Y es que para esta izquierda desnortada y sin una idea clara de cuál ha de ser su misión en estos tiempos, se ha convertido en un dogma de fe apoyar todo aquello que perjudique o ponga en entredicho la existencia de un país, España, al que de manera torpe e inequívoca vinculan indisolublemente con el franquismo. De ahí se infiere que cualquiera que exprese sus dudas por el carácter pro USA, pro UE, pro OTAN y pro Israel que exhiben los impulsores de esta estafa llamada referéndum, es de inmediato acusado de ser un “traidor” enemigo de la izquierda; cualquiera que se cuestione si el “Procés” redunda más en beneficio de la burguesía independentista que de la clase obrera catalana, es tachado de inmediato de “franquista que se posiciona junto al PP”; y por supuesto, cualquiera que se atreva a exponer los numerosos vínculos que el soberanismo catalán mantiene con los thinks tanks de Estados Unidos y las fundaciones de George Soros es tildado de “conspiranoico” y “agente de la izquierda tricornio”.
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