La situación del barrio Madrileño de Carabanchel es absolutamente inestable, cada vez son más los delitos perpetrados por bandas de delincuentes extranjeros y la degradación del barrio aún mayor. Un vecino harto de tal situación nos manda esta carta.

No puedo asegurar que ninguna sociedad por grande o pequeña que esta fuere haya perpetuado su existencia si no se cumplen unos requisitos fundamentales. Por un lado, ésta debe ser homogénea, ya que si miramos atrás, ningún pueblo en la historia ha sobrevivido siendo sus individuos cultural y /o étnicamente distintos. Los integrantes de toda sociedad o pueblo deben formar parte de lo que yo considero un engranaje perfecto que hace perdurar dichos pueblos en el espacio/tiempo. Otros aspectos fundamentales como la moral, conciencia y espíritu, juegan un papel fundamental y determinante para la supervivencia de cualquier pueblo.

Extrapolemos esto ahora al madrileño barrio de Carabanchel, un humilde barrio de Madrid que ha visto como en cuestión de 20 años ha sucumbido a un cambio no solo demográfico sino también social y moral. Las causas que nos llevan a la situación actual son varias, pero creo que habría destacar sobre todo las siguientes:

En buena medida se ha perdido la sensación de comunidad debido sin duda a la inmigración ilegal y descontrolada que crece con el paso del tiempo. Los vínculos humanos entre los que antes eran vecinos se han deteriorado, ya que nadie aquí tiene una sensación arraigo y pertenencia a un colectivo. Ahora somos «gente» no barrio.

El pequeño comercio de esta zona, pilar fundamental de las familias que antes poblaban Carabanchel, se puede considerar ya prácticamente extinto, apenas queda nada ya de lo que hubo antaño. Estos pequeños comerciantes, vecinos del barrio, han visto como sus propios vecinos han preferido, y a día de hoy prefieren comprar en tiendas regentadas por extranjeros porque tienen precios  “más competitivos”. Creo que en este aspecto hay que resaltar la falta de conciencia identitaria que se hace notar cada vez más, mientras prolifera el sentir individualista y cómodo que parece imperar en la moral de las personas.

Los propietarios de estos pequeños comercios no han podido legarle éstos a sus hijos, ya que han tenido que cerrar. Los hijos de estos vecinos, pequeños comerciantes, han preferido irse en pos de lo que ellos consideran «un futuro mejor», y es que de este entrecomillado se puede leer entre líneas la cruda realidad; los vecinos de Carabanchel, al menos una buena parte de ellos, no están de acuerdo con la inmigración masiva e ilegal que sufre el barrio. Pero no luchan, no, en lugar de esto abandonan el barrio que les vio nacer poniendo sus casas a la venta al grito de «sálvese quien pueda».

Otro de los aspectos importantes a tener en cuenta es la edad de la población que habita en Carabanchel, pues mayoritariamente son ancianos que están siendo reemplazados en su óbito por estos “nuevos vecinos”, que lejos de adaptarse prosperan a mi juicio de forma dudosa en sus locutorios, tiendas, bazares y similares, de los cuales dicho sea de paso, no tengo constancia de su legalidad.

El hecho de vivir en un barrio de los mal llamados “multiculturales” incrementa la sensación de inseguridad que día tras día tenemos todos los oriundos del lugar. No sé si se debe a la diferencia cultural entre los españoles y el resto de personas de otras étnias, pero sus costumbres distan tanto de las nuestras, que la normalidad y la calma del barrio se ve en muchas ocasiones alterada por disturbios y altercados que provocan un clima de intranquilidad que es ya insostenible, y que algunos no estamos dispuestos a consentir ni tolerar. No es extraño tampoco y cada vez es más habitual, encontrar noticias sobre reyertas, heridas por arma blanca, o incluso asesinatos con arma de fuego entre chinos, sudamericanos y demás culturas y razas foráneas. Hechos que los «medios de información» callan u omiten o simplemente ocualtan nacionalidades y procedencias en pro del manual de estilo periodístico.

Los escasos niños y jóvenes españoles en Carabanchel no cuentan con áreas de recreo como puedan ser saludables parques provistos de una buena forestación y óptimo mantenimiento. Dichos emplazamientos forestales están tomados por ilegales que vejan y humillan a los niños españoles sin que nadie haga nada para remediarlo. No existen tampoco lugares de reunión social a los que poder ir y pasar el tiempo de forma sana. No hablemos ya de bares, hay una buena cantidad de ellos en este barrio, pero el 90% acogen clientela extranjera ya que sirven como punto de reunión para los inmigrantes. Tampoco deja de sorprender, que con dinero público de los contribuyentes se haya creado una asociación que sirve como punto de reunión para musulmanes, en lo que antaño fue un colegio.

El colapso en la sanidad en parte es originado por la inmigración masiva, ilegal, y descontrolada que hay en el barrio. La Seguridad Social, ese bien preciado que nuestros ahora ancianos fueron tejiendo con su esfuerzo, es consumido y colapsado por personas foráneas que nada más llegar aquí tienen el privilegio de disfrutar. Quizá muchos vecinos se hayan percatado de este hecho, ya que todos tenemos familiares mayores y hemos visto cómo estos servicios se han visto ralentizados y han perdido buena parte de su eficiencia. ¿Hay una relación causa/efecto?. Me temo que sí.

Otro de los aspectos a destacar es la salubridad propia del barrio, pues no me creo que ahora los españoles de bien tiremos las bolsas de residuos por las calles y queramos ver nuestro barrio convertido en un burdo estercolero. Pero esa es la realidad, el incremento de suciedad y basuras es acuciante.

Echando un vistazo a los párrafos anteriores, creo que hay argumentos suficientes para concluir que la mezcolanza de culturas, esto que han decidido llamar «multicultura», no es un beneficio para los oriundos de esta tierra, sino un claro perjuicio. Muchos podrán pensar que es el paso del tiempo el que se encarga de cambiar la estética y vida de barrios como Carabanchel, pero no es así.

Este cambio ha sido deliberado, y no es fruto de la naturaleza sino todo lo contrario. Esto es solo una pequeña muestra más de lo que la ingeniería social a la que está siendo sometido todo el pueblo español es capaz de hacer. El pueblo, lejos de despertar y reivindicar su identidad o algo tan básico como su pequeño lugar de nacimiento, prefiere huir… huir hacia su propia desaparición dando pasos de gigante con ojos vendados.

Fdo.: Vecino de Carabanchel.

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