Marcuse es también fuente de una de las más notables características surgidas a partir de la Escuela de Frankfurt: la “Corrección Política”. En su ensayo “Tolerancia Represiva”, Marcuse acuña un concepto que será clave para la configuración de la actual Corrección Política: tolerancia liberadora. A continuación citamos fragmentos del referido ensayo, destacando con letra negrita las expresiones más relevantes:
(…)La conclusión obtenida es que la realización del objetivo de la tolerancia exige intolerancia hacia orientaciones políticas, actitudes y opiniones dominantes y en cambio, la extensión de la tolerancia a orientaciones políticas, actitudes y opiniones puestas fuera de la ley o eliminadas (…).
(…) Pero esta tolerancia no puede ser indiscriminada e idéntica con respecto a los contenidos de expresión, ni de palabra ni de hecho; no puede proteger falsas palabras y acciones erróneas que de manera evidente contradicen y frustran las posibilidades de liberación. Tal tolerancia indiscriminada está justificada en discusiones inofensivas, en la conversación, en controversias académicas; resulta indispensable en la investigación científica y en la religión íntima. Pero la sociedad no puede permitirse la no discriminación cuando están en juego la misma existencia pacífica, la libertad y la felicidad: aquí ciertas cosas no pueden decirse, ciertas ideas no pueden expresarse, ciertas orientaciones políticas no pueden sugerirse, cierta conducta no puede permitirse sin hacer de la tolerancia un instrumento para el mantenimiento de la sumisión abyecta (…).
(…) Entonces la tolerancia liberadora significaría intolerancia hacia los movimientos de la derecha, y tolerancia de movimientos de la izquierda. En cuanto al objetivo de esta tolerancia e intolerancia combinadas: “…se extendería a la fase de acción lo mismo que de discusión y propaganda, de acción como de palabra” (…).
(…) En pasadas y diversas circunstancias los discursos de los dirigentes nazis y fascistas fueron el prólogo inmediato a las matanzas. Ha llegado a ser demasiado corta la distancia entre la propaganda y la acción, entre la organización y su movilización del pueblo. Pero la difusión de la palabra podía haber sido contenida antes de que fuese demasiado tarde: si la tolerancia democrática hubiese sido suspendida cuando los futuros dirigentes iniciaron su campaña, la humanidad hubiera tenido la posibilidad de evitar Auschwitz y una guerra mundial (…).
Marcuse expone en su ensayo la necesidad de crear tolerancia hacia la Izquierda e intolerancia hacia la Derecha. Sin embargo, no debe perderse de vista que dicha Derecha estadounidense, si bien defensora del más salvaje Capitalismo, sostenía en aquel entonces un conjunto de valores que eran realmente alternativos a los propuestos por la Nueva Izquierda (a los que Theodor Adorno se refirió en “La Personalidad Autoritaria”). Esto cambia radicalmente en el escenario actual (especialmente en el chileno), que consta de unas Izquierda y Derecha que en nada se distinguen, tanto en propuestas como valores subyacentes. De allí que al interpretar el ensayo de Marcuse, sea conveniente contextualizarlo en el tiempo y espacio actuales, comprendiendo que su llamado a la intolerancia hacia la Derecha, es en realidad dirigido contra todo movimiento o partido que se oponga a las teorías y pretensiones de cambio social surgidas en la Escuela de Frankfurt.
Es así como mediante la Corrección Política se legitima la censura y persecución hacia aquellas ideas que se consideran negativas por parte de sus teóricos y seguidores. La intolerancia se presenta como algo necesario para la consecución de ciertos objetivos a nivel social, y claramente, ella debe dirigirse contra todos aquellos que puedan entorpecer su alcance.
Actualmente en las Universidades de Occidente, se puede ver cómo la Escuela de Frankfurt consiguió penetrar de manera efectiva a través de dos medios: la infiltración ideológica, mediante la difusión de sus teorías al interior de las más diversas áreas del saber; y por otra parte, la Corrección Política, que sirviendo de brazo ejecutor, legitima la censura y persecución contra aquellos que disientan o se opongan a las ideas cuya aceptación se pretende. Nada se debe criticar si es Políticamente Correcto; todo se debe criticar si es Políticamente Incorrecto.
El principal medio de que se vale la Corrección Política es la manipulación del lenguaje, deconstruyéndolo, y demonizando conceptos que no sean funcionales a los objetivos del Marxismo cultural. El resultado de esto es la generación de sociedades carentes de verdadera capacidad crítica, temerosas de llamar las cosas por su nombre, y en que se vive con la constante preocupación de no ser estigmatizados por contradecir los parámetros de la Corrección Política.
En la práctica, se crean Estados influidos totalmente por una ideología oficial que se oculta tras un velo de Democracia y Derechos Humanos, los que si bien reconocen atributos a las personas, nunca son suficientes para transformar o apartarse de aquel nuevo pensamiento único. Y es lógico: el Sistema nunca concederá generosamente la clave para conseguir su propia destrucción, por lo tanto, los derechos y garantías que ofrece serán inútiles para dicho efecto.
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