La aparición de la lista Falciani ha coincidido con la fianza que el juez que instruye el caso Bankia ha impuesto a los principales responsables del hundimiento de la entidad financiera: nada menos que 800 millones de euros.

La llamada lista Falciani es el listado de todos los evasores fiscales que habían depositado su dinero en la sucursal suiza del banco HSBC, con el objetivo de no pagar impuestos en sus países de origen. En total, más de 2.600 españoles formaban parte de la lista.

 Ambos fenómenos han tenido lugar al mismo tiempo que se ha publicado un estudio según el cual más del 27% de la población española, unos 12,8 millones de personas, se encuentran en riesgo de pobreza o de exclusión social. Un fenómeno que se ve agravado en invierno, cuando decenas de miles de hogares tienen que elegir entre pasar hambre o pasar frío a oscuras, ya que las facturas de pagos básicos como la luz no han parado de subir durante los últimos años, lo que les obliga a tener apagadas la luz y la calefacción si quieren comer.

El caso Bankia y el caso Falciani están relacionados. Ambos tienen como protagonistas a las élites político-empresarial-financieras que han saqueado España durante la última crisis económica. Tras décadas desmantelando nuestra economía productiva, estas élites provocaron una burbuja financiero-especulativa a base de construcción e inmigración masivas y de endeudarnos con el exterior de forma salvaje.

Con el dinero que los políticos recaudaban de aquella burbuja montaron otra: la burbuja de la administración pública, en especial la burbuja de las autonomías. Pero además, estas élites estaban haciendo otra cosa: a través de todo tipo de trucos legales, evadían capitales. Sacaban el máximo dinero de España y se lo llevaban a paraísos fiscales para no tener que pagar impuestos. Bancos como el HSBC se dedicaban a este tipo de fraudes. No sólo eso, ya que este banco también tenía dinero con el que se financiaba el terrorismo y el tráfico de drogas internacional. Algún día alguien nos explicará la relación entre la “respetable” banca internacional y este tipo de actividades delictivas.

Cuando estalló la burbuja, todo el tinglado se vino debajo de forma espectacular. Las Cajas de Ahorros quebraron arruinando a miles de ahorradores, el paro aumentó de forma espectacular, el Estado dejó de ingresar dinero para poder mantener la burbuja de la inmigración y de las autonomías. La deuda no sólo se hizo impagable, sino que ha aumentado de forma espectacular, primero para rescatar a las entidades financieras como Bankia, y después para el rescate de las autonomías, rescate que sigue hoy en día. El loco de Rajoy ha aumentado la deuda externa en cientos de miles de millones de euros. La deuda real ya ronda el 130% del PIB. Una deuda que jamás vamos a pagar y que nos va a convertir en esclavos de la banca internacional, de los chinos, de los árabes o de cualquiera que quiera comprarnos a precio de saldo. Y con ese aumento salvaje de la deuda sólo se han logrado aumentos ridículos del crecimiento y del empleo, que además es ultra-precario, por lo que la recaudación real por cotizaciones sociales apenas aumenta. A lo que habría que añadir los recortes sociales y laborales a los que hemos sido sometidos para poder devolver esa deuda creada por la crisis y aumentada por los rescates.

Y este es el resultado de esta crisis. Una mayoría de ultra-ricos saqueando un país entero y luego ni siquiera paga los impuestos que le toca, mientras la inmensa mayoría de la población sale más empobrecida, más endeudada y obligada a pagar más impuestos porque los ultra-ricos no pagan la parte que les toca, con el permiso de los políticos. Es cierto que a través de la amnistía fiscal algunos de estos ultra-ricos terminaron pagando algo, pero ni mucho menos todo lo que les toca.

La solución es revertir esta situación que se ha ido creando durante los últimos 35 años: hay que acabar con el Régimen-78, empezando por recuperar la soberanía monetaria para dejar de endeudarnos con la banca extranjera, poner la banca al servicio del Estado y de la economía y no al revés, como pasa hoy, acabar con ese pozo sin fondo llamado Estado de las Autonomías, recuperar la economía productiva, reducir la inmigración al mínimo necesario y hacer que los ultra-ricos paguen los impuestos que les toca, como hace todo el mundo.