¿Te has preguntado alguna vez el por qué de las políticas europeas? ¿Por qué se toman decisiones que siempre nos perjudican? ¿Por qué invierten más dinero en la gente que llega de fuera que en los propios europeos? ¿Porqué se fomenta el feminismo radical, la ideología de género y la homosexualización de la población? En esta serie de publicaciones formada por 11 documentos intentaré responder a todas esas preguntas y aclararos los motivos y quién está detrás de toda esta locura.
La teoría marxista predijo que si una guerra surgiese en Europa, la clase trabajadora de cada país europeo se alzaría en una revuelta bolchevique. En ella, los proletarios de toda Europa se unirían en torno a sus supuestos vínculos de clase. Pero la teoría resultó equivocada, ya que cuando la Primera Guerra Mundial comenzó en 1914, la lealtad de los trabajadores hacia sus países resultó ser más fuerte que su así llamada, “conciencia de clases”. No hubo mayor resistencia por parte de los trabajadores a la hora de marchar a la guerra, ni siquiera en Alemania, país al cual Marx atribuía un alto potencial revolucionario por reunir las condiciones necesarias para llevar a la práctica las teorías por él propuestas. En efecto, el Partido Social Demócrata de Alemania (de clara tendencia marxista) brindó un considerable apoyo en las votaciones por las cuales se decidió la intervención militar alemana, contexto en el cual el Kaiser Guillermo II pronunció su célebre frase: “No reconozco más partidos, sólo reconozco alemanes”. Todo lo cual escapaba claramente a las expectativas iniciales del Marxismo clásico.
En 1917, un violento levantamiento marxista logró llevarse a cabo en Rusia, en el episodio que hoy se conoce como la “Revolución Rusa”. Y si bien este hecho brindó esperanzas a los marxistas de la época en torno a la efectiva realización de sus teorías, la tan esperada “revolución” estaba desarrollándose en un Estado de escaso desarrollo industrial, y por tanto, carente de una de las principales condiciones que según Marx eran fundamentales para concreción de sus ideas. Otro error del Marxismo clásico.
Pero aun cuando la esperada “revolución” marxista había ya comenzado su desarrollo, ésta falló en su intento de expansión hacia Europa Occidental. Cuando la “revolución” intentó expandirse hacia otras naciones (como ocurrió con la República Popular de Hungría, el levamiento de la Liga Espartaquista en Berlín, o la República Soviética de Baviera), los obreros no brindaron apoyo. Nuevamente se contradecía la teoría marxista clásica.
Por aquel entonces, la Internacional Comunista (Comintern) no comprendía las causas del fracaso marxista, y empezó varias operaciones para determinar cuáles habían sido los fallos y por qué surgieron errores en una planificación tan “perfecta”. Fue entonces cuando hicieron frente a la incómoda pregunta: “¿Qué estamos haciendo mal?”. Antonio Gramsci (1891-1937) en Italia y György Lukács (1885-1971) en Hungría, creyeron tener la respuesta.
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