El ex-presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán (actualmente en la cárcel) declaró una vez que, para salir de la crisis económica, los trabajadores españoles deberían “trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos”, apostando por la aplicación estricta de la doctrina liberal. El mismo Díaz Ferrán que meses antes había pedido hacer “un paréntesis en el libre mercado».
Claro que el “paréntesis” era para que el Estado, a través del dinero del contribuyente español, pagara la factura de la crisis. Una vez pagada, ya se podía volver a las medidas habituales que suelen proponer estos señores, una de las cuales siempre es bajar los salarios. Díaz Ferrán debía saber bastante sobre esta medida, ya que la aplicó en su propia empresa. De hecho la aplicó tan bien que, no es que bajara los salarios, sino que directamente no pagaba nada a sus empleados, lo que no evitó que su empresa fuera a la quiebra.
¿Pero es esto cierto?¿se trabaja poco en España y se cobran sueldos altos?¿es esa una de las causas de la crisis y por tanto su corrección nos sacará de la misma? Para empezar, no es cierto ni mucho menos que los salarios en España sean altos, sino todo lo contrario. Con la llegada del euro, gran parte de los precios se hicieron “europeos” subiendo de golpe, pero los salarios no sólo no subieron (teniendo en cuenta la inflación) sino que se congelaron e incluso bajaron, descendiendo el poder adquisitivo de la población. Esto hizo que, para llevar a cabo sus inversiones, sobre todo en un bien básico como la vivienda, que subía de forma exponencial, la clase media y trabajadora españolas se endeudaran masivamente. Esto duró hasta que la burbuja inmobiliaria estalló en 2007.
Durante dicha burbuja, la productividad en España subió muy poco, ya que la construcción es una actividad poco productiva, con mucha necesidad de mano de obra no cualificada. Al mismo tiempo, los beneficios empresariales subieron en España un 73% en el periodo 1995-2006, mientras que los costes laborales lo hacían un 3,7%. Esto provocó una brutal transferencia de riqueza de la “tarta” nacional, desde las rentas del trabajo (dinero de los asalariados) a las rentas del capital (beneficios empresariales), proceso que se aceleró durante los años del gobierno de Zapatero. Por mucho que desde la derecha liberal nos repitan que la culpa de la crisis es del “socialismo”de Zapatero, la verdad es que la política económica de Zapatero desde el año 2004 al 2007 fue la misma que la de Aznar: más construcción y más inmigración.
Esta transferencia de rentas hizo que las clases media y trabajadora, es decir, la gente normal, la inmensa mayoría de la población, que consume bienes reales, viera reducida su capacidad de consumo, mientras que los millonarios aumentaron sus rentas, pero las metieron en inversiones especulativas no productivas. En 2007 llegó la crisis, que no tuvo nada que ver ni con los salarios altos, ni con la rigidez del mercado laboral, ni con los funcionarios, ni con el gasto público, como nos repiten machaconamente los liberales. En muchos países del centro y del norte de Europa se trabajan menos horas, el gasto público es mayor, los salarios son mucho más altos que en España y su situación económica es mucho mejor que la nuestra y su tasa de desempleo es mucho menor.
La productividad de un país depende de su modelo económico y de la formación de sus obreros y empresarios. Esa es la diferencia entre el modelo económico español y el de esos países. En ellos los trabajadores están más cualificados que en España y su economía no depende de una mano de obra intensiva no cualificada. Al ser más productivos, cobran salarios más altos que los españoles e incluso trabajan menos horas.
En esos países los empresarios aumentan la productividad para poder producir más con menos trabajadores. En España hacen lo contrario: creación de empleo poco productivo e importación masiva de inmigrantes infra-cualificados. Así, el empresario, al disponer de un gran número de personas dispuestas a trabajar con salarios bajos, no invierte en productividad. Esto es lo que ha pasado en España durante los últimos treinta años y muy especialmente, los últimos diez, durante la burbuja de la construcción y de la inmigración.
Y ese es el problema principal de España, junto a la falta de financiación actual: el problema es su modelo económico, no los salarios altos. Nuestro modelo político también es un problema, aunque no ha sido la causa de la crisis, ya que otros países que no tienen este modelo, como Grecia o Islandia, también están mal. Pero es evidente que nuestro estado autonómico multiplica los gastos y ha creado diecisiete mini-mercados que dificultan la labor de las empresas. El problema ha sido basar nuestro crecimiento en el ladrillo y en el turismo de baja calidad. Por lo tanto, la solución sería un cambio en el modelo e ir hacia una agricultura, industria e incluso, turismo de calidad. Y en ese tipo de economía, los salarios tendrán que subir, no bajar. Pero claro, esto choca frontalmente con la economía de baja calidad, de macrodiscotecas, de golf, de prostíbulos y de casinos que pretenden los liberales, en colaboración con el PSOE, para España.
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