Y entonces va la Irene Montero y dice que un gobierno del PP sería «malo para España». Ya tenemos aquí la chorrada del día, otra payasada más que añadir al increíble repertorio del circo podemita.
Realmente, no sé realmente qué es lo que me causa más pasmo en esa«monterada»: si su enjundia absolutamente demencial, o el sorprendente uso en una podemita de pro de la palabra «España», vocablo tabú para la horda antisistema, cuyo primer «anti» es ser antiespañoles, pues para ellos no hay más patria que su «gente», término en el cual no incluyen a la gente que no les vota, ya que éstos son meros gilipollas, esclavos del sistema, siervos de los caciques, ignorantes pueblerinos o viejos carcamales.
O sea, que la Montero quiere decir que Podemos sí es bueno para nuestro país. Pero a mí me gustaría que me explicaran cómo puede ser bueno para España un partido que defiende el derecho de autodeterminación de las autonomías, que inciensa a etarras, que rechaza las enseñas patrias, que desprecia a su Ejército, que afirma que la Hispanidad no es sino un genocidio, que viene a decir que amar a la Patria es una señal de ser facha, que pacta con partidos independentistas, que ataca irrespetuosamente nuestras tradiciones y valores, que ha sido promocionado hasta el hartazgo ―a través de los medios de comunicación que controlan― por los poderes plutocráticos que conspiran por el NOM para que nos lleven a los españoles a los vertederos de la historia, a un colosal desguace donde someternos a un Armageddon que nos borre del mapa, por haber tenido la osadía de pretender ser «la reserva espiritual de Occidente» con nuestro catolicismo multisecular.
Y los malos nos llevan a los buenos y a los feos. Si la historia de la Humanidad se ha regido desde tiempos inmemoriales por trilogías, tríadas, tercetos y trinidades, un lugar de honor en esta categoría lo ocupa sin duda la trilogía más famosa del Oeste: «El Bueno, el Feo, y el Malo», el legendario «spaghetti western» dirigido en 1966 por Sergio Leone.
Magnífico título para nombrar la política española, donde los podemitas hacen a la perfección el papel de malos, aliados con el «gang» de los indepes, que éstos al parecer sí que son buenos para nuestro país en opinión de los radikales. Además, confieso que la primera vez que le vi al Sr. Turrión, su cara de palo, dije para mí: «malo, malo, malo, malo» ―y, cuando le vi con la pata de madera, dije para mí «fuera, fuera, fuera, fuera»―. ¿Quiénes son los feos? Pues, desde que se fue el guapito de cara, los feos son los sociatas, porque no me digan que no fue una descomunal fealdad la multitudinaria pelea de «saloon» del otro día de Ferraz, donde volaron sillas, mesas, y casi casi navajas cachicuernas de Albacete. Y es que los barones ya se lo habían dicho al guapito: «Okupa, queremos que te vayas del pueblo». En fin, que poco le faltó a la reyerta para convertirse en «OK Corral». Y feo pinta el asunto para el PSOE, que, como no puede formar un gobierno alternativo, y no puede ir a la escabechina de las terceras elecciones, tendrá que abstenerse para que gobierne Rajoy. A quien no quiere caldo, pues taza y media.
¿Quiénes son los buenos? En la película de Sergio Leone, los protagonistas afirman en varias ocasiones que el mundo se divide en dos categorías: «los que tienen el revólver cargado y los que cavan»; «los que tienen la cuerda al cuello y los que la cortan» En nuestra versión patria, las dos categorías son bien simples: «los que aman a España ―o sea, los buenos―, y los que no la aman». Afortunadamente, los españoles feos y malos que no aman a su Patria son aquellos a los que les va a tocar cavar, mientras tienen la soga al cuello. Y Rajoy ―mientras afila con gallega parsimonia su cachicuerna― bien puede atribuirse dos frases geniales de la película, a propósito de la abstención que le hará presidente: «Duermo tranquilo, porque mi peor enemigo vela por mí»; «los guapos [gordos] como tú [Pedrito] me gustan, porque cuando caen de espaldas hacen mucho ruido».
La traca final de todo lo que ha pasado en España desde el 20D se puede resumir igualmente parafraseando otra superlativa ocurrencia de la película, con el siguiente diálogo entre Pedrito y Pablete:
PABLO: Dios está con nosotros, porque también odia a los fachas.
PEDRO: Dios no está con nosotros, porque también odia a los idiotas.
Es más complicado que eso. Buena parte de los votantes de Podemos sí aman España, y no están tan de acuerdo con que se alimente a los del inventado derecho a decidir. Lo ves al hablar con ellos en una ciudad no separatista y sacarles el tema, te responden que hombre, que con eso no están de acuerdo, pero que en realidad Podemos tampoco quiere la independencia sino que sólo dar la oportunidad a catalanes y vascos de manifestar su voluntad, pero que en realidad quieren que libremente elijan el no a la secesión. Y cuando les dices que de qué catalanes habla, cuando la mayoría de los catalanes son «xarnecs», como los propios catalanistas de pro lo llaman, y una cada vez mayor minoría son directamente extranjeros (lo de los pakistaníes y los negros manifestandose con señeras, por el «derecho», o la de la foto junto al alcalde de Badalona el 12-O es de traca); o cuando les dices que dónde está el límite del derecho a decidir, por qué en una comunidad autónoma y no en una provincia, en una ciudad, que hay ciudades españolas con más población y recursos que muchas naciones del mundo que podrían funcionar como ciudades estado independientes, como ha ocurrido a lo largo de la historia en todo el mundo; o cuando les dices que qué libertad puede haber cuando durante 30 años, y especialmente durante los últimos 15, desde que Aznar regaló la s competencias de educación a la Ahnenerbe catalanista y vasca (no digamos el regalito que supuo también las competencias en política lengUística). En fin, que cuando ARGUMENTAS, en vez de repetir mantras resobados como hacen ellos, te reconocen que es verdad, y que en realidad ellos no están de acuerdo con eso, pero que «no existe el partido político perfecto» (lo entrecomillo porque me lo han dicho ya una docena de veces por lo menos) con el que uno esté de acuerdo al 100%.
Y tres cuartos de lo mismo pasa cuando hablas de la locura de aceptar inmigración masiva, y del error de darles igualdad de derechos para optar a prestaciones sociales o al mercado laboral cuando los inmigrantes hacen «competencia desleal» aceptando a sabiendas salarios inferiores y procreando más, a veces por simple desprecio por la responsabilidad que debería conllevar la pater/maternidad, a veces a posta sabiendo las ventajas que les da el tener cuantos más hijos, mejor.
En fin, que no, que el análisis no es del todo correcto; cierto que una parte grande de los votantes de izquierdas son como dices, pero una parte enorme no, y esa parte sería «rescatable»; no sería la primera vez que votantes de izquierdas habrían cambiado su voto hacia posiciones falangistas, por ejemplo.
No, no creo que a ese potencial electorado haya que insultarle u ofenderle, sino abrirle los ojos, y las puertas para que conozca que el movimiento patriota en las cosas buenas, no es tan diferente de la propaganda izquierdista, con la diferencia de que los patriotas donde han dicho digo nunca han dicho Diego.