¿Qué oscuros intereses globalistas se ocultan tras la oleada de refugiados que ha invadido Europa?

En un mundo completamente dominado por las oligarquías multinacionales que conspiran por el Nuevo Orden Mundial, es absurdo pensar que un acontecimiento de tan enorme calado para el futuro de la humanidad como la invasión de refugiados en Europa sea simplemente un fenómeno espontáneo que no guarda relación con esa conjura globalista, perfectamente diseñada hasta en sus más nimios detalles. Si esto es así, ¿qué intenciones secretas hay tras esta marea inmigratoria desestabilizadora? ¿Cómo se integra en la conspiración por el NOM?

Los poderes mundialistas que conforman la élite multinacional son plenamente conscientes de que para lograr un gobierno universal es indispensable acceder primero a una sociedad global, la cual se consigue disolviendo las identidades de todas las naciones del planeta.

Y para ello, una herramienta imprescindible es la multiculturalidad, ya que ésta elimina las fronteras nacionales y adultera los valores y tradiciones de los países que infecta como un virus maligno. Especialmente las que tienen que ver con el cristianismo, ya que el objetivo final es llegar al sincretismo religioso que posibilite una religión universal, elemento fundamental de la sinarquía mundial, la esencia del NOM.

Otro objetivo del NOM con esta oleada migratoria de refugiados es el de inyectar en Europa mano de obra barata, que lleve a la baja los salarios y los derechos laborales de los trabajadores europeos, algo siempre apetecible para incrementar las ganancias de los plutócratas. Por ejemplo, en Alemania ya se ha autorizado a contratar a trabajadores sirios con sueldos por debajo del salario mínimo.

Esta irrupción tumultuosa de inmigrantes ya fue profetizada en 1923 ―¿o deberíamos decir planificada?― por el conde masón Coudenhove-Kalergi, uno de los ideólogos de la Unión Europea, quien en su libro «Paneuropa» diseñó una estrategia para introducir millones de extranjeros en Europa, lo cual produciría un multiculturalismo debilitador de las tradiciones europeas, que haría al Viejo Continente más fácilmente encajable con el despotismo del Nuevo Orden Mundial.

Esta maquiavélica estrategia ha sido recogida y expuesta en todos sus pormenores por una serie de conferencias y simposios entre el mudo europeo y el mundo árabe, que han planificado alevosamente los objetivos de este complot. La Resolución de Estrasburgo (1975) dentro de la «Asociación Parlamentaria para la Cooperación Euro-Árabe», manifestaba que «una política a medio y largo plazo debe formularse de ahora en adelante a través de intercambio de tecnología europea por petróleo y por reservas de mano de obra árabe […] favorecerá una completa integración económica en Europa y Arabia», y se promulgaba «que los gobiernos europeos dispongan medidas especiales para salvaguardar el libre movimiento de los trabajadores árabes que emigrarán a Europa, así como el respeto a sus derechos fundamentales. Tales derechos deberán ser equivalentes a los de los ciudadanos nacionales», y asimismo «la exigencia de posibilitar a los inmigrantes y a sus familias el poder practicar la vida religiosa y cultural de los árabes […] la necesidad de crear por medio de la prensa y demás medios de información un clima favorable a los inmigrantes y sus familias […] la de exaltar a través de la prensa y del mundo académico la contribución dada por la cultura árabe al desarrollo europeo».

Por si esto fuera poco, también se promovía en esta Resolución «el inalienable derecho a practicar su religión y mantener estrechos vínculos con sus países de origen, los inmigrantes tendrán también el de exportar a Europa su cultura. Es decir el derecho de propagarla y difundirla».

En esta corriente de islamofilia hay que incluir el Simposio para el Diálogo europeo, celebrado en Hamburgo en abril de 1983, donde se proclamaba que «los derechos de los inmigrados musulmanes (no de los de cualquier otra religión) tenían que ser iguales a los de los ciudadanos que los acogían […] que editasen y creasen periódicos, emisoras radiofónicas y de TV en árabe y se pidiesen medidas para incrementar su presencia en sindicatos ayuntamientos y universidades».

A pesar de que el Islam es ahora mismo un semillero de terrorismo con el Estado Islámico, estas medidas no han sido derogadas, sino que incluso han sido potenciadas por una política de represión de las prácticas católicas en los países europeos, con el pretexto de que podrían provocar la ira de los fundamentalistas islámicos que entran con los refugiados, o que se incuban entre los inmigrantes ya establecidos.

¿Por qué todas estas medidas de privilegio para los musulmanes, cuando el Islam reprime cruelmente el cristianismo, sometido a una persecución sanguinaria que ha ocasionado un horrible holocausto en los países donde domina el ISIS. ¿Por qué los medios de comunicación, que nos bombardearon hasta la saciedad con el drama de los refugiados presuntamente sirios, no han dedicado ni la más mínima atención a la hecatombe cristiana del Próximo y Medio Oriente?

Según la agencia Bloomberg Business, en el transcurso de un almuerzo desarrollado en el marco de una Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2015, Angela Merkel recriminó a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, que no censurara publicaciones que evocan odio racial. «Tenemos que trabajar más en eso», fue la respuesta de Zuckerberg. Dicho y hecho: Facebook declaró el 14 septiembre pasado que iba a trabajar con la ONG «Auto Monitoreo Voluntario de Proveedores de Servicios Multimedia» para detectar comentarios de odio en el sitio alemán de Facebook.

En esta misma línea conspiradora, Viktor Orbán, primer ministro húngaro, acusó al multimillonario George Soros de estar detrás de la masiva oleada de refugiados hacia Europa, declarando en una entrevista en la cadena de radio pública Kossuth que «su figura es quizá el epítome de quienes apoyan cualquier cosa que debilite a los Estados, quienes fomentan todo lo que cambie el estilo de vida tradicional europeo». Lo más curioso es que Soros vino a dar la razón al mandatario una en una declaración a la agencia Bloomberg, afirmando que sus fundaciones «defienden los valores europeos», acusando a las políticas migratorias restrictivas de fortalecer las fronteras y minar esos valores: «Su plan trata la protección de las fronteras nacionales como el objetivo, y los refugiados como un obstáculo: nuestro plan trata la protección de los refugiados como el objetivo, y las fronteras nacionales como el obstáculo».

Los periodistas de la cadena «Sky News» se encontraron en una playa de la isla de Lesbos, ―la principal puerta de entrada a Europa de los refugiados―, un manual con instrucciones para fomentar la inmigración ilegal en Europa, el cual estaba patrocinado por la ONG w2eu («Bienvenidos a Europa»), donde se daban números para establecer contacto con la Cruz Roja y ACNUR, a la vez que se mostraban rutas para llegar a Europa, especialmente a Alemania, señalando incluso las playas desde las que zarpaban los barcos que transportaban inmigrantes hacia Europa. Estos manuales se distribuyen gratuitamente en toda Turquía. Hay que señalar asimismo la sospechosa casualidad de que aparecieran repentinamente por toda Europa pancartas con el lema «Welcome refugees», un eco del «Welcome to Europe» de la citada ONG, coincidencia tras la que no es descabellado ver una campaña perfectamente planificada. Las sospechas adquieren caracteres de certeza si tenemos en cuenta que «Welcome to Europe» es una filial de la megaconspiradora Fundación «Open Society Institute», de George Soros.

¿Qué musas cantan hoy la cólera de Aquiles ante este asalto a la Troya de Europa? Solo se oye la tópica cantilena: «Yo soy Charlie Hebdo», «Yo soy Bataclán»… «Yo soy Bruselas». Es hora ya de que alguien diga de una vez: «Yo soy Aquiles».

Laureano Benítez Grande-Caballero.