Una tras otra, todas las medidas de la UE desde que España tuvo la desgracia de entrar en ese club, van dirigidas a perjudicar a la agricultura española, muy en particular a la de frutas y hortalizas. Ya desde el principio se nos impusieron cuotas absurdas que obligaron a arrancar miles de hectáreas, después se les entregó a las multinacionales francesas y alemanas de la distribución el control de la compraventa de nuestros productos, dedicándose esas distribuidoras a aprovecharse de su posición dominante para empujar los precios a la baja. Respecto a la principal ayuda financiada por la UE, el Pago Único, fueron premiados los cereales y la ganadería (mayoritarios en Francia y Alemania) en detrimento de las frutas y hortalizas (mayoritarias en España) Todo tipo de medidas de este estilo han contribuido a hundir la agricultura española en los últimos 35 años, pasando ésta a ser una parte ínfima del PIB español. Dentro de la planificación económica de la UE, el papel de España era ser reducida a una nación de servicios y turismo, reduciendo al mínimo su agricultura, ganadería, pesca e industria.

Parece que hoy se continúa por el mismo camino. Apenas comenzada la campaña citrícola en España (en especial en la Comunidad Valenciana) un triple mazazo desde la UE la ha puesto en peligro antes de empezar. Desde altas instancias de la UE se va a permitir que Marruecos exporte 475.000 toneladas de cítricos hacia Europa sin pagar aranceles. El tomate español también se verá afectado. Esto es consecuencia de otro golpe de la UE a España producido en 2009, cuando la UE (por órdenes de Francia y Alemania, seguramente presionadas por USA, en el marco de ese extraño idilio que USA, Francia y Marruecos tenían desde el 11-M) firmó con Marruecos un tratado de libre comercio, nefasto para España, que nos obligaba a competir en una total desigualdad de condiciones con Marruecos, donde la mano de obra es mucho más barata, no se piden ni de lejos las condiciones fitosanitarias que se exigen en España y su moneda es mucho más débil.

El segundo golpe es que, de la misma manera, se permite a Sudáfrica meter sus cítricos en la UE, algo también muy negativo para nuestros cítricos, en especial las naranjas de primera temporada, las Navelinas. En el caso de Sudáfrica, el problema, aparte de la saturación del mercado que puede provocar, es la presencia de enfermedades en sus cítricos que pueden contagiar a los nuestros, con consecuencias imprevisibles para la citricultura española. Desde el sector se exige a la UE que al menos se realicen controles lo más estrictos posibles sobre las naranjas sudafricanas, pero desde la UE ignoran el problema con demasiada frecuencia. El tercer problema es el absurdo veto a Rusia que mantiene la UE, por orden de Estados Unidos, y que prohibe vender frutas y hortalizas al país eslavo.

Todas estas condiciones pueden provocar un exceso de producción en la UE que desplace los precios a la baja, en especial de los cítricos españoles. Los precios a la baja son ingresos a la baja y muchos almacenes y cooperativas, para sobrevivir, se ven obligados a contratar mano de obra semi-esclava en la recolección de cítricos, extranjera en su mayoría, que a su vez desplaza al trabajador nacional del campo, por lo que, en resumen, estamos en una situación que perjudica tanto al agricultor nacional como al trabajador, siendo los beneficiarios las grandes distribuidoras de la alimentación. Desde DN pedimos explicaciones a los eurodiputados españoles que han apoyado estas decisiones y que se acabe de una vez con esta situación o, de lo contrario, que España se salga de la UE de inmediato.

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