El CETA, el TTIP, o algún otro de los casi 180 ALC (acuerdos de libre comercio como los llama la UE) son palabras para designar unos acuerdos firmados por nuestro bien, pero que solo hacen bien a la oligarquía mundial que es la beneficiaria de ellos.
Anteponen la bonita palabra de “libre” para que veamos en ellos algo positivo, ya que algo que es libre no puede ser malo. Pero nada más lejos de la realidad, pues estos acuerdos nos están llevando a un solo sitio, que es igualar el precio de los productos bien sean industriales, agrarios o de otro tipo por lo bajo, igualar los salarios de la gente más desfavorecida por lo bajo a la vez que los directivos de las multinacionales los igualan por lo alto y no paran de crecer. Igualar las condiciones laborales por lo bajo y las exigencias sanitarias también por lo bajo.
Como ejemplo de esto la ratificación por parte del congreso a mediados del mes pasado del acuerdo CETA con Canadá en el que votaron a favor la gran mayoría de los grupos parlamentarios. Este acuerdo igualará por lo bajo las legislaciones de Canadá y de la UE, más bien de la UE. Y lo hará por el método de armonizar las leyes o por el de permitir competir por precio a sistemas productivos cuyas leyes los hacen tener unos costes distintos.
Pero las consecuencias negativas no se circunscriben a esté único acuerdo, esta semana las autoridades Búlgaras han detectado una partida de pimientos tratados con monocrotofós, un insecticida organofosforado cuya fabricación, utilización y venta está prohibida en casi todo el mundo y que en el 2013 causó la muerte de 23 niños en la India, y de la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como no admisible una ingesta diaria (IDA) superior a 0,0006 mg/kg. de este pesticida. Teniendo en cuenta que la partida intervenida tenía 0,042 mg/kg de pimiento, nos puede ocurrir que un niño que realice una ingesta de 280 gr de pimientos estaría superando ese límite. Con el agravante de que este insecticida es un organofosforado y por lo tanto acumulable en los tejidos.
Es por estos casos y decenas que se dan todos los meses, y que son la consecuencia de esos acuerdos, por los que los mismos no son ni libres ni buenos, pero lo que sí que son es el reflejo de las políticas traidoras y genocidas de nuestros gobernantes. Quien esto lea puede hacerse el tonto e ignorar lo que le digo, pero cuando coma una chuleta de ternera espero que piense: ¿será española o canadiense? ¿Tendrá hormonas o antibióticos? ¿Me alimentará o me envenenará? ¿Y estos pimientos serán españoles o turcos? Y ¿y los dolores que tengo serán culpa de la química que llevan?
Por ello les pido que tengan en cuenta mi opinión y que recuerden que la globalización mata.
Pablo Manuel Alcaide Quintana. Responsable de agricultura y delegado en Ciudad Real de Democracia Nacional.
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Por desgracia la gente necesita ver de cerca el peligro y el horror que está por venir para reaccionar, lo malo no es que se nieguen a verlo y actuar a tiempo para prevenir males mayores sino que esperarán hasta el último momento para defenderse de los peligros que nos amenazan y quizás será un poco tarde para entonces. El esfuerzo y sacrificio para revertir la situación será mayor que el que hubiera requerido si hubiéramos empezado ha actuar hace tiempo.
Por supuesto que es así la realidad, tal y como reflejas en tu comentario. Pero mis compañeros de DN y yo mismo tendremos al menos la conciencia tranquila de haber hecho lo correcto.