La cesión de las competencias de inmigración al Gobierno catalán por parte de Pedro Sánchez es otro capítulo más del desmantelamiento de España como Estado nacional soberano que se empezó en 1978 con la aprobación de la nefasta Constitución.

Mucho se está hablando sobre esta polémica cesión. La prensa constitucionalista insiste en que no se puede hacer al ser la inmigración una competencia exclusiva del Estado según dice el artículo 149 de la Carta Magna. Desde el Gobierno se asegura que sí se puede. La verdad es que ambos tienen parte de razón, porque a los dichosos constitucionalistas (muchos de los cuales desconocen la misma Constitución que dicen defender) se les olvida siempre el artículo 150.2 de la misma, que dice de manera literal que, mediante ley orgánica (es decir, mayoría absoluta del Congreso) aquellas competencias exclusivas del Estado que por su propia naturaleza sean susceptibles de transferencia o delegación, sí podrán ser cedidas a las autonomías.

Esta redacción se hizo de forma deliberadamente ambigua para que el Estado pudiera ceder el máximo número de competencias a las regiones. Las competencias exclusivas se deberían de haber blindado de manera que fuera totalmente imposible traspasarlas, pero no se hizo a propósito, y todo se dejó a la interpretación posterior del Tribunal Constitucional. Y, ciertamente, dicho Tribunal ha dictado que las competencias más básicas a nivel estatal no son transferibles, pero deja la puerta abierta a que otras sí lo sean. Por ejemplo, en inmigración podría no ser transferible la capacidad de aprobar una ley de extranjería, el control de las fronteras o la capacidad de dar o quitar la nacionalidad española, pero sí se podría traspasar la capacidad de decidir a quién se expulsa y luego que la orden la ejecute el Estado, o la potestad para dar permisos de residencia, de trabajo, gestionar centros de inmigración, decidir cuántos MENAs de Canarias van a Cataluña o lo que se les ocurra a la banda que nos gobierna en este momento, que desde luego tienen la mayoría necesaria tanto en el Congreso como en el Tribunal Constitucional.

La islamización de Cataluña está fuera de control y todo seguirá igual aunque se traspasen las competencias

Todo esto no deja de ser el ya habitual paripé al que las derechas (también la catalana) nos tienen acostumbrados en materia de inmigración. Cuando gobiernan, su territorio es un coladero de inmigración ilegal y masiva, no hacen nada para controlar las fronteras y tienen a su brazo empresarial encantado con el suministro constante de mano de obra barata que supone la inmigración. Pero claro, la mayoría de la población no está encantada, está cabreada de ver cómo sus políticos, de manera deliberada, están llenando sus barrios de inmigración tercermundista. Y al final, dicha población reacciona votando a un partido anti-inmigración. Es lo que ha pasado en Cataluña, donde la derecha de Junts (antes Convergencia) traiciona de manera miserable a su electorado exactamente igual que la derecha del PP hace en el resto de España. En Cataluña, fueron los derechistas Jordi Pujol y Artur Mas, hace más de veinte años, los que gestionaron con el gobierno marroquí lo que iba a ser la llegada masiva de magrebíes musulmanes a esa región. Luego llegarán los pakistaníes y los africanos.

El mayor pánico de la clase política española y catalana era que surgiera un partido en Cataluña que fuera al mismo tiempo unionista español y anti-inmigración. Ese partido era Democracia Nacional, que ha sufrido durante años una atroz persecución legal en la región y sus actos en Cataluña un constante acoso y derribo violento por parte de la extrema izquierda. Desde el separatismo se impulsó primero a una Plataforma x Cataluña flirteando con el separatismo y ahora ha aparecido otra opción, Alianza Catalana, separatista radical pero también anti-inmigración, y que parece ser la causa de la repentina preocupación por la inmigración de los miserables de Junts, después de veinte años callando ante este problema, que en Cataluña es especialmente grave. Más allá del ruido mediático, ni Junts ni ERC van a hacer nada, pues solo hablan de expulsar a los inmigrantes ilegales delincuentes multirreincidentes, es decir, un porcentaje ridículo del número total de inmigrantes que hay en Cataluña.

La presidenta madrileña haría mejor en preocuparse de la situación de la inmigración en su propia región.

Y, como siempre, faltaba la señora Ayuso para dar su opinión. A la presidenta madrileña le parece mal la cesión de competencias porque se hace a unos “xenófobos”, algo totalmente ridículo. Es cierto que los separatistas catalanes y vascos viven con esa extraña esquizofrenia de odiar a los españoles de otras regiones al mismo tiempo que sienten una xenofilia extrema por inmigrantes de otros continentes. La misma Ayuso les ha acusado de “otorgar la nacionalidad a la gente en función de su origen”, algo falso, pero si así fuera ¿cuál es el problema de dar la nacionalidad de esa manera? de hecho, no puede darse de otra forma, pues la nacionalidad la da la sangre y formar parte de una estirpe, que es la forma en la que se delimita los miembros de una comunidad, no un papelucho que se le puede dar a cualquiera, que es lo que les gusta a los liberales como Ayuso, que debe estar encantada de que en la región que gobierna salgan a machetazo, tiroteo o asesinato diario, que le estén llegando cientos de miles de sudamericanos por Barajas cada año o de que los españoles de Madrid estén siendo reemplazos en masa por extranjeros.

Pero es que ni siquiera los separatistas actúan así. Al revés, ni los vascos ni los catalanes tienen nada de xenófobos, llevan décadas acogiendo en masa a extranjeros en sus respectivas regiones aprobando todo tipo de subvenciones y paguitas que provocan un efecto llamada constante hacia su región. Los separatistas vascos y catalanes han votado a favor de todas las regularizaciones masivas de los últimos años, de todas las leyes favorecedoras de la llegada continua de inmigrantes hacia sus regiones y callan ante la noticia de que el 50% de los nacimientos en Cataluña son de extranjeros. En Cataluña hasta mostraban orgullosos a los inmigrantes musulmanes con esteladas en sus actos y presumen de poner candidatos musulmanes en sus listas ¿dónde está la “xenofobia”, señora Ayuso?

Al final, es lo de siempre, los políticos montan su teatro hoy para fingir que están enfrentados, pero mañana la inmigración masiva seguirá llegando exactamente igual a Madrid que a Cataluña, y lo pagaran los de siempre, los catalanes y los madrileños (y el resto de españoles) por igual.

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