Según estadísticas presentadas por la ONG Oxfam, el 1% de los más ricos en España tienen tanto dinero como el 70% de los ciudadanos. Tan sólo 3 personas entre las más ricas tienen el doble de dinero que el 20% de la población más pobre. Durante el último año de crisis las 20 personas más ricas de España han aumentado su fortuna en 15.450 millones de dólares, poseyendo tanto dinero como el 30% más pobre de la población.

Hace 35 años, España era un país con una fuerte clase media, en el que las rentas del trabajo se llevaban la mayor parte del PIB. Pero el Régimen-78 ha dado un vuelco espectacular a esa situación. Se empezaron bajando impuestos a las rentas más altas mientras que se les subía al resto de la población. Más tarde, se empezaron a consentir todo tipo de trucos legales y contables para no pagar prácticamente impuestos. Trucos que no eran accesibles para la mayoría de la población. Sólo para los más ricos. Ellos montaban SICAVs y tenían la capacidad de llevar el dinero a paraísos fiscales donde apenas pagaban impuestos. Todo ese dinero evadido no colaboraba para mantener el gasto social en España, por lo que los gobiernos se veían forzados a exprimir a las pymes y a las clases medias y trabajadoras para sostener los servicios públicos (y también para devolver la deuda externa, que con el nuevo Régimen no paraba de subir cada año) 

Además, la economía productiva creadora de estabilidad y, como consecuencia, de clases medias, fue gradualmente destruida y sustituida por una economía especulativa, en el que la gran mayoría de la población veía empeorar sus condiciones laborales y sus ingresos, mientras que una minoría veía aumentar los suyos. Los grandes capitales se llevaron las fábricas a Asia, en busca de mano de obra barata, poca legislación laboral y monedas devaluadas respecto al euro. La consecuencia de todo esto fue que la gran mayoría de la población no tenía los ingresos suficientes para montar un negocio o comprar una casa, por lo que tenían que endeudarse más aún para hacerlo. Por contra, la minoría de ultra-ricos tenía tanto dinero que no podía gastarlo todo en la economía real, por lo que se dedicó a invertirlo en la economía financiero-especulativa, provocando burbujas económicas y una gran inestabilidad, que finalmente trajo la crisis actual.

Nada tenemos en principio contra el rico que lo es debido a su esfuerzo o por haber tenido una buena idea empresarial, gracias a la cual ha ganado dinero, ha creado trabajo real y ha contribuido al desarrollo de la sociedad. El problema es que en España este tipo de ricos se pueden contar con los dedos de la mano. Aquí la mayoría de ricos son banqueros que se han hecho millonarios creando dinero de la nada y prestándoselo luego a los ciudadanos, constructores que se han hecho ricos a base de conseguir obra pública (que pagamos todos) o de burbujas inmobiliarias (causantes de crisis como la actual) o directamente empresarios que se han hecho ricos tras ser puestos a dedo por el político de turno para dirigir una empresa pública después de ser privatizada. Político que, al retirarse, acaba precisamente en el Consejo de Administración de esa misma empresa.

Ahora, tras provocar la crisis con la burbuja, estos ultra-ricos han cogido sus beneficios y se los han llevado para invertir fuera de España, habiendo aquí un 25% de paro. Crearon la deuda privada y han conseguido convertirla en pública, han saqueado las Cajas de Ahorros, trajeron más de siete millones de inmigrantes para inflar la burbuja y aumentar beneficios y ahora se han ido de España, pero a los extranjeros nos los han dejado aquí. Y por supuesto, siguen pagando muchos menos impuestos de los que les toca. El auténtico empresario creador de riqueza y de bienes y servicios reales no tiene excesivos problemas en que haya una cierta redistribución de la riqueza, ya que comprende que, con el dinero que las clases medias y trabajadoras ingresan de esa redistribución, esas clases consumen los productos que el empresario fabrica. Pero el ultra-rico que no produce nada en la economía real no tiene ningún interés en que eso ocurra.

Pero luego aún se atreven a culpar a la mayoría de la población de la crisis, acusándola de «vivir por encima de sus posibilidades», de «tener una sanidad demasiado cara» o de cobrar «salarios demasiado altos». Y a partir de ahí exigen ajustes y reformas laborales que sólo logran empeorar la situación. Si España quiere salir de la crisis no necesita una reforma laboral, sino una reforma empresarial, que descubra que sólo un cambio en el modelo económico, educativo, laboral y fiscal hará que salgamos de la crisis.