Atormentados por traumas infantiles, prácticas sexuales degeneradas y odios obsesivos a la figura del padre, lo más increíble es que las doctrinas de los ideólogos de género han logrado colarse hoy en las aulas de universidades y colegios.

Es como si alguien hubiera abierto las puertas del manicomio y las teorías de sus locos más célebres se convirtieran en doctrina mundial.Ya no hay nada objetivo -ni siquiera la diferenciación biológica XX ó XY, ¡oh cromosomas fascistas!- que determine si somos hombre o mujer. Cada uno, y sólo cada uno, decide lo que es.

Así lo dictaron los ideólogos de género y los profetas del pansexualismo, unos tipos cuyos postulados fueron difundidos antes de probar la camisa de fuerza, la pedofilia, la zoofilia, la drogadicción más salvaje y, en muchos casos, el suicidio final.

La excepción, y no parece casualidad, es la de quienes lograron llevar una vida plácida.

Atormentados por traumas infantiles, prácticas sexuales degeneradas y odios obsesivos a la figura del padre -al varón en general- las doctrinas de los ideólogos de género han logrado colarse hoy en las aulas de universidades y colegios de un occidente que desde hace décadas navega a la deriva.

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