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«¿Debería ser aceptado el plan de acuerdo que fue presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional ante el Eurogrupo el 25.06.2015 y que se compone de dos partes, que constituyen su propuesta unificada?”

La respuesta a tan enrevesada pregunta ha sido el NO de Grecia a las imposiciones de la Comisión Europea, del Banco Central europeo y del FMI, tres grandes agencias del Nuevo Orden Mundial dedicadas a socavar lo poco que nos queda de libertad. Los griegos han sabido estar a la altura de las circunstancias, y las urnas han dado una respuesta sabia. Y es que confiar la salida de la durísima crisis griega en manos de estos organismos es como permitir a un pirómano la extinción de un incendio, pues destacados investigadores han señalado a una poderosa entidad financiera estadounidense, en connivencia con el Presidente delBanco Central Europeo, Mario Draghi, y de su predecesor en el cargo en 2010, Jean Claude Trichet, entre los principales responsables del desastre de Grecia, al haber distorsionado la realidad macroeconómica del país para facilitar la entrada en el euro de la economía griega.

Por ello, el pueblo griego ha dado hoy a Europa una lección de democracia y de soberanía. Los griegos, inventores de la democracia real (esa que no tiene nada que ver con la partidocracia que nos viene impuesta por la Constitución de 1978) y que consistía en el gobierno directo de los asuntos públicos por los propios ciudadanos (con exclusión de los extranjeros, porque mal puede decidirse el destino de una Nación si se pone en manos de extraños), han dicho por boca de sus descendientes que no quieren vivir sometidos a los dictados de Bruselas aun a sabiendas de lo que se les avecina, pues están dispuestos al sacrificio por dignidad nacional. Si todo acabara en la salida de la zona euro, la situación podría compararse a la recuperación en plena resaca de un coma etílico tras una borrachera monumental, y muchos pensarían que sería peor el remedio que la enfermedad, pero si no se intenta escapar de la trampa financiera que supone el euro (la mayor estafa producida en Europa en todos los tiempos y que ha secuestrado las economías nacionales enajenándolas en manos de aquellos que pueden acuñar la famosa monedita)[1] se producirá la perdida irreversible de la libertad económica griega.

Contra la opinión de la “derecha española bienpensante” por boca de sus voceros de las terminales de comunicaciones afines al PP, ni los griegos son ladrones ni es el gobierno de Tsipras el que se endeudó y puso al país al borde del colapso, sino los PPSOES de Grecia, esto es, el socialista Papandreu (corrupto donde los haya) y los liberales que con Samaras a la cabeza han sometido al país al diktat de Bruselas. Los “generosos” préstamos no beneficiaron en nada a la política social del país, sino a los grandes bancos, relacionados con la financiación irregular de los grandes partidos del sistema (algo que aquí nos es familiar). Cuando los partidarios de la eurozona atacan la gestión de la deuda del actual gobierno griego y ponen como modelo a Alemania, habría que recordarles que a Alemania no le prestaron dinero a tan alto interés ni con tan duras condiciones, operando aquí la ley natural básica que establece que el fuerte impone sus condiciones e impone su política, mientras que al débil se le cobra hasta por respirar.

Aunque no lo aparente, el resultado del referéndum preocupa y mucho al Gobierno español. Ya con ocasión de las últimas elecciones griegas el pasado mes de enero de este año, en lo que era un aviso para los navegantes (en este caso para el PP) el politólogo griego Themis Tzimas resumía las razones del paso del voto a los liberal-conservadores hacia la opción de la izquierda radical: “La clase media se siente traicionada por Nueva Democracia. Los recortes en salarios y pensiones, combinados con los impuestos sobre la propiedad, han supuesto duros golpes sobre las clases sociales que tradicionalmente votan a los partidos de la derecha”. “Ahora van a votar por Syriza con rabia. Algunos esperan que ese partido les pueda ofrecer algún alivio sin ejecutar cambios en el programa económico y en el modelo social”, añadía el experto. Aunque Tzimas omitía (manteniéndose dentro del discurso políticamente correcto) que las razones económicas por las que el votante de Nueva Democracia había pasado a votar a la izquierda radical eran las mismas por las que también votaba a Amanecer Dorado, recogía un hecho que no puede ser refutado por los analistas liberales que están en la línea de aplaudir los famosos recortes de Rajoy: La clase media ha sido especialmente afectada por la crisis económica. Su poder adquisitivo se ha reducido a los niveles de los años 80. Unos 850.000 griegos trabajan sin cobrar durante meses, en periodos que pueden durar años, debido a que las pequeñas y medianas empresas no tienen ingresos. La subida de impuestos indirectos les ha afectado especialmente. El 34% de la población vive ahora bajo el umbral de la pobreza. Buena parte de ese porcentaje formaba parte de la clase media antes de 2008, cuando comenzaron las primeras dificultades económicas. Esa es la herencia que ha dejado el PP de Grecia, Nueva Democracia. Esta es una situación muy similar a la de España, aunque aquí aún no haya tenido lugar el corralito y haya datos macroeconómicos sobre el repunte de la economía, pues el desencanto con el gobierno por la presión fiscal sin duda pasará factura al gobierno español en las próximas elecciones generales y será aprovechado por PODEMOS y otras fuerzas de extrema izquierda. Por desgracia, Syriza no es PODEMOS (qué más quisiéramos nosotros). ¿Alguien puede imaginar en España un pacto de un partido de izquierdas con una especia de Alianza Popular de los ochenta como son los griegos independientes? Precisamente una parte del electorado de PODEMOS odia al PP porque aún cree que este partido defiende los valores tradicionales por los que hoy solo nosotros en Democracia nacional combatimos, identificando aún al PP con la “derecha clásica” pese la deriva de los populares hacia el laicismo, el anti-franquismo y el mariconeo. SYRIZA no es PODEMOS y Grecia no es España. Aquí ningún partido con representación parlamentaria tiene una mínima noción de Estado y de la dignidad nacional como lo pueda tener Syriza, son todos unos vendepatrias, bien a Bruselas o bien a la Internacional Socialista.

Como todo acontecimiento político en este mundo globalizado está íntimamente relacionado con lo que ocurre en los países de su espacio geopolítico, habrá que ver la reacción de Bruselas, de Estados Unidos y del FMI. En consecuencia, Rusia debe actuar y ofrecer un paraguas protector frente a la actividad potencialmente hostil de los poderes occidentales contra Grecia encaminados a socavar su independencia. La dignidad de uno de los pueblos más antiguos de Europa y la misma seguridad de Rusia lo exigen.

GD