Un programa electoral como el de Podemos, tan contrario a los intereses y necesidades del pueblo español, apenas le daría para gobernar Vallekas, si los españoles fueran coherentes con sus ideas políticas
Unas elecciones políticas, aparte de ser una campaña publicitaria, no dejan de ser en el fondo un experimento sociológico sometido a las leyes de la estadística y las matemáticas. Y la cuestión numérica, para nosotros ―el vulgo no iniciado― puede simplificarse sometiéndola a la ley del descuento, más conocida bajo el nombre de «rebajas». Veamos, como caso práctico, la aplicación de esta ley a la expectativa de voto de los podemitas.
A un partido como Podemos, que lleva en su programa electoral el derecho de autodeterminación de las autonomías españolas, hay que descontarle ya de entrada el 78% de los electores, que confiesan sentirse españoles, ya sea en su versión monárquica o republicana.
Como además algunos de sus dirigentes son sospechosos de simpatía proetarra, del porcentaje restante hay que descontar a los españoles que, aunque no sientan la patria con raza, les repugna la violencia terrorista.
Y resta y sigue: de la cantidad resultante hay que eliminar la franja de población que se confiesa católica ―el 70% de los españoles―, ya que los pijorojos y giliprogres han dado sobradas muestras de su piromanía contra los católicos, de su afán por butronear los tesoros de la Conferencia Episcopal Española, por eliminar cualquier vestigio cristiano de ayuntamientos, escuelas… y hasta de la Navidad, celebrando en cambio mágicos aquelarres druídicos en los que danzan como malditos en compostelanos bosques mágicos atiborrados de muérdago e hidromiel, para celebrar «el solsticio de invierno» ―Colau dixit―. O sea, que si usted no es católico pero le gustan las Navidades tradicionales ―con sus villancicos azambombados y sus típicos belenes fachacatólicos― también debería bajarse del tren podemita, dejando a los leninrojos con un palmo de narices.
Y ojito a la Semana Santa, porque se rumorea por ahí que el Sr. Turrión va a posar du dedazo nombrador sobre aquel imán que va denunciar a España ante el tribunal de Estrasburgo porque la Semana Santa ofende a los musulmanes. ¿Qué cargo le dará? Pues muy sencillo: ministro de los solsticios.
En fin, que, de los escasos votantes que le queden al Iglesias también hay que rebajar a todos aquellos españoles que no están de acuerdo con la suicida cursilería de pretender frenar a los carniceros yihadistas con consejos de paz y místicas sardanas… O que ven con horror la idea del Coletudo de dejar entrar a nuestro país, con total libertad e impunidad, a todos los inmigrantes,, con papeles o sin papeles, y mantenerlos a nuestra costa, porque es una cuestión de «derechos humanos». Olé.
En caso de que, a estas alturas de la película, aún le quedara a Podemos algún votante despistado o colocado ―de alcaloides, quiero decir― pues se le puede decir que con el enorme despilfarro que esta cofradía chavista quiere hacer para repartir rentas mínimas de inserción, bajar la ratio de alumnos por aula, subsidiar a inmigrantes, subir el número de funcionarios, etc., ―170.000 millones de euros―, y con la segura subida de la prima de riesgo que supondría su acceso al poder, iríamos a una bancarrota que no la superan ni los expertos devastadores de Syriza. O sea, que habría que subir impuestos, cosa que no le gusta al 100% los españoles, seguro. Por ahí empezáramos, ¿no?
Pero hay más, ya que es muy posible que los pocos votantes que le queden a esta gentuza morada podían ser amantes de los toros, o monárquicos, o podrían enterarse en alguna red de por ahí que la plana mayor de los podemitas pertenece a la corporación supuestamente anticapitalista y antiglobalista ATTAC, financiada por dos fundaciones globalistas de esas que buscan un tiránico gobierno mundial donde los tiburones plutócratas nos esclavicen todavía más con sus autoritarias políticas ultra neoliberales: El Instituto Samuel Rubin y… vaya, vaya, la Open Society Institute del ínclito George Soros, el mayor conspirador globalista que han conocido lo siglos.
Y también, ojo al dato, algunos peces gordos morados están enchufados en el TNI ―Transnational Institute―, otra de esas asociaciones que, a pesar de su apariencia progresista e izquierdosa, también están financiada por «el padrino» Soros.
En fin, que las matemáticas no mienten ni engañan y, llegados a este punto, los pobres podemitas, con las estadísticas en la mano, no se comerían un rosco, y, si arañan algún voto, será de manera endogámica, pues no está prohibido votarse a uno mismo. Visto el percal, esta chusma no debería sacar ni la pedrea en las urnas, las cuales, como en aquellos concursos basura de las teles que tanto los jalean, deberían tener alimañas, bestias negras, «cosas» horrebundas en caso de que a alguien se le ocurra meter la mano con algo parecido a una papeleta morada.
Pero no seamos tan crueles, ya que este destripaterritorios ―españoles, por supuesto― impresentable que es el Coletudo morado, sí podría ser presidente de algo en caso de ganar las elecciones: de Vallekas, sin ir más lejos, pues en ese entrañable barrio madrileño cabrían perfectamente todos sus votantes, si la implacable ciencia estadística se cumpliera a rajatabla. Ojalá.
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