Terminábamos el artículo anterior a la espera de analizar la evolución futura de las fuerzas políticas en liza de cara a las próximas elecciones generales. Vista esta semana pasada la ronda de contactos, declaraciones y posicionamientos de los distintos partidos a la hora de formar gobiernos en los distintos ayuntamientos y comunidades autónomas se adivina un futuro parlamento sin mayorías absolutas y con la pérdida del PP del gobierno de la nación.

Tras la retirada de Rubalcaba y la entrada a la secretaría general del PSOE de Pedro Sánchez, junto con la marcha de la vieja guardia del PSOE andaluz en favor de Susana Díaz, el relevo generacional en este partido ya está culminada, siempre con la vigilancia de la vieja guardia con Felipe González a la cabeza. No debemos olvidar que el PSOE ha gobernado en España durante casi treinta años y es junto con el PP el guardián de todos los secretos de Estado, de todas las cloacas del Estado y de todos los pactos internacionales que han entregado a potencias extranjeras la soberanía de nuestra patria para el mantenimiento del régimen actual. Y este es el quid de la cuestión en cuanto al traspaso de poderes a la nueva casta que se está promocionando.

Podemos, la fuerza aglutinadora de la izquierda, es el partido comunista de toda la vida adaptado a los tiempos 2.0. Tras el fracaso del eurocomunismo los partidos comunistas europeos hubieron de reciclarse en partidos Verdes y similares que ocultasen su verdadera ideología, aquí en España bajo las siglas de Izquierda Unida, y ahora toca volver a ponerse careta nueva bajo la marca Podemos. Con su mensaje ambiguo en cuestiones transcendentales para el gobierno de la nación, su discurso político se basa en la denuncia de la corrupción y la promesa de una revancha rápida de la ciudanía sobre la casta política actual, es decir es un discurso basado en el odio más que en la construcción de algo sólido.

Tras experimentar su fuerza en las elecciones locales y autonómicas, presentándose con marcas blancas para no empeñar el nombre del partido, se presentará a las elecciones nacionales con su nombre, y se presume un aumento del voto en su favor. Debemos tener en cuenta que no se ha presentado en todo el territorio nacional en estas últimas elecciones, y que su fuerza la tiene en las grandes ciudades donde ha podido presentar candidatos conocidos públicamente por la ciudadanía, no así en poblaciones más pequeñas, donde todo el mundo se conoce no solo públicamente si no íntimamente, y donde los representantes de Podemos evidencian el fanatismo, la vaguería y la incivilidad de los miembros de este partido. Al poder presentarse a la elecciones nacionales en todo el territorio, y al poder presentar a personajes desconocidos en sus listas en las provincias más pequeñas, la marca Podemos puede empatar en votos con el PSOE, que ya ha tocado su suelo electoral.

Ciudadanos, el sustituto del PP, con miembros más aseaditos y muchos con experiencia en el mundo laboral y en el sector privado, ha presentado candidatos desconocidos en todos los ayuntamientos y autonomías y aun así ha logrado unos buenos resultados. Toda su estrategia de comunicación gira en torno de la figura de su presidente Albert Rivera, y aun puede crecer a costa de los restos del naufragio de UPyD y del voto del PP que engordó la abstención. Si alcanzan pactos de gobierno con el PP a cambio de una imagen de lucha contra la corrupción por parte de este partido, expulsando a sus corruptos como exige Ciudadanos, el elector puede percibir que apoyando a Ciudadanos ayuda al PP a autorregenerarse, a jubilar a sus líderes y a que tenga que apoyarse en Ciudadanos para poder volver a gobernar, desandando las políticas pasadas.

Así pues, se conformarán en las próximas elecciones dos bloques PP-Ciudadanos, más PSOE-Podemos-Grupo Mixto, en el que muy posiblemente el bloque de izquierdas gane y pueda formar gobierno. El papel del PSOE en esta mayoría será el de “domesticar” a los de Pablo Iglesias de cara a que en cuatro años estén en posibilidades de gobernar. Para ello se les introducirá en las distintas comisiones “sensibles”, como la de exteriores, la de defensa, la de secretos oficiales, para que vayan conociendo los secretos de Estado, las cloacas, los compromisos internacionales y garanticen la continuación del régimen. A su líder y sus cuates, se les ve dispuestos, el problema va a ser bregar con sus bases y sus cuadros, curtidos en la revolución permanente y procedentes de todos los sectores revolucionarios, muchos con intereses contrapuestos.

El partido de Albert Rivera no presenta este carácter rupturista como ellos se han cansado de proclamar, y el PP se encargará, desde la oposición, de sentarle también en las distintas comisiones de control para que se vayan fogueando.Así pues, y siguiendo todos el guión, se hablará mucho de aquí a las elecciones de corrupción y de limpieza democrática, pero no verán ustedes a los líderes de Podemos y de Ciudadanos, una vez estén sentados en el Parlamento y el Senado, preguntar qué es lo que realmente pasó el 11-M, por qué Pedro Solbes -con el silencio de Rajoy y de todo el Parlamento- vendió todo el oro de la nación justo antes de que se disparase su precio en el mercado internacional y a que familia o familias se lo vendió, o porque han creado los de la casta una colonia norteamericana a perpetuidad en Morón de la Frontera, amén de otros cientos de casos de auténtica corrupción -la de la nación, no la de las personas- a manos de los fedatarios del Régimen del 78.

En otro próximo artículo analizaremos el papel a desempeñar en esta farsa por las fuerzas nacionales.

 

Luis Mateos de Vega, candidato a la alcaldía por la Coalición Nacional en las pasadas elecciones y secretario general de Democracia Nacional.

64259_341283609375880_7980215490911043715_n