Lo que sucede en Rusia podríamos llamarlo “una revolución conservadora”. Es curioso. Algunos creen que Putin es un “maldito comunista del KGB”, y otros creen que es un “maldito dictador de ultraderecha”. No, ni una cosa ni otra. Putin es ruso de pies a cabeza, es un conservador. La fórmula “autocracia, ortodoxia, nación”, para muchos representa una síntesis de lo que es realmente la Federación Rusa, antes la URSS, antes el Imperio Ruso, antes la Rus de Kíev. No podemos desligar una cosa de la otra, pues es el mismo pueblo bajo diferentes circunstancias. En el caso de la fórmula “autocracia”, no se refiere tanto a un monarca, como a un poder fuerte e independiente. En su tiempo los grandes príncipes rusos, luego los zares, luego los líderes soviéticos, y ahora el presidente Putin. Con el vergonzoso paréntesis de Gorbachov y Yeltsin, tan amados por los que han llevado a los pueblos de Europa Occidental al borde de la desaparición.
Para un ruso, ser conservador no es ser alguien inmóvil de cara al pasado, sino ser alguien que cuida y honra los valores tradicionales, las costumbres y la cultura de su pueblo, a la vez que se apoya en ellos para trabajar, fortalecer y desarrollar su país. Un conservador sabe diferenciar a su pueblo del resto de los pueblos, que han de ser respetados siempre que eso no entre en conflicto con su principal deber: la lealtad a su propio pueblo.
No es de extrañar que Vladimir Putin goce de cada vez más adeptos incluso entre muchos ciudadanos norteamericanos, traicionados por una élite “neocon” que sirve (y son parte) a eso que se suele llamar Nuevo Orden Mundial.
Para esa élite poderosa que controla la práctica totalidad de la cultura y los medios de comunicación mundiales, esa élite que ha moldeado la visión del mundo de varias generaciones de europeos; los rusos en general y Putin en particular, son una molestia, un peligro con el que no contaban. En un mundo gris, plano, donde la mayoría de la gente simplemente anhela ir a Disneylandia, y se alimenta de las series de televisión norteamericanas, que imponen una visión del mundo y la realidad no sólo distorsionadas en muchos casos, sino completamente “USA-centrista”, por así decirlo, el ciudadano de a pie no puede entender a Rusia, no puede entender a los rusos. No comprende cómo en Mayo del 2015, salen los jóvenes a llorar de emoción al paso del Desfile de la Victoria. No puede entender la cara de orgullo y felicidad de los soldados que desfilan ese día. Oh sí, he escuchado a muchos españoles que señalan con el dedo a ese desfile para “demostrar” que Rusia es comunista. Tanto españoles de derechas como de izquierdas. Y no, no es así. Rusia no es comunista ni anticomunista. Rusia es Rusia. Un pueblo fuerte no puede renegar de su pasado, no puede renegar de los logros de sus abuelos. El Desfile de la Victoria recuerda justamente eso, la victoria. No es cuestión de ideologías, no se trata de política. Es respeto, orgullo por la gesta heroica de sus antepasados. Un pueblo orgulloso de su historia, es un pueblo que perdura. No se puede enterrar a Lenin, y en el año 2000 se canonizó a la familia del Zar Nicolás II, ahora San Nicolás II. Todo forma parte de la historia rusa, y es una historia para enorgullecerse. Como el pueblo español, el pueblo ruso tiene una historia rica y turbulenta. Pero no se puede esconder, no hay que avergonzarse de los antepasados.
Un triste logro de la “democracia occidental”, es la disolución de las identidades nacionales. El engaño, la mentira, la reescritura de la historia según voluntades políticas. Hoy por hoy en Occidente falta orgullo. Falta ese orgullo de ser lo que se es, sin cortapisas y sin remilgos. Y vuelvo al principio. Occidente tiene que volver a ser conservador. Orgulloso de sí mismo, independiente, sereno ante la visión de su propia historia, con sus luces y sus sombras. Los pueblos aborígenes de Europa Occidental han de recuperar el orgullo de ser lo que son, y la conciencia de sí mismos. Y España es un gran país, un pueblo fiero, orgulloso, independiente, valiente. Un pueblo que conquistó el mundo. Un pueblo muy parecido al pueblo ruso. Es hora de recordarlo, es hora de que lo recordéis.
G.V.R.
La Unión Soviética estaba dirigida por pseudo-rusos narizotas que asesinaron a millones de verdaderos rusos cristianos.