José Antonio Montero tiene 96 años, vive en Gijón y es quizá el único superviviente asturiano de cuantos participaron en la División Azul, el grupo de combatientes españoles que durante la II Guerra Mundial fue hasta la Unión Soviética para luchar contra el comunismo desde el bando de la Alemania nazi. Hijo de un ferroviario muy religioso, como él, con numerosísima prole; telegrafista de profesión y padre, a su vez, de una amplia familia, fue herido cuatro veces -dos de ellas de extrema gravedad- mantiene una memoria y una vitalidad prodigiosas y habla de sucesos terribles con una objetividad y humanidad dignas del mayor elogio.

Montero nació en noviembre de 1913 «en Pajares del Puerto» en una familia con quince hijos. Era el séptimo, solo queda él. La madre «muy luchadora», hija de un labrador rico y al tiempo, capataz de peones camineros. De La Frecha, la aldea de Juanín Muñiz Zapico, el líder de CC OO en la transición; «se querían mucho las dos familias». Renfe daba casa y terrenos para sembrar así que tenían vacas, gallinas, conejos…

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