La primera descripción de la torre de los cráneos de Tenochtitlan la hace en 1521 Andrés de Tapia, que acompañó a Hernán Cortés y a los totonacas, tlaxcaltecas y otras tribus en el asalto a la ciudad. Luego la repetirán Bernal Díaz del Castillo y Gomara. Después será mil veces negada, y con ella, aquel sistema de sacrificios humanos de los aztecas, porque el Imperio azteca tenía que pertenecer al edén indígena que los españoles bárbaros habían destruido cuando arrasaron América. En consecuencia, estas descripciones del terror azteca no podían ser más que mentiras para justificar la conquista de México. Los propios mexicanos cuentan que su historia -y contra este disparate escribió Octavio Paz- comienza con la fundación del dios Quetzalcóatl, para verse luego interrumpida con la llegada destructiva de los españoles, y continuada por su cauce natural tras la independencia. Hace ya mucho tiempo que se sabe -si se quiere saber- que los cronistas españoles no mentían.

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craneos

Detalle de la torre de cráneos descubierta por arqueólogos en Ciudad de México.