KATIE HOPKINS informa desde ese paraíso de libertad escandinavo donde las mujeres, aterrorizadas, han desaparecido de sus calles y una conspiración de silencio y de autocensura acerca de la inmigración entierra la verdad.

No vine a Suecia por las revueltas. Tampoco por Trump. De hecho, se suponía que debía estar aquí en diciembre – antes de que las huelgas de las aerolíneas se interpusieran en mi camino.

Vine aquí porque me lo pidieron. Muchas veces.

Fueron las mujeres suecas, a través del correo electrónico, de cartas, con el fin de mostrarme, de manera silenciosa, en qué se ha convertido su país.

3DD2912A00000578-4269576-image-a-105_1488331368222
Kate Hopkins habla con la gente junto a la comisaría de policía de Kista, Estocolmo.

3DD28E6100000578-4269576-image-a-2_1488353009986
Rinkeby es un distrito (en sueco, stadsdel) ubicado en el área urbana de Rinkeby-Kista, es una de las zonas impenetrables (NO_GO) de la ciudad de Estocolmo, Suecia, por lo peligrosas que resultan.

Se ha convertido en el hogar de gran parte de la población inmigrante y donde la policía realizó una importante redada la semana pasada.

Muchos son los padres que escriben preocupados por sus hijas, publicando tweets comentando que Suecia no es lo que la gente se imagina, que las chicas jóvenes temen salir de noche.

Las agencias de noticias se llenan de artículos de violaciones y acoso a jóvenes suecas. Algunas agresiones, inexplicablemente, aparecen en Facebook al mismo tiempo que se están produciendo.

Otras noticias son disimuladamente archivadas en ese cajón etiquetado como “inmencionable” , como ese articulo sobre la violación de una niña de 14 años por parte de un inmigrante “menor de edad” que más tarde alardeaba de tener 45 años.

Cuando Trump centró la atención del mundo en Suecia sobre los efectos de la inmigración masiva y se refirió a ella irónicamente como estandarte de libertad de la Tierra, el país estaba listo y esperando para explotar.

3DD29FB800000578-4269576-image-a-96_1488330689774
Katie habla con“Lucy”, una joven de 27 años que vive cerca del puente bajo el que se reúnen un grupo de hombres durante todo el día y la noche.

3DD28F3500000578-4269576-image-a-3_1488353077679
Lucy dice que salir sola ya le causa pánico. La semana pasada, unos ladrones entraron en su casa durante el día y se llevaron su portátil y las llaves del coche, para luego robarle también el coche.

Con sus declaraciones, Trump prendió la mecha de ese explosivo formado por miles de inmigrantes jóvenes y aburridos que han nacido con la guerra y que han traído la batalla con ellos.

Impulsados por el oxígeno de la publicidad saquearon, organizaron revueltas y quemaron coches la semana pasada en Rinkeby llamada ahora la «Pequeña Mogadiscio» en honor a la ciudad somalí.

Mientras los liberales tacharon las noticias de falsas, los conservadores destacaron el caos causado en este distrito de la ciudad, Rinkeby , donde el 90% de los residentes de son extranjeros.

En las redes sociales comentaron las altísimas estadísticas de violación con interpretaciones para todos los gustos:  Estocolmo era “la capital de la violación de Europa”, el incremento de los abusos sexuales era «una mera anomalía estadística» o, «si giras la gráfica hacia un lado, verás cómo esos números de violaciones y acoso sexual disminuyen».

3DD28F5900000578-4269576-image-a-95_1488330576330
Como en un macabro cuento de Andersen “Lucy” se apresura cada día a casa asustada después del trabajo, con un espray de seguridad como única defensa.

Pero en un mundo de noticias polarizadas, aún debe haber algunas verdades esperando ser contadas. Aunque sólo sea el testimonio de una única mujer blanca indefensa y fatigada de tanto tanto manifestarse.

Yo las he encontrado aquí a plena luz del día para cualquiera que las quiera ver u oír – si es que alguien me está escuchando. O si es que pueden dejar de sacar fotos de coches quemados o de reinterpretar las estadísticas de violaciones a su conveniencia.

Una joven de 27 años – llamémosla Lucy – tiene un miedo terrible a salir sola. Vive cerca de un centro comercial concurrido que atrae a los inmigrantes de esas zonas impenetrables y que la aterrorizan en su ir y venir de casa al trabajo.

Bajo el puente que hay cerca de su piso se reúne un grupo de hombres las 24 horas del día. Tienen fácil acceso a su vivienda. Lucy se apresura de un lado a otro portando su espray de seguridad y aterrorizada.

3DD2902300000578-4269576-image-a-97_1488330744978
Precintado por la policía, frente a la comisaría de Kista, Estocolmo, donde se encontró una granada en un contenedor.

3DD2912A00000578-4269576-image-a-105_1488331368222
Katie habla con la policía después de que se encontrase una granada en un contenedor .

Lucy se sabe los últimos casos de violación de memoria, me los citó, con voz temblorosa; una larga lista de horribles sucesos. Espera su turno de ser añadida a esa lista.

No se lo puede contar a su madre. No quiere que se preocupe.

La semana pasada, unos ladrones entraron en su casa durante el día y se llevaron su portátil y las llaves del coche, para luego robarle también el coche. La policía le dijo que estaban demasiado ocupados para acudir en su ayuda.

No quiere que se muestre su foto. No ya porque los inmigrantes la vuelvan a atacar, sino porque las feministas irán tras ella y la perseguirán como si fuera una racista por expresarse. Los hombres inmigrantes la asustan, pero son las mujeres suecas las que la han silenciado.

3DD2908D00000578-4269576-image-a-98_1488330833593
Un canal nacional de noticias entrevista a Katie frente a la comisaría de policía de Kista.

Lo viví en mis propias carnes cuando fuí a al lugar de la granada de mano encontrada en el contenedor y que no había explotado, frente a la comisaría de policía de una zona NO-GO de la ciudad, cerca de una mezquita. Le pregunté a la policía quién era el objetivo. Me dijeron que no sabían. Le pregunté al líder musulmán de la mezquita; él me dijo que pensaba que iba dirigida a la policía.

Luego dos mujeres me agarraron y me dijeron que no fuese por ahí; que no hiciera de este suceso un tema musulmán. Según ellas, se trataba de un asunto policial, nada que ver con los inmigrantes. Me pregunto si estas mujeres entienden algo de lo que está sucediendo. Una bomba en una papelera.

A las doce horas de aterrizar en Suecia, se había prendido fuego un centro de refugiados, al parecer provocado; se había plantado una granada de mano en una papelera, ya fuese para la policía o para la mezquita; y otra granada de mano había explotado, lesionando a una persona en Malmö.

Si esto es importante o no podemos debatirlo. Yo diría que es una locura. Me cuesta creer que esta sea la Suecia del siglo XXI, un país idealizado por sus ideales ultra-avanzados.

3DD28F1800000578-4269576-image-a-100_1488331070861
Durante su visita, una mujer le explicó a Katie que hay un extraño código moral en Rinkeby.

Estás más expuesta al crimen si no eres musulmana y si no llevas hiyab.

 

Un cámara del principal canal sueco me preguntó que porqué esto tenía que politizarse; que porqué no podía simplemente ser que alguien había puesto un artefacto explosivo en una papelera.

Le miré y me pregunté que quién de los dos estaba loco.

Más tarde, volví a transitar el barrio peligroso, la zona NO-GO, acabando nuevamente en el centro de la ciudad. Una semana antes este lugar fue incendiado y saqueado ante la mirada atónita del mundo.

Me preguntaba qué no encajaba aparte de la sobrecogedora calma y me di cuenta de que era la única mujer en el lugar. Todos los demás eran hombres africanos jóvenes de habla árabe vagando por el lugar sin hacer nada.

3DD28E5600000578-4269576-image-a-101_1488331103394
Katie visita el centro comunal de la Iglesia de Rinkeby, donde se reúnen los residentes de Rinkeby para rezar y conversar.

Frustrada, les pregunté a algunos de ellos que qué hacían, qué cuál era el motivo, qué conseguirían pasando el tiempo sin hacer nada. La madre que hay en mi interior estaba furiosa.

“Que te jodan, puta blanca, vete a joder a tu madre”, me respondieron, y pasaron a mostrarme con gestos soeces lo que les hacían a sus “amiguitas blancas”.

A la mañana siguiente, me dirigí al centro multirreligioso para mujeres del barrio  con el fin de preguntarles dónde estaban ayer por la noche, por qué la pasaron en casa, por qué, en un país orgulloso de su igualdad, estaban atrapadas en sus casas mientras sus hombres vagaban por el centro.

Estaba dispuesta a culpar a su religión, echando pestes sobre una ideología represiva que mantiene a las mujeres en la cocina.

Pero eso sólo fue una parte de la historia.

3DD28ED500000578-4269576-image-a-102_1488331128951

A pesar de su religión hay algo en lo que todas las mujeres están de acuerdo. No salen. No salen porque están asustadas – musulmanas, cristianas, jóvenes y ancianas.

Una mujer explicó: Hay un extraño código moral aquí en Rinkeby. Estás más expuesta al crimen si no eres musulmana. Estos chicos piensan que pueden coger cualquier cosa de una mujer que no lleve un hiyab o que al menos cubra su pelo.

Otra, Besse, me contó: No salimos a las calles aquí al anochecer. Es muy peligroso. Llevo viviendo aquí 25 años y la cosa ha ido de mal en peor. La situación ya es tan tensa que me resulta imposible salir al supermercado, por ejemplo, para comprar algo de leche.

Parwin, una cristiana, culpó a las mezquitas: Es por todas esas cosas que enseñan en las mezquitas. Son salafistas, como Isis. Deberían cerrar la mezquita porque es donde estos chicos han aprendido todas esas cosas horribles.

Pero en lo que todas están de acuerdo es en que no salen. No salen porque están asustadas – musulmanas, cristianas, jóvenes y ancianas.

Tal como la chica sueca, Lucy, atrapadas en casa por terror.

3DD28F3500000578-4269576-image-a-3_1488353077679
A “Lucy” le aterroriza salir sola y ahora ese temor la tiene atrapada en casa.

Preocupadas por sus hijos y demasiado preocupadas para contárselo a sus madres.

Me siento mal por estas mujeres, cómodas en la compañía que se aportan unas a otras, pero terriblemente solas en casa. Sólo cuatro hablan sueco; el resto todavía hablan en árabe. Incluso después de 25 años.

Me marché entristecida. Entristecida de que, en un país tan orgulloso de los derechos de la mujer, que dirige la maternidad y la igualdad de la mujer, exista este modo de vida.

Donde mujeres de todas las religiones y colores están atrapadas en sus casas por miedo.

Donde hombres jóvenes se sienten felices al decirme a la cara que soy una puta blanca y al hacerme gestos sexuales para mostrarme cuál es mi sitio.

Donde la razón que atemoriza a una mujer de contar su caso es que las feministas la denigrarán tachándola de racista.

Donde el canal de noticias público quiere que acepte que una granada en un contenedor de basura es normal.

3DD28DF500000578-4269576-_Standing_in_the_queue_for_the_bus_surrounded_by_these_people_I_-a-1_1488352293239

Esperando en la fila para el autobús, rodeada de estas personas, con toda honestidad puedo decir que nunca me he sentido tan sola.

KATIE HOPKINS

Noticia traducida por DN del enlace: http://www.dailymail.co.uk/news/article-4269576/KATIE-HOPKINS-reports-Scandi-lib-paradise-Sweden.html

las-mujeres-del-islam-slider1