Las raíces del moderno independentismo no son ni tan históricas ni tan gloriosas como sus manipulaciones pretenden hacernos creer. Lo cierto es que no es casual que estas regiones que reclaman recuperar una independencia que nunca tuvieron sean dos de las regiones más ricas e industrializadas de España. Sin duda sus burguesías pensaron egoístamente que mejor les iría en solitario sin tener que compartir sus riquezas con el resto de España. Todo lo demás es mera invención para dar una justificación histórica a lo injustificable.

Esta semilla envenenada que nació del amor al dinero, y no del amor a la tierra y a los antepasados, ha germinado vigorosamente al calor de una Constitución, la de 1978, que es fruto de una transición tutelada por los USA/Israel y gestionada por traidores a España, pues tanto el modelo territorial como la ley electoral están pensados para sobredimensionar la presencia de los secesionistas en las instituciones.

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