleva a nadie a la muerte. Y lo mismo cabe decir del de la hepatitis A que solo provoca una diarrea acuosa.
–Enójese con las empresas que arrojan contaminantes al medio ambiente. Sus productos químicos y metales pesados causan autismo, enfermedades cardiacas, cáncer, enfermedades autoinmunes y otros problemas de salud. A nivel mundial provocan cada año 10 millones de muertes. Las muertes por sarampión son en cambio una fracción muy pequeña comparada con lo que causa la contaminación.
–Enójese por no amamantar a su hijo o no permitirle dormir con usted. La lactancia materna protege a sus hijos de muchas enfermedades infecciosas.
–Enójese con su médico por ser de mente cerrada y no revelarle los ingredientes de las vacunas (no los que se leen en el prospecto). Deben hablarle del aluminio, del mercurio, del formaldehído, de tejido fetal abortado, de proteínas animales, de polisorbato 80, de antibióticos y de otros productos químicos presentes en las vacunas. Según el Grupo de Trabajo Ambiental se han llegado a detectar en la sangre del cordón umbilical de recién nacidos más de 200 sustancias químicas. Quizás por eso su médico piense que unos pocos químicos más inyectados en su hijo no serán un gran problema.
–Enójese con las compañías de cable y fabricantes de televisores por convertirle a usted y a sus hijos en gordos perezosos sin ganas de hacer ejercicio o jugar al aire libre. La falta de ejercicio mata a millones más que la polio.
–Enójese con Steve Jobs y Bill Gates por crear ordenadores y tenerle a menudo sentado rodeado de todo tipo de radiaciones electromagnéticas mientras lee posts como éste.
–Enójese con las empresas farmacéuticas. Los medicamentos prescritos correctamente matan a miles de personas cada año. La gripe en cambio no mata a casi nadie y la vacuna nunca funciona.
–Y finalmente enójese consigo mismo por no abrir los ojos al lavado de cerebro que le han hecho apoderándose de su mente. Usted nunca le ha preguntado al médico todo lo que debiera, nunca le preguntó qué hay en las vacunas y nunca aprendió sobre las infecciones benignas.
Seamos sinceros: a usted realmente le importa una mierda lo que comen sus hijos. Ni se preocupa por los productos químicos que hay en su vida. Como no le importa que estén sentados todo el día viendo la televisión o jugando a juegos de video. Todo lo que le importa es beber su Starbuck, pensar en su próxima cirugía plástica, su próximo cóctel, su próxima aventura y su siguiente dosis de azúcar.
Este post fue creado con amor y con la idea de crear un mundo mejor para nuestros hijos y las generaciones futuras. La ira aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón. ¡Tenga cuidado!
Buen libro. Me lo prestaron y lo leí de un tirón