¿Cómo ha sido posible que unos británicos que hace menos de medio siglo consideraron un millón de inmigrantes como el límite de lo asumible hayan aceptado sin aparentes molestias una cantidad diez veces superior, que ha transformado Londres, como suele decirse jocosamente, en la ciudad más populosa de Pakistán? Evidentemente, mediante el acostumbramiento paulatino de una población dócil y el silenciamiento de las voces discordantes. Así ha sucedido no sólo en Gran Bretaña, sino en toda Europa. Sin embargo, parece que en algunos países, por varios motivos, entre los que destaca la creciente ruptura de la paz social, se está alcanzando una presión considerable.
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