Como cada año, en efecto, la carnavalada repugnante del Orgullo Gay llega a las ciudades del mundo y concretamente a Madrid; pérdidas de aceite continuas para llenar el centro de mamarrachos, culitos en pompa, cuerpos musculados, obscena ropa interior rosa, trajes de payaso marcando abdominales; una inundación de desnudez y falta de pudor restregada en la cara e impuesta a todos, quieran o no ver este espectáculo nauseabundo. El centro de la ciudad se convierte así en zona off-limits para quien tenga un mínimo sentido del decoro y la decencia pública, o simplemente pretenda evitar a sus hijos un espectáculo nauseabundo.
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¡¡ No más ideología homosexualista del colectivo del 2% como es el LGTBIQ+ !!
Lo peor no es la apariencia, los cuerpos musculados, los abdominales, etc, es irrelevante, no me ofende el culto al cuerpo y la exhibición de un cuerpo desnudo dentro de los límites razonables, lo peor de todo esto es la normalización de algo que no es normal, como no sería normal que un zoofílico fuese a un centro de acogida a solicitar la adopción de un menor, celebrase el día del orgullo de la zoofilia, o la zoofilia fuese una asignatura de 3º de la ESO. Que cada uno haga lo que quiera, pero que lo haga sin intoxicar y por supuesto, dejando a los niños al margen.
Quién me iba a decir que iba a estar en un momento histórico donde iba a ser testigo de invasiones migratorias como en la antigüedad.
Quién me iba a decir que unos pocos clamamos ante la indiferencia general que hemos de volver a las buenas costumbres, a la moralidad, al esfuerzo, al estudio, a la responsabilidad, al patriotismo, pues la debilidad de nuestra nación es la que está propiciando la invasión, el aumento de la delincuencia, la creación de guetos, la bajísima natalidad autóctona, y larvando unos inevitables conflictos socios políticos en el futuro a poco que cambie el ciclo económico y el orden social heredado de décadas acabe de deteriorarse por completo.
Quién me iba a decir que un partido antitaurino y contra el maltrato animal no diga nada sobre el asesinato de miles y miles de seres humanos inocentes y sanos en el vientre materno con la escusa coladero de afección psíquica de la madre y obtenga varias veces más votos que un partido que defiende la vida del ser humano desde su concepción.
Quién me iba a decir que una Nación iba a desmantelar un ejército nacional y extraído del pueblo como un deber de servicio a su Patria por un ejercito llamado profesional que ante la baja incorporación al mismo en vez de aumentar el sueldo hasta encontrar el punto de equilibrio y una demanda adecuada a las necesidades o mejor dicho convención del gobierno de turno prefiere incorporar a soldados extranjeros para ahorrar dinero en sueldos que se derrocha en otras cosas superfluas o suntuarias.
Quién me iba a decir que ante una cifra enquistada desde hace muchos años de 4.000.000 de desempleados a quienes pensamos que tiene que existir el derecho de prioridad nacional nos estigmaticen cuando no nos insultan.
Quién me iba a decir que somos tan cobardes de pelearnos entre primos o hermanos, que somos los propios españoles, antes de hacer frente al fenómeno que acabará con nuestra estirpe y cultura fraguada durante siglos de lucha y esfuerzo de nuestras pasadas generaciones.
Quién me iba a decir que se iba equiparar el matrimonio homosexual al que dicta la naturaleza de hombre y mujer e incluso iban a tener reconocido el derecho de adoptar.
Quién me iba a decir que ese colectivo de homosexuales, con gran presencia en medios de comunicación y espectáculos, iba a erigirse en lobby o grupo de presión y conseguir incluso discriminación positiva hacía ellos, haciendo vergonzante para muchas personas el ejercer su derecho de libertad de expresión y pensar que no vamos por buen camino por ahí, valga el doble sentido.
Quién me iba a decir que en todas las taquillas del Metro, en todas las tiendas de los Centros comerciales de las ciudades iba a haber un supuesto vigilante con la pintilla de los que se cuelan y crean precisamente esa inseguridad.
Quién me iba a decir que en los primeros años setenta un trabajador de SEAT cobraba casi el doble que otro trabajador de igual cualificación en otro taller y organizaban huelgas salvajes y ahora cobran igual o menos que un salario medio, los despiden a cientos, muchos están por ETT´s o subcontratados y son corderitos.
Quién me iba a decir que de Dinamarca iban a venir a hacer un reportaje demostrando la perversión moral a la que habíamos llegado.
Quién me iba a decir fue una canción de Bisbal que tuvo éxito, pero quién me iba a decir que iba a vivir en Sodoma y Gomorra.