El cosmopolitismo es la utopía sombría de los apátridas. El cosmopolitismo es la ideología sustentadora y sustentada por la tiranía burocrática de Bruselas, un ente amorfo sin control democrático, una aberración supranacional.
La identidad es la salvación, la salida al atolladero. El hombre no es un individuo solitario, es un ser social, necesitado de referencias, con sentido de pertenencia a una comunidad que habita en un territorio. En un mismo territorio no puede convivir, ni cohabitar, comunidades contrapuestas, ni sociedades paralelas; una yuxtaposición de identidades impide la convivencia, es el conflicto. La identidad hace posible la pluralidad, en la medida en que hay unos límites aceptados y también unas regularidades que permiten la comunicación. La identidad no se define, pues eso conllevaría el error esencialista; la identidad se describe, también frente a lo que repugna o a lo que resulta hostil o invasor.
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