Desde el gobierno y sus medios de comunicación han aprovechado los últimos datos supuestamente buenos sobre la situación del empleo en España para asegurar que la crisis se ha dejado atrás y que las cosas cada vez van a ir mejor. Es normal que lo hagan. Su actuación en otras materias ha sido tan negativa que la economía es el último clavo ardiendo al que pueden agarrarse. Además, estamos en año electoral y hay que vender la moto, por muy falsa que sea.
Pero ni siquiera en economía pueden presumir. Las cifras macro-económicas pueden haber mejorado algo (como ocurre siempre que se adoptan medidas como la última reforma laboral) pero a costa de empeorar la situación de una parte muy importante de la población. Y ni siquiera eso, ya que seguimos con crecimiento real estancado, con elevados impuestos y déficit, la precariedad laboral y salarial aumentando, la emigración va a más, no se ve ningún cambio de modelo productivo (al contrario, seguimos igual, ahora un multi-millonario chino anuncia otro macro-proyecto urbanístico en Madrid) el número de horas trabajadas no para de bajar y, sobre todo, la deuda externa no para de crecer. España funciona a base de deuda, de recibir prestado desde el exterior gracias a que el BCE mantiene el grifo abierto sin límites, lo que ha bajado la prima de riesgo. Pero esto no va a durar siempre. En cuanto pare ni siquiera el descenso del precio del petróleo podrá evitarnos tener serios problemas. Y ese dinero hay que devolverlo con intereses que, en este momento están muy bajos, pero en cuanto suban ya veremos lo que pasa. Pero al gobierno le da igual, ahora quiere perdonar a las autonomías parte de su deuda. Realmente no se perdona nada, esa deuda la pagaremos el conjunto de los españoles. Se critica mucho (con razón) el rescate a la banca, pero muy poco se habla del rescate a las autonomías. En total, una deuda pública que va camino del 130% del PIB, y no del 100%, como nos dice la prensa. El PIB real es un 20-25% más bajo del que nos dicen. Aparte quedaría la deuda privada, que sigue siendo altísima.
Todo como consecuencia del funcionamiento del Banco Central Europeo, que tiene prohibido justamente hacer lo que han hecho siempre estos bancos: financiar las economías nacionales sin la carga de la deuda. Pero en la UE no es posible. El BCE presta a la banca privada a intereses bajísimos y ésta después presta a los Estados a intereses más altos. El asunto se vuelve mucho más grave cuando los préstamos de esa banca privada a los Estados van dirigidos en parte a pagar la deuda que esos mismos Estados contrajeron cuando rescataron a la banca. Una auténtica estafa. Decimos en parte, porque la mayoría de ese dinero va dedicado a financiar los gastos públicos necesarios que no podemos financiar a través de nuestra economía privada y, sobre todo, los gastos públicos innecesarios consecuencia de un Estado autonómico desastroso, de tener que mantener a cientos de miles de enchufados y por una inmigración que gasta mucho más de lo que ingresa. Gastos que se podían pagar en su momento, con los ingresos temporales de la burbuja inmobiliaria, pero que ahora son insostenibles.
Nuestra deuda externa no para de aumentar y ya es impagable. Y es impagable porque el Estado no ingresa lo bastante como para pagarla. Es imposible que lo haga, con el número de horas trabajadas bajando por millones (http://www.elconfidencial.com/economia/2014-08-29/espana-pierde-28-millones-de-horas-de-trabajo-pese-a-crear-127-000-empleos_182454/) con unos empleos temporales y precarios donde se cobran 3 euros la hora. Con cada vez más “600 euristas” (los mileuristas son ahora privilegiados) Esa es la razón por la que, a pesar de que aumentan los cotizantes, la recaudación baja. No se crea empleo sino que se destruye, y el que queda se reparte entre más gente. Y menos podremos pagar la deuda si no nos dejan trabajar y tener ingresos. La Unión Europea sigue permitiendo que países terceros puedan meter sus cítricos en Europa usando productos insecticidas que están prohibidos dentro de la UE, lo que perjudica gravemente a los agricultores españoles. Se supone que pertenecer a la UE ha de beneficiarte, no perjudicarte. Y si a eso le añadimos los altos impuestos, la baja productividad de nuestra economía, los monopolios que encarecen nuestra energía, la existencia de diecisiete mercaditos internos en España y la presencia de millones de inmigrantes que aportan muy poco ¿de qué recuperación hablan?
Las recomendaciones (órdenes) que hemos recibido desde que empezó la crisis son las de siempre: reformas del mercado laboral, bajar salarios en algunas regiones (el hecho de que en España las regiones con los salarios más bajos sean las que tienen el paro más alto parece no importarles), mini-empleos, privatizar servicios públicos, subir algunos impuestos y bajar las pensiones. Reformas basadas en supuestos falsos, como que las causas de la crisis española son el “excesivo gasto público” y la “rigidez del mercado laboral”. Lo peor es que todas estas reformas se hacen para bajar el déficit y la deuda, pero luego resulta que el déficit no baja y la deuda no para de subir. También se hacen estas reformas para “fomentar las exportaciones” pero la verdad es que poco vas a exportar con una moneda fuerte como el euro, con una economía productiva desmantelada y cuando la inmensa mayoría de tus empresas son pymes con poca capacidad exportadora y menos aún cuando carecen de financiación y sufren la competencia desleal china. Esta política sólo beneficia a las grandes empresas, que son las crean menos trabajo y las que pagan menos impuestos.
Pero este es el papel que el Nuevo Orden Mundial decidió para España durante la nefasta Transición: suministrar mano de obra barata para el norte, desmantelar los sectores primario y secundario y ser una economía de servicios con buen clima, buenos precios y diversiones para los turistas europeos. En pocas palabras: el burdel de Europa. Por supuesto, no hacen ni una propuesta de las que sí habría que hacer: cambiar el funcionamiento del BCE y de la banca privada, renegociar la deuda, eliminar autonomías y enchufados, bajar impuestos, intervenir el mercado energético, repatriar tres millones de inmigrantes, perseguir el fraude fiscal, cambiar el modelo económico…¡¡de esto nada!!
Y como opción a estudiar: la salida del euro, algo que España debería empezar a plantearse seriamente junto al resto de países europeos con problemas. Es la única manera de hacer frente a la coalición formada por el capitalismo y la prensa anglosajona (más su ariete el FMI), las élites alemanas y los organismos directores de la UE, en especial el BCE (dirigido por el ex-Goldman Sachs Mario Draghi)
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