El pasado mes de diciembre las Cortes Valencianas aprobaron una resolución instando al gobierno valenciano a reducir el uso de fitosanitarios químicos en el campo (en concreto, hasta un 30% en el año 2020) al mismo tiempo que se promueve la agricultura ecológica, en la que estos productos están directamente prohibidos.

En principio, es difícil rechazar esa propuesta. Todo lo que sea reducir el volumen de pesticidas químicos que contaminan el medio ambiente y que tienen impacto incluso en la salud de los operarios, es positivo. Del mismo modo, también lo es promover tipos de cultivo como la agricultura ecológica y la Producción Integrada, donde se limita (o directamente se excluyen, en el caso de la ecológica) el uso de productos químicos en el campo.

Pero una cosa es el mundo de lo ideal y otra el mundo real del día a día en el campo. Y en este último caso la propuesta de las Cortes valencianas es sencillamente irrealizable, además de injusta con los agricultores valencianos, a los que supuestamente se pretende favorecer. Injusta, porque ya se les exige tener un carnet de manipulador de plaguicidas para poder trabajar, llevar libros de explotación, se les ha reducido ya los productos fitosanitarios que podían usarse en un 70%…todo debido a la normativa de la UE, la misma UE que, por el contrario, es mucho menos estricta con los productos agrarios que vienen de fuera.

En el colmo del despropósito, la promotora de la resolución, Carolina Punset, de Ciudadanos, declaró que su intención es «no dejar morir un sector productivo esencial para la Comunitat Valenciana como es la agricultura» y que «la producción ecológica es la única rentable en estos momentos». Si es más rentable es porque tiene un mercado muy especial, con más poder adquisitivo en muchos casos, y porque cobra subvenciones específicas, pero la principal producción agraria valenciana, los cítricos, todavía está lejos de poder ser productiva y competitiva con cultivo ecológico, más aún las clementinas, que son más sensibles a los ataques de plagas.

Si Punset y el resto de las Cortes valencianas quieren no dejar morir a la agricultura valenciana que se preocupen por sus problemas reales, empezando por la agricultura convencional (no ecológica) que sigue siendo más del 90%. Que se preocupen de la importación de productos agrarios, muchas veces sin control alguno, con presencia de plagas y enfermedades que, en el caso de introducirse en nuestros campos, pueden ser devastadoras, que se preocupen del papel de la gran distribución a la hora de presionar los precios en el campo a la baja, que se preocupen de la explotación laboral en la recolección de cítricos a cargo de las ETTs, que se preocupen de mejorar la investigación en el campo, de buscar nuevas variedades y cultivos, de incorporar jóvenes a la agricultura, de bajar los costes del agua, de exigir igualdad de trato a las producciones foráneas…y que se dejen de tonterías.

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