Los recientes sucesos ocurridos en Turquía nos tienen que servir a los europeos para, de una vez por todas, empezar a tomar las decisiones correctas que aseguren nuestra supervivencia como cultura y civilización.

Turquía se ha convertido en un país islamista gracias a la demografía. Durante varias generaciones, los integristas islámicos han tenido muchos más hijos que los laicos. El resultado ha sido el esperado: los islamistas son la mayoría de la población, votan a partidos islamistas y han creado una sociedad islamista cada vez más cercana a la sharia islámica.

Aún así, en el proceso, Turquía se ha mantenido en la OTAN haciendo seguidismo de los intereses de la potencia colonial, Estados Unidos y, como suele pasar en estos casos, a veces los intereses del colonizado y del colonizador no coinciden. Esto ha llevado a Turquía a promover una política contraria a sus propios intereses que le ha enfrentado a muchos de sus vecinos. Los turcos se dieron cuenta y, hace apenas un par de semanas, su gobierno anunció un cambio radical en su política exterior, acercándose a Rusia, Siria e Iraq y, por lo tanto, alejándose de Estados Unidos.

Es en este contexto en el que se ha producido el golpe de Estado en Turquía. Golpe que, todo indica, fue promovido por USA-OTAN como respuesta al cambio de política turco, pero Erdogán lo descubrió y se adelantó organizando un contragolpe para conseguir los plenos poderes y convertir Turquía en una semi-dictadura islámica.

turquia

Todo indica también que esta política de Erdogán es consecuencia del cierre de puertas de la UE a que Turquía entre a formar parte de la misma. El auge de los partidos anti-inmigración, anti-islamización y anti-UE en Europa tras la crisis de los refugiados habría obligado a los dirigentes de la UE (en contra de su voluntad) a cerrar las puertas a Turquía. Veremos a ver qué consecuencias puede tener esto con los llamados “refugiados”. Por un lado, podríamos estar ante el principio del fin del conflicto sirio, lo que supondría que todos estos refugiados deberían volver a Siria, pero por otro, Turquía estará jurando venganza contra Europa, por lo que no son descartables nuevas oleadas. Aún así, incluso sin oleadas, una Turquía islamista a las puertas de Europa es una amenaza aún peor que cualquier avalancha de “refugiados”.

Con todo esto ¿qué lecciones debemos aprender los europeos?

La primera, la demografía ha llevado al integrismo islámico al poder en Turquía ¿vamos a seguir en Europa promoviendo de manera suicida la demografía islámica en nuestras naciones esperando a que nos pase a nosotros lo mismo?

La segunda, el seguidismo de Turquía hacia los USA les llevó a una situación límite de enfrentamiento con sus vecinos y de atentados en su propio suelo. A nosotros nos ha pasado lo mismo. Ese seguidismo en conflictos como Libia, Siria o Ucrania nos ha provocado a los europeos enfrentarnos a nuestro vecino ruso, atentados islamistas e invasión de “refugiados” ¿vamos a seguir igual o vamos a romper de manera definitiva con los USA y defender nuestros propios intereses?

La tercera lección a aprender es que ha sido la presión popular y nacional de los europeos la que ha forzado a los dirigentes de la UE a cerrar las puertas (de momento) al turco. ¡¡Sigamos así!!

Y la cuarta ¿qué vamos a hacer los europeos a partir de ahora? tenemos una Turquía islamista con 90 millones de habitantes a nuestras puertas y, al mismo tiempo, tenemos un norte de África en plena explosión demográfica y radicalización islámica ¿vamos a quedarnos parados esperando a que esta oleada islámica nos inunde? Europa debe militarizar de inmediato su frontera sur: desde el Estrecho de Gibraltar, pasando por Sicilia, hasta Grecia. Toda esa zona debe ser protegida por tropas armadas de forma permanente para frenar las oleadas islámicas hacia Europa que, de seguro, van a ir a más. Especial ha de ser el caso de Grecia. Europa debe abandonar su absurda posición de machacar a los griegos y, por el contrario, debe convertir a todo el pueblo griego en un ejército regular para frenar el seguro expansionismo turco hacia Europa que, tarde o temprano, se dará.

Y, por último, ¿qué hacer con el islam que ya tenemos dentro de nuestras fronteras? La solución la tenemos en la historia de España. En 1453, los turcos conquistaron Constantinopla. En España nuestros antepasados lo tuvieron muy claro: había que unirse, organizarse y expulsar a ese islam interno que era una quinta columna y una fuente constante de problemas al poder abrirle las puertas de España y de Europa al turco en cualquier momento. Castilla y Aragón unieron fuerzas. Primero, en una guerra civil, los Reyes Católicos acabaron con todos los traidores internos. Luego lograron recuperar Granada para la Cristiandad e iniciar una política que acabó en 1609 con la expulsión definitiva del islam de España. Hoy, como en aquella época, los europeos deben unir fuerzas, como lo hicieron Castilla y Aragón, y, primero, acabar con los traidores internos para, finalmente, expulsar la quinta columna islámica de dentro de sus fronteras antes de que siga cometiendo atentados y de que le abra de nuevo las puertas de Europa al turco y al islam invasor, lo que sería la sentencia de muerte definitiva para Europa.

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