La fuerte competencia por producir con la mejor relación calidad-precio está concentrando gran parte de la industria del mundo en unos pocos países. Esta tendencia está creando una división mundial entre países productores y consumidores que a largo plazo puede ser insostenible. Por un lado, los países que están concentrando toda la inversión directa y acaparando la producción industrial, suelen disfrutar de superávits por cuenta corriente y unos niveles de desempleo bajos. Todo lo contrario ocurre con las zonas que sufren el ‘éxodo’ de su industria.

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