Si partimos del hecho evidente de que en este mundo globalizado los medios de comunicación están masivamente en poder de la plutocracia globalista que conspira por el Nuevo Orden Mundial, cada vez que se produce en ellos una abrumadora coincidencia de opinión en torno a un tema controvertido, podemos sospechar legítimamente que tras esta sintonía se esconde una campaña de intoxicación, de «lavado de cerebro» de las poblaciones aborregadas.

Tal es el caso de la ominosa propaganda que se ha lanzado a nivel mundial sobre las leyes de identidad de género, y también de la opresora campaña sobre la demonización mediática de Donald Trump como candidato a la presidencia de los Estados Unidos, algo en lo que sorprendentemente coinciden los foros derechosos e izquierdistas.

Donald Trump es un populista de derechas, al que se acusa de xenófobo, homófobo, aislacionista ―algo que va lógicamente en contra de las directrices del NOM, por lo cual se puede decir de Trump que es un antiglobalista―, y varias cosas pintureras más, entre las cuales empieza a destacar su «locura», tremendamente peligrosa para un señor que tendrá en su mano el botón nuclear con el que puede mandar al Planeta al apocalipsis. Sus salidas de tono, sus meteduras de pata, sus espeluznantes consignas y las chaladuras de su programa electoral han sumido al mundo en tanta inquietud ante su posible triunfo, que le han supuesto una gigantesca tamborrada a nivel mundial, una cacerolada cósmica inigualable donde se pasa de la irrisión al miedo sin solución de continuidad.

Pero lo que me resulta más sospechoso es, sin duda alguna, la escasa relevancia que por el contrario se concede en muchos foros a las fuerzas oscuras que bullen tras la figura de Hillary Clinton, quien cada vez aparece más como sospechosa de prácticas corruptas ante la opinión pública, referidas a dos focos principales: el «affaire» de los emails, y los turbios asuntos financieros de la Fundación Clinton, que mancomunadamente pueden crear una «tormenta perfecta» en torno a la candidata demócrata, susceptible de contrarrestar con su sombría realidad la desventaja que le da al «bocazas» Trump su presunta chaladura.

En cuanto al asunto de los emails, el FBI ya ha interrogado a Hillary sobre los correos que figuraban en el servidor privado que utilizó durante su período como Secretaria de Estado con Obama (2009-2012), cuyo número se acercaría a los 30.000, de los cuales 15.000 fueron presuntamente borrados por Hillary, y a través de los cuales pudo proporcionar informaciones clasificadas, secretas o confidenciales, según se aprecia en el centenar de correos publicados hasta ahora. La misma candidata afirmó que no sabía dónde se encontraban algunos de los 18 dispositivos a través de los cuales difundió esta información.

Paralelamente a esto, el Departamento de Estado pretende hacer pública la agenda completa de la exsecretaría de Estado, investigación que pretende precisar qué parte de esas entrevistas sirvieron para conseguir donaciones a la polémica Fundación Clinton.

En este sentido, el análisis de las primeras 154 hojas refleja que más de la mitad de esas entrevistas fueron con donantes de la Fundación, la cual lleva desde hace tiempo una fuerte carga de ser sospechosa de prácticas fraudulentas.

En su libro «Clinton Cash», Peter Schweizer afirma: «Creo que la evidencia deja bastante claro que donaron mucho dinero del que recaudaron. Pero también hay pruebas bastante claras de que se tomaron en la fundación acciones a favor de Hillary Clinton».

Pero la «madre del Cordero» está en las estratosféricas cifras que maneja su Fundación, proveniente de donaciones a cargo de entidades que presumiblemente hacen sus aportaciones buscando un trato de favor de personajes tan influyentes como los Clinton.

Por ejemplo, una organización sueca aportó 26 millones de dólares a la Fundación, justo en el momento en que el Departamento de Estado que dirigía Hillary estudiaba la posibilidad de imponer sanciones contra empresas que desarrollaban acciones muy semejantes a la sueca, por comerciar con Irán.

Tampoco es ningún secreto que Hillary es la candidata de Wall Street, pues los grandes magnates y capitostes le han aportado sumas millonarias para financiar su campaña. Si Wall Street es el corazón de la plutocracia globalista, ya podemos hacernos una clara idea de a qué señores rinde pleitesía Hillary, todo lo contrario que Trump, que ha invertido 200 millones de dólares de su propio bolsillo en su campaña, además de recibir pequeñas aportaciones de contribuyentes privados, pues se ha negado a recibir subvenciones millonarias.

Si a todo esto le añadimos que la señora Clinton es una feroz defensora de las leyes de identidad de género y del aborto ―que apuntan claramente al NOM―, y que durante su etapa de Secretaria de Estado tuvo lugar la «primavera árabe» ―otra obra de ingeniería social creada por las élites globalistas― que dio origen al desorbitado crecimiento de la amenaza terrorista del Estado Islámico, el currículum globalista de esta señora es para echarse a temblar.

Sin embargo, la prueba más evidente del «lado oscuro» de la candidata demócrata no radica, a mi parecer, en estas prácticas más o menos tramposas de su actividad política, sino en dos pequeños detalles que han pasado totalmente inadvertidos a la opinión pública. Desde mi punto de vista, esta desatención hacia ellos se debe justamente a que  ahí está la verdadera «madre del Cordero» que desnuda la compleja trama conspirativa que pretende aupar a Hillary al poder de la primera potencia del mundo.

El primero de ellos es el hecho de que Hillary fue nombrada recientemente miembro de honor de la sociedad secreta Skull & Bones en la Universidad de Yale, donde nació esta cofradía iniciática, y donde ella estudió Derecho.

Skull & Bones se fundó en 1832, y se la conoce también con el nombre de «Hermandad de la Muerte», pues su emblema es el «Jolly Roger», una calavera sobre dos tibias cruzadas. Su lugar de reunión es un edificio de la Universidad de Yale conocido con el siniestro nombre de «La Tumba», el cual, según afirman testigos presenciales, presenta un ambiente estilo familia «Monster». Ante estos símbolos, aunque sus prácticas iniciáticas permanecen en secreto, no es difícil imaginar en qué dirección se encaminan. En la misma Wikipedia se llega a decir de Skull & Bones que es «una sociedad secreta, iniciática, masona y sinárquica». Casi nada.

Su objetivo es instaurar en la sociedad la filosofía del «caos constructivo», filosofía que también podría anunciarse como «desorden provechoso». Caos y desorden que, por supuesto, demandarán un gobierno mundial despótico. O sea: puro NOM.

El activismo de los Skull & Bones en la historia reciente de los Estados Unidos ha tenido dos objetivos principales: por un lado, es un club selecto cuya estrategia va orientada a la perpetuación en el poder de una élite formada una reducida oligarquía de familias millonarias norteamericanas, que ha colocado a muchos de sus miembros en relevantes puestos de la vida política y económica de los Estados Unidos, llegando a tener incluso tres presidentes, entre ellos los dos George Bush, padre e hijo.

Pero el dato más inquietante y perturbador es que, durante su campaña presidencial, Hillary ha mostrado una extraña bandera norteamericana, ya que en ella las 51 estrellas de 5 puntas que representan a los estados de la Unión están invertidas. ¿Por qué esta sorprendente anomalía? ¿Es que acaso una candidata a la presidencia no conoce su propia bandera? ¿Se trata de un simple error técnico?

La estrella invertida de cinco puntas se ha asociado desde tiempos inmemoriales con el misterio y la magia negra, y representa el triunfo luciferino de la naturaleza sobre el espíritu, concretado en el triunfo de los deseos carnales masculinos, representados por Pan, el dios de la promiscuidad, ya que su cabeza de macho cabrío se inserta perfectamente en el símbolo del pentagrama invertido. ¿Por qué Hillary ha utilizado esta misteriosa bandera?  ¿Es que acaso tanto ella como sus asesores desconocen lo que representa el pentagrama invertido?

El 13 de octubre de 1873 se publicó en el periódico estudiantil  «The Iconoclast» un panfleto contra los Skulls & Bones, que decía:  «Oh, nuestro Yale tan tiernamente amado, de Las Calaveras y Huesos te prevengo: evítalos como amigo impío, una serpiente en su madriguera».

Sí: una serpiente rubia en una madriguera blanca.

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