La destrucción del modelo familiar tradicional siempre ha sido el principal objetivo de las políticas europeas desde el final de la segunda guerra mundial hasta nuestros días. Es uno de los pilares fundamentales de la civilización occidental y por lo tanto, una barrera que nuestro enemigo tiene que derribar. En esta parte de la serie de artículos sobre la escuela de Frankfurt explicaré quienes fueron sus ideólogos y como intentaron llevarlo a cabo mediante la educación en las escuelas infantiles.

György Lukács, fue un filósofo judío-húngaro considerado el más brillante teórico marxista desde el mismo Marx. Encabezó la Internacional Comunista durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, que como ya se indicó, se avocó al estudio de las razones que impedían el éxito de la revolución marxista. Fue reconocido por sostener una idea que le obsesionaba, que difundió tras unirse al Partido Comunista, y que abiertamente expuso en 1919: “¿Quién nos salvará de la civilización Occidental?”, afirmado así (al igual que Gramsci) que el gran obstáculo a la creación del paraíso marxista era nuestra Cultura: la propia Civilización Occidental.

Lukács planteaba la necesidad de sumir a las personas en el pesimismo, y hacerlas creer que vivían en un “mundo olvidado por Dios”, buscando así crear las condiciones necesarias de desesperación social que permitirían la adhesión de las personas a la causa marxista. Al mismo tiempo, afirmaba que el Marxismo debía traducirse en un nuevo movimiento que tuviese las características de una religión, aunque, por supuesto, sin la figura de un Ser Supremo. De hecho, Lukács llegó a estudiar en profundidad la secta de Baal Shem, una secta cabalista judía, además de varias herejías medievales cristianas, con el propósito de encontrar lo que él llamaba “ideas mesiánicas” que pudiesen ser incorporadas al Marxismo.

Cabe señalar que tanto Gramsci como Lukács coincidían con los objetivos finales del marxismo clásico y su diseño de una sociedad nueva, modulada bajo los parámetros de la ingeniería social comunista; lo único en lo que diferían respecto a sus antecesores era en los medios para alcanzar esos fines.

En 1919, Lukács había llegado a las mismas conclusiones que Gramsci, pero a diferencia de él, pudo poner en práctica los nuevos postulados (aunque por breve tiempo) cuando asumió como Comisario de la Cultura bajo la dictadura bolchevique del comunista judío-húngaro Béla Kun. Durante aquel período, lanzó el programa que denominó “Terrorismo Cultural”. Como parte del mismo, Lukács presentó una serie de experimentos en materia de educación sexual en las escuelas húngaras, en que los niños eran instruidos en las bondades del amor libre y los intercambios sexuales, así como la naturaleza irracional y opresora de la familia tradicional, de la monogamia y de la religión (que privaban al ser humano del goce de placeres ilimitados). Todo esto, generó un gran rechazo en la población húngara, fuertemente arraigada a la religión católica y romana.

Laszlo Pasztor, líder de la resistencia anticomunista en Hungría, explica por qué los niños se convirtieron en el objetivo: “Intentaban socavar la unidad de la familia, y esa es una de las razones por las que intentaron introducir educación sexual. Siempre resulta más difícil conseguir que un adulto haga lo que se le enseñó a no hacer.

La única cosa que estábamos autorizados a aceptar era el concepto cultural que ellos estaban enseñando, así era. El libre pensamiento era un pecado mortal grave”.

Claramente, cuando pretende la destrucción de la Civilización Occidental, la desintegración del modelo familiar en que ella se funda resulta un objetivo previo indispensable.

Tras pocos meses desde su instalación, las fuerzas nacionalistas húngaras lograron aplastar al régimen bolchevique de Béla Kun, y con ello interrumpir el programa de educación sexual de Lukács. Sin embargo, Lukács logró escapar de las fuerzas contrarrevolucionarias, y en 1922 se dirige secretamente a Alemania. Fue allí donde gracias a él, tomó forma un nuevo intento por crear una crítica marxista hacia la Cultura Occidental.

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